Sobre las relaciones entre LASA y su membresía cubana.
A lo largo de más de cuarenta años, contra viento y marea, se han venido tejiendo relaciones de colaboración e intercambio entre latinoamericanistas e instituciones académicas de Estados Unidos y de Cuba. Esta cooperación ha sido posible gracias a que el espíritu de diálogo y buena voluntad ha prevalecido sobre las diferencias ideológicas, y se ha sabido superar, con inteligencia y constancia, todos los obstáculos, que han sido legión. El viento y la marea han incluido el legado de desconfianza, el recelo ideológico, las trabas burocráticas, los intentos por secuestrar, politizar o instrumentalizar los espacios de encuentro, entre ellos, el que ha ofrecido Latin American Studies Association (LASA).
“A lo largo de más de cuarenta años, contra viento y marea, se han venido tejiendo relaciones de colaboración e intercambio entre latinoamericanistas e instituciones académicas de Estados Unidos y de Cuba”.
Ninguna otra institución norteamericana ha contribuido tanto a abrir el camino de la cooperación y a desarrollar confianza mutua entre los dos lados. Por esa puerta abierta gracias a la perseverancia y la paciencia de los dos lados, otras instituciones, universidades, ONG, fundaciones, centros de investigación, organismos, organizaciones, y una corriente de académicos e intelectuales, artistas y profesionales de la comunicación, de la investigación social y de las ciencias, han construido, paso a paso, una vía alternativa, tanto a la injerencia como a la mentalidad de fortaleza sitiada. Su mérito, al cabo de más de cuatro décadas, ha sido evitar que se cierre una ventana de diálogo y entendimiento entre las sociedades civiles y la cultura de ambas orillas, crear un clima de libertad académica y fomentar unas ciencias sociales y humanidades críticas y rigurosas.
Hasta tal punto se ha avanzado, que LASA decidió hace 24 años constituir una Sección Cuba, como existía solo con algunos países en el campo de los estudios latinoamericanos, encargada de fomentar el intercambio y tomar decisiones democráticamente respecto a las relaciones mutuas, con la activa presencia de académicos y académicas de los dos lados, tanto en su membresía como en su gobierno. Cada año, el acceso a la membresía y al comité de dirección de esta Sección ha estado abierto a todas las personas que reúnen los requisitos para pertenecer a LASA, y sus cargos se han elegido mediante nominación abierta y elecciones secretas y directas. La membresía de la Sección y el acceso a esos cargos han respondido a normas propias de LASA, que no discriminan por razones de género, color de la piel o ideología política. Los miembros cubanos, en particular los que hemos tenido un papel en impulsar este intercambio, hemos contribuido activamente al respeto de esas reglas.
Cuba no debe medirse con una vara diferente a los demás países latinoamericanos, ni a los propios Estados Unidos. De hecho, rechazar el doble rasero y las precondiciones han sido premisas para intelectuales y artistas involucrados en este intercambio. LASA, sin embargo, ha favorecido la continuidad de nuestra presencia con políticas específicas para sus miembros cubanos. Ha hecho un esfuerzo por compensar las desventajas que producen las políticas estadounidenses contra Cuba, reflejo de un patrón de Guerra fría, que limita nuestro acceso a esos espacios; pero también el de los latinoamericanistas de allá, cuyas investigaciones y programas académicos y culturales en Cuba se han visto entorpecidos, entre otras cosas, por mecanismos diseñados para impedir a sus contrapartes recibir apoyo directo desde EE.UU. Cuando LASA ha adoptado esas políticas especiales hacia los residentes en Cuba, así como cuando ha condenado explícitamente el bloqueo, ha sido coherente con una posición institucional opuesta a toda discriminación ideológica, y en favor del interés profesional de sus miembros.
“Cuba no debe medirse con una vara diferente a los demás países latinoamericanos, ni a los propios Estados Unidos. De hecho, rechazar el doble rasero y las precondiciones han sido premisas para intelectuales y artistas involucrados en este intercambio”.
