La Puerta de Papel, un gran premio

Octavio Fraga Guerra
22/2/2017

El Premio La Puerta de Papel, convocado por el Instituto Cubano del Libro y dedicado al Sistema de Ediciones Territoriales, fue entregado este año durante las jornadas de la Feria del Libro en la habanera fortaleza de San Carlos de La Cabaña. Los reconocimientos correspondieron a cinco textos, tres escritos para adultos y dos destinados al público infantil.

En Fe de erratas. Antología personal (1988-2012), el primero de ellos, de la poeta, editora y ensayista Laura Ruiz Montes, con ilustraciones de Mayra Alpízar (Ediciones Aldabón, Matanzas), la propia autora revela que para muchos escribir es una fiesta, aunque ella no entra en ese grupo. Yo soy de otra banda —escribe— y mil veces la palabra escrita me ha provocado profundo dolor y ha hecho arder cualquier trozo de madera seca que haya habido en mí. “Por eso, esta Fe de erratas la tomo y entrego como mi legítima posibilidad de enmendar la plana, el derecho a mi propia reparación personal”.

La quietud, de Yunier Riquenes García (Ediciones La Luz, Holguín, 2015), novela premiada, es un texto donde el autor ofrece su particular visión de la vida, sin grandes paroxismos o meditaciones trascendentes, reseña la contraportada del libro. “Personajes signados por la voluntad de permanecer, aun en el dolor de una existencia llana, donde incluso el amor, la pérdida y la esperanza se mezclan entre sí en la lentitud abrumadora de vivir”. Con la entrega de este texto, Ediciones La Luz abre el camino a la promoción de la novela como género mayor y necesario.

Una investigación histórica, Matar al mambí. Documentos de la ofensiva española en el Camagüey (1870), de Elda Cento Gómez y José Abreu Cardet (Editorial Ácana, Camagüey), también fue reconocida por La Puerta de Papel. Este libro pone en manos del lector —se subraya en el reverso de la portada—, documentos de las fuerzas armadas coloniales durante la guerra grande en el Camagüey, en 1870 —momento del golpe brutal recibido por la revolución en ese territorio— y cuyos originales se encuentran en el Archivo General Militar de Segovia, España. Fueron seleccionados partes de acciones combativas y de operaciones de columnas —entre ellos, el que hace referencia a la captura de la familia de Ignacio Agramonte y el que da fe del logro del apresamiento de Oscar Céspedes, el hijo del Padre de la Patria—; documentos donde se reflejan la forma de combatir de los revolucionarios, la ferocidad de la represión, las prefecturas arrasadas, y junto a esto, la fortaleza de la resistencia que quedó simbolizada en los bohíos que esas columnas constantemente descubrieron y destruyeron y que aquellos hombres y mujeres continuaron levantando.

En literatura infantil fueron premiadosManolito y las cosas muertas, de Karel Bofill Bahamonde(Ediciones La Luz, Holguín) y Balgamel y el Reino de las Fábulas, de Kenia Leyva Hidalgo, literatura infantil (Ediciones Holguín), con ilustraciones de Abdel de la Campa y Felipe Pérez Verdecia, respectivamente.

Sobre las cosas vivas y las muertas escribe la autora del primero. Para ella estas últimas “no son esas que en su quietud han dejado de vivir, están en el abrazo de un hermano, en lo necesario de un amigo, en la caricia de una madre, en el dolor de un anciano…”.Bofill Bahamonde muestra en su texto, desde la visión de un niño vivaz e imaginativo, el valor universal de los sentimientos sin ñoña ramplonería, sino a través de historias contadas desde una honda realidad.

Por su parte, Kenia Leyva Hidalgo, con Balgamel…, describe dónde se encuentra el Reino de las Fábulas: entre una gran ceiba y el tronco de un viejo sauce, curioso, singular y fantástico como sus habitantes, cargados de magia y, sobre todo, de un espíritu noble y travieso. El protagonista, “un mago como pocos, se encarga de llevar los personajes a la sensatez  porque, como Consejero, es la figura más importante dentro de esta ingeniosa obra para niños, que propiciará momentos de inolvidable deleite”.