Durante años la poesía se ha ido convirtiendo en un género estigmatizado por el aserto de que no se vende, de que es un producto que ha cedido espacio en las preferencias de los lectores, más inclinados al consumo de novelas, ensayos, biografías u otros géneros literarios o periodísticos. Desplegar una estrategia que incluya, desde las posibilidades tecnológicas que ofrecen la editorial Cubaliteraria y el proyecto Cuba Digital, la promoción, apreciación y socialización de la poesía, a través de la publicación de e-books, y del trabajo promocional en Facebook, Twitter, WhatsApp y Telegram, entre otras redes sociales, es la propuesta de esta intervención.

“Durante años la poesía se ha ido convirtiendo en un género estigmatizado (…)”. Foto: Internet

En esa estrategia estarían incluidos poetas y escritores cubanos y extranjeros dispuestos, de manera gratuita, a compartir sus saberes sobre el tema y sus propios textos, para ir creando una suerte de mega red que supere las barreras geográficas y hasta lingüísticas, y tenga el gusto por el consumo y la difusión de la poesía como principal objetivo para desafiar el confinamiento; no solo el producido por el coronavirus, sino el sufrido históricamente por el género y que se ha hecho extensivo, de algún modo, al ciberespacio.

No resulta, sin embargo, una labor sencilla. Conspiran contra ella, en el caso cubano, diversos factores. En primer lugar, el escepticismo de los autores con respecto al universo digital. No debemos olvidar que Cuba es un país en el que la alfabetización digital y el proceso de informatización de la sociedad, apenas han comenzado, y cuya población ha tenido múltiples obstáculos para el acceso a Internet y al tentador espectáculo de las redes sociales. Buena parte de los más importantes poetas cubanos vivos provienen del mundo analógico y desconocen o desconfían de las posibilidades de lo digital para la publicación y promoción de la poesía. Por esa razón, se hace complejo contar con el acceso a la obra de un alto número de creadores que serían claves en el proceso de seducción del público. A pesar de que existen algunos estudios que afirman, refiriéndose a otros países, el aumento del interés de los jóvenes poetas por aprovechar la “democracia” expresiva de Internet, que permite prescindir de los estamentos de jerarquización (y también de censura, desde luego) que instauran las instituciones, en el caso cubano predomina el apego a las formas tradicionales de legitimación literaria, que incluyen lecturas de poesía ante auditorios y, sobre todo, obtención de premios y publicación de libros con sus consiguientes presentaciones públicas en vivo.

“Buena parte de los más importantes poetas cubanos vivos provienen del mundo analógico y desconocen o desconfían de las posibilidades de lo digital para la publicación y promoción de la poesía”.

Un segundo problema resulta el de la paranoia de muchos escritores con respecto a sus derechos de autor. Si bien ellos acusan a las instituciones de no ejercer con eficacia la promoción de sus obras, se muestran renuentes a brindar su producción de manera gratuita para que sea difundida. Y aquí entramos en el tema de los presupuestos. En medio de la pandemia del coronavirus, el gobierno cubano afrontó el reto de realizar el reordenamiento monetario del país, con todo el riesgo que esta medida entrañaba desde el punto de vista del reacomodo de los más disímiles aspectos económicos y financieros de la realidad nacional. En el caso de la industria del libro, un aumento en los salarios de editores, diseñadores, y demás personas que intervienen en la cadena productiva, trae aparejada un alza en los costos, la cual también se aprecia en la readecuación de las leyes destinadas a los pagos del derecho de autor, que quedan por completo desactualizadas en el nuevo escenario. Aunque el ahorro que representa el libro digital al no tener un proceso poligráfico tradicional y no necesitar grandes inversiones para transporte, almacenamiento y distribución lo hace el producto ideal para un contexto como el presente, hay que convenir en que la elevación de los derechos de autor conspira contra la posibilidad de las editoriales (incluida Cubaliteraria) de incrementar sus catálogos de manera notable, pues solo el acápite correspondiente al pago de estos derechos haría colapsar los fondos destinados a la producción de libros. Desde luego, este fenómeno igual afecta la publicación de poemas, críticas y ensayos sobre poesía en el Portal de Cubaliteraria, que debe promover otros géneros, tendencias y autores de la literatura cubana contemporánea y ha tenido que readecuar su presupuesto anual para enfrentar todas esas necesidades.