El reciente “Pronunciamiento sobre la protección de los derechos humanos en Cuba” no facilita continuar este patrón de entendimiento, ni contribuye al diálogo que ha caracterizado nuestra colaboración. Su efecto se evidencia en las reacciones negativas que ha suscitado de ambos lados, en un breve plazo, contra la dirección de LASA, desde posiciones opuestas en el espectro político.
Este “Pronunciamiento” surgió de una carta firmada originalmente por una veintena de miembros, y una mayoría de no miembros, que tuvo eco en el Secretariado de la asociación, a pesar de estar redactada en un tono ajeno al respeto que pretende promover. Aunque el “Pronunciamiento” de LASA no tiene la categoría de una resolución, ni el tono de la carta que la originó, sí adopta una actitud unilateral, ajena al diálogo que ha caracterizado las relaciones. Afirma que el rechazo de LASA al bloqueo no implica ignorar su “compromiso con los valores de la libertad de expresión, la libertad académica y el respeto por los derechos humanos en el contexto de la democracia, la soberanía y el Estado de derecho”. Como si esos principios y valores fueran ajenos a muchos de nosotros, adopta un tono aleccionador y extraño, después de tanto tiempo de dialogar y escucharnos mutuamente.
Si ese texto se hubiera discutido con los miembros de la Sección Cuba, podríamos haber debatido su contribución y eficacia reales para fomentar las libertades académicas y los derechos humanos. Habríamos podido explicar cómo, a lo largo de estos años difíciles, hemos trabajado para expandir el debate crítico de nuestros problemas, no solo en los medios académicos y culturales, sino en la sociedad civil y entre la ciudadanía cubana, en la Isla y en Estados Unidos. Podríamos haber demostrado cómo el ejercicio de la libertad académica se ha extendido al intercambio de LASA con instituciones, investigadores, profesores y artistas en ejercicio, a lo largo de toda Cuba, más allá de élites capitalinas, que a veces se arrogan la representación nacional. Habríamos presentado una mirada de nuestros problemas, como la que solemos llevar a los paneles de LASA, para nada satisfecha ni apologética, que comparte lecciones aprendidas sobre democracia y soberanía, desde la experiencia concreta de haber luchado por ambas, así como por un Estado de derecho, que la actual Constitución incorpora, y cuya realización requiere un clima de diálogo y entendimiento. Nada de lo anterior se sustituye por juicios unilaterales.
“El reciente ‘Pronunciamiento sobre la protección de los derechos humanos en Cuba’ no facilita continuar este patrón de entendimiento, ni contribuye al diálogo que ha caracterizado nuestra colaboración”.
Este mensaje nuestro al Secretariado de LASA no sugiere que abusó de sus prerrogativas según los estatutos de la asociación, ni pretende representar el consenso de la Sección Cuba. Tampoco se debe confundir con ninguno de los ataques contra LASA que han circulado en estos días. Lo redactamos como simples miembros de LASA, reconocidos por el premio que la Sección otorga en consulta democrática con sus integrantes, por contribuir al desarrollo de esta relación. Desde esa condición, abogamos por una comunicación constructiva, que evite malos precedentes y guerras de pronunciamientos, cuyo destape por cualquier eventual motivo surgido aquí o allá resultaría dañino para unos puentes ya de por sí expuestos a una hostilidad incesante.
No es un secreto que, durante el corto verano de la administración Obama, fueron los intercambios culturales y académicos el terreno donde más se avanzó en materia de acuerdos interinstitucionales. Como se sabe, la polarización ideológica es lo último que necesitan los cambios en Cuba, así como el postergado camino de cooperación entre Washington y La Habana.
Solo mediante la continuidad de ese diálogo, y de la aplicación de los conceptos que gobiernan a LASA como institución, podremos preservar una colaboración que ha sido ejemplo de democracia y respeto mutuo, así como contribuir a la protección de nuestras libertades y prácticas de los derechos humanos en el campo de la educación y de la cultura, aquí y allá.
Aurelio Alonso Tejada
Miguel Barnet Lanza
Rafael Hernández
Nancy Morejón
Pedro Pablo Rodríguez
Ambrosio Fornet