Siempre fiel a su estilo ermitaño, alérgico a premios y actos públicos, Nicanor Parra murió hoy en Chile a los 103 años, con esa discreta existencia de la que nunca se alejó ni siquiera con el Premio Cervantes de Literatura.
Autor de Hojas de Parra, Versos de Salón y Antipoesía nació en San Fabián de Alico el 5 de septiembre de 1914 y aunque dentro de su propia familia se le distinguía por su verbo filoso, tenía predilección por su hermana Violeta.
A la autora de Gracias a la vida, Violeta Parra, a quien el pasado año Chile le dedicó una serie de homenajes a propósito del centenario de su natalicio, Nicanor le dedicó un conocido elogio: loba con piel de cordero.
El mayor de los hermanos Parra, célebres músicos y artistas del país austral, es considerado un visionario que revolucionó la poesía hispanoamericana y entre sus versos más emblemáticos destaca El hombre imaginario.
No podían faltar las muestras de pesar de numerosas personalidades en Chile, con la actual presidenta Michelle Bachelet y el mandatario electo Sebastián Piñera, y el ministro de Relaciones Exteriores, Heraldo Muñoz.
En Poemas y Antipoemas de 1954 hizo valer su absoluta irreverencia al declarar que el género ‘había sido el paraíso del tonto solemne, si bien se mantuvo apegado a la escritura con un propósito siempre provocador e inquietante.
Físico matemático, tenía una notable agudeza que preservó a pesar de los años, además de encantar a sus selectos y escasos visitantes a su morada recitando poemas en varios idiomas, junto con su humor mordaz al contar chistes callejeros.
‘El poeta es un hombre como todos; un albañil que construye su muro; un constructor de puertas y ventanas’, reflexionó en Manifiesto, en 1963, en el cual puntualizó que ‘Los poetas bajaron del Olimpo’.
A diferencia de Pablo Neruda (Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto) o Gabriela Mistral (Lucía Godoy), los dos Premios Nobel de Literatura chilenos, nunca se valió de seudónimos y jamás eludió la confrontación intelectual en cualquier ámbito.
Hombre culto que adoraba la obra Hamlet, de la cual hizo una versión propia, tuvo seis hijos, tres de su relación con Anita Troncoso; uno con Rosa Muñoz y sus dos últimos con Nury Tuca.
De lauros internacionales, a los que era esquivo de cuerpo y alma, logró en 1991 el Juan Rulfo de Literatura de México. Luego en 2001 el Premio Sofía de Poesía Iberoamericana y una década más tarde el Miguel de Cervantes, cuando ya tenia 97 años de edad.