Un tercer aspecto que complica la difusión de la poesía de manera digital radica en la insuficiencia tecnológica con que cuenta la editorial, que no ha renovado su equipamiento prácticamente desde el año 2000, salvo cuatro laptops ensambladas en el país que le fueran donadas por el Ministerio de Cultura en 2017. Con ese escaso caudal tecnológico se hace casi imposible no solo obtener productos de mayor atractivo en el mercado (apks, multimedia, libros interactivos, etc.) y atender las demandas posibles en el canal de YouTube de la editorial, en su página de Facebook o en su Twitter, sino elaborar los propios ePubs que deben componer el plan anual de publicaciones, e incluso cumplir las necesidades informativas y de publicidad del Portal, cuyo objetivo es convertirse en el rostro visible de la difusión digital de la literatura cubana.

Otro detalle muy significativo estriba en la recepción. Por un sinnúmero de causas que sería demasiado largo explicar aquí —aparte de las archiconocidas relativas a la cada vez mayor complejidad intelectual de la poesía contemporánea y a la falta de entrenamiento del público para apreciarla debido al éxito mayoritario de la narrativa, la biografía o el ensayo, por ejemplo—, el consumo de poesía se ha hecho, en verdad, escaso entre los lectores. Encuestas aplicadas en años anteriores por el Observatorio Cubano del Libro durante las Ferias Internacionales del Libro de La Habana —y a lo largo de todo el país—, arrojan resultados apabullantes en ese sentido. Tal vez solo el teatro sea menos leído que la poesía, y aún así tiene el beneficio de las puestas en escena, muchas de ellas a teatro repleto durante toda una temporada, lo cual jamás podría afirmarse, por ejemplo, de una lectura de poesía, siempre con una concurrencia muy reducida, integrada en su mayoría por integrantes del gremio poético (u otras variantes de público cautivo) y no por un auditorio de veras atraído por la promoción o el gusto por el género.

“En el caso cubano predomina el apego a las formas tradicionales de legitimación literaria, que incluyen lecturas de poesía ante auditorios y, sobre todo, obtención de premios y publicación de libros con sus consiguientes presentaciones públicas en vivo”.

Sería razonable apuntar que, antes de marzo de 2020 (fecha de la llegada del virus a Cuba), la presencia de la poesía en el Portal se limitaba a la aparición de varias columnas en las cuales prestigiosos poetas y ensayistas cubanos reflexionaban acerca del género, o de traducciones no muy numerosas del alemán, el inglés, el francés, el portugués y el italiano. A partir de mediados de 2020, comenzaron a aprovecharse las posibilidades ofrecidas por el nuevo sitio, puesto en funcionamiento en enero del mismo año, para facilitar la descarga gratuita de libros, entre los que se incluyeron algunos de poesía, en lo fundamental de clásicos cubanos de los siglos XIX y XX, cuyos derechos patrimoniales fueran de dominio público. Ya en el segundo semestre del año comenzó a nutrirse la sección Obras, también posible gracias al nuevo Portal, con selecciones de grandes poetas de la lengua española, igualmente libres de derechos. A la vez, se fue robusteciendo el plan editorial con algunos títulos de poesía, no demasiado significativos en el total de textos publicados, pero sí suficientes para crear un balance entre este y los demás géneros incluidos en el catálogo.

Una vez esbozado este panorama, en apariencia no muy alentador, y recrudecido por el advenimiento de la pandemia de COVID-19, nos gustaría enunciar algunos puntos clave en los cuales debiera descansar la estrategia de Cubaliteraria y su proyecto Cuba Digital para desafiar el confinamiento de la poesía y de sus productores y consumidores. En primer lugar, enriquecer el catálogo de la editorial con firmas de los mejores poetas cubanos dispuestos a arriesgar sus libros en el proceloso mar de lo ciberespacial. Para esto es necesario disponer del presupuesto capaz de permitirnos negociar con los autores y apaciguar su escepticismo en materia de derechos de autor. Hasta la fecha, los libros publicados por Cubaliteraria se distribuyen de manera gratuita a través de la sección Descargas del Portal, pero los escritores son retribuidos con un pago a veces similar al que obtendrían por el mismo libro impreso en alguna otra editorial cubana. La aspiración futura estriba en poder comercializar esos productos y ofrecer a sus autores la posibilidad de obtener, además, pagos provenientes de esas ventas.

“El consumo de poesía se ha hecho, en verdad, escaso entre los lectores”.

Otro punto crucial de esta estrategia está en obtener un equipamiento tecnológico capaz de facilitar no solo la publicación de libros y de textos en el Portal, sino la realización de materiales audiovisuales como videos, podcast, animaciones y otros que resulten atractivos a diversos tipos de consumidores, tanto por su contenido como por su factura. En este sentido se dieron algunos pasos durante la reciente Jornada por el Día del Libro Cubano, realizada íntegramente de manera virtual, en la que se colgaron en el canal de YouTube de la editorial lecturas de poemas efectuadas por voces relevantes del panorama literario nacional como Antón Arrufat, Miguel Barnet y Alex Pausides, entre otros. En esa misma línea, sería posible digitalizar clásicos de la poesía cubana y universal traducidos por cubanos y revitalizar el catálogo de Cubaliteraria con textos inexistentes hoy en el mercado y de alto atractivo para estudiantes, profesores y público en general. De igual modo se trabaja en la confección de un archivo de audios y videos de poetas cubanos para su difusión en www.cubaliteraria.cu y otras plataformas digitales cubanas o extranjeras.

Por ello se impone la realización de alianzas con esas otras plataformas digitales para conseguir, gracias a la transmedialidad, vincular proyectos como Cubapoesía, Claustrofobias, Molino Blanco Ediciones, Editorial La Luz, y otros, a la promoción de la poesía desde nuestro Portal. También en esa dirección se ha avanzado paulatinamente, al enlazar Cubaliteraria con publicaciones digitales no solo cubanas sino españolas y peruanas como Zenda o Vallejo & Company, por ejemplo, o con alternativas como Alfabeto del Mundo, colección de poesía hispanoamericana realizada de modo digital para su distribución gratuita por las editoriales La Castálida (Mérida, Venezuela) y La Línea Imaginaria (Quito, Ecuador). El primer fruto de esta alianza se colgó en el canal de YouTube de la editorial y se trasmitió por la página de Facebook Streaming Cuba durante la celebración de la antedicha Jornada, cuando se presentaron los primeros 16 títulos de la colección Alfabeto del Mundo (hay libros de autores de Ecuador, Venezuela, Perú, Argentina, México, Uruguay, Colombia, Puerto Rico, Costa Rica, España, Cuba) y se ofreció un recital que incluyó poetas mejicanos, ecuatorianos, uruguayos, colombianos, argentinos, peruanos y españoles.

Un aspecto decisivo de la estrategia se centra en ampliar las posibilidades de recepción de la poesía. Y aquí juega un papel esencial no solo la editorial Cubaliteraria, sino el proyecto Cuba Digital, que facilitará la realización de diversos foros online sobre el tema, el primero de los cuales fue efectuado, también, en la ya mencionada Jornada. Actualmente se negocia con la Televisión Cubana la posibilidad de socializar a través de nuestra plataforma los espacios A trasluz (entrevistas realizadas a cien poetas cubanos contemporáneos durante los años 2009 al 2011 y que fuera televisado en varias oportunidades en el país) y Un diálogo que camina (cincuenta conferencias impartidas por académicos y poetas cubanos sobre momentos cruciales de la historia de la poesía desde sus orígenes hasta hoy). En ese sentido, además, se ha comenzado a publicar de manera sistemática crítica de poesía en el Portal, hecho que se verá reforzado gracias a la intención del Instituto Cubano del Libro de destinar un presupuesto para incentivar la aparición de la mejor crítica literaria cubana en el sitio.

Se prevé, por último, dar un mayor y más intencionado empleo a las herramientas que ofrece el Portal para la retroalimentación con los lectores, gracias a los comentarios que pueden hacerse por parte de estos en el WordPress y fomentar encuestas, diálogos y hasta entrevistas a través de ese medio dedicadas a las diferentes aristas de la creación, promoción y consumo de la poesía. También se aspira a activar campañas publicitarias de poetas, libros, poemas, y ensayos y críticas sobre poesía en las diferentes redes sociales en que se maneja la imagen de la editorial: Facebook, Twitter, WhatsApp y Telegram, por el momento, y verificar cómo influyen estas en las descargas de títulos o en el acceso a las publicaciones de y sobre el género.

Estas son, a grandes rasgos, las líneas generales de trabajo que se han propuesto la editorial Cubaliteraria y su proyecto Cuba Digital para promover la poesía en el universo digital como una manera de desafiar el confinamiento, entendido este en su más amplia acepción.

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