A propósito del Nobel
21/10/2016
Parece que la Academia Sueca de la Lengua quiere ponerse más a tono con el mundo patas arribas que signa a nuestra época. Hace tiempo ─desde mediados de la Guerra Fría, para ser más exacto─ viene jugando con una agenda sospechosamente política a la hora de tomar sus decisiones. Pero otorgar el Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan supera los más osados pronósticos. Por supuesto, si hubiera un Premio Nobel de Música, él sería uno de los candidatos obligados. Soy un gran admirador de su música, como de tantos otros autores estadounidenses, vivos y muertos. Sé también que Bob ha publicado textos bajo la influencia de la literatura beatnik, aunque desconozco esta línea de su obra. Es posible que algunos de estos textos puedan homologarse con el de otros reconocidos escritores de nuestra lengua; por ejemplo, Jorge Luis Borges, aun cuando la susodicha Academia lo ignoró todo el tiempo, como a tantos otros de relieve universal. Sin embargo, lo realmente revelador para mí del citado Premio Nobel 2016.
Como es notorio, la Revolución rusa o de Octubre, como también se le conoce, tuvo su poeta en la figura y obra de Vladimir Maiakovski. La Revolución cubana, sin embargo, no tuvo un solo poeta, sino una cosecha de poemas de la autoría de varios autores, cuyo destaque en la literatura nacional de su tiempo atendía a diferentes tendencias y niveles de creación. Y he aquí por donde le entra el agua al coco. Si realmente existe un nombre que resume con su obra la poesía de la Revolución cubana, es el de Silvio Rodríguez, reconocido cantautor y fundador del Movimiento de la Nueva Trova.
Los cubanos, a veces, somos un poco “recorteros”, para no ser absoluto. Nadie se extrañe si un día el Premio Nacional de Literatura se le conceda a él, o a otro cualquiera que aún no tienen fichado para tal reconocimiento y no a uno de esos autores que escriben novelas y poemarios, géneros dilectos y propiciatorios para reconocer a tales elegidos. En fin, que los años que se avecinan auguran sorpresas en política, ciencia, tecnología, arte y literatura, hasta el presente impensadas por los que presumen de tener la más viva imaginación.
Esperaba que La Jiribilla dedicara el número de esta semana (22-28 de octubre de 2016) a Bob Dylan, pero no ha sido así. ¡Qué se le va a hacer! Sin embargo, en dicho número, en la sección “Diario que a Diario”, Jorge R. Bermúdez escribe un breve artículo sobre el cantautor norteamericano que me ha dejado un tanto desorientado con alguno de sus comentarios, pues después de decir que la concesión del Premio Nobel de Literatura 2016 “supera los más osados pronósticos”, a continuación afirma categóricamente: “Por supuesto, si hubiera sido un Premio Nobel de Música él sería uno de los candidatos obligados. Soy un gran admirador de su música…”. Y yo me pregunto: “¿Y de sus letras”? Porque, que yo sepa, Bob Dylan no solo toca la guitarra y la armónica, sino que también cantas los textos que ha escrito. El articulista reconoce, por otra parte, que sabe que “Bob ha publicado textos bajo la influencia de la literatura beatnik, aunque desconozco esta línea de su obra”. Incluso le concede la posibilidad de que “alguno de estos textos” puedan homologarse con el de otros escritores reconocidos de nuestra lengua” que no obtuvieron el premio, aunque solo cita a Borges. Y digo yo: ¿Y Julio Cortázar, Blas de Otero, Mario Benedetti o Eduardo Galeano? Pero no sigamos por esta línea porque ya sabemos aquello que ni son todos/as los que están ni están todos los que son. Sigo leyendo el artículo y, no sé por qué causa, probablemente de forma involuntaria, cuando el autor del texto va a expresar algo que le parece verdaderamente significativo, no logro saber a qué se refiere, porque la oración está sin acabar. Dice: “Sin embargo, lo realmente revelador para mí del citado Premio Nobel 2016.” ¿Y?
Como soy un nostálgico, y a la esperanza de que, ¡ojalá!, La Jiribilla confeccione un monográfico sobre el cantautor norteamericano, como soy un nostálgico, escuchemos las canciones de su disco The freewheelin (1962), entre las que se encuentra la titulada GIRL OF THE NORTH COUNTRY, es decir, “Chica del país del Norte”, de acuerdo con la traducción del inglés al castellano realizada por Carlos Álvarez, Bob Dylan. Canciones 1, Madrid, Espiral/Fundamentos, 1996, 4ª edición, pp. 15-17:
CHICA DEL PAÍS DEL NORTE
Si vas a la feria del País del Norte,
Donde los vientos azotan con fuerza la línea fronteriza,
Dale recuerdos míos a una chica que vive allí.
Ella fue, una vez, mi verdadero amor.
Si vas cuando las tormentas de nieve,
Cuando los ríos se hielan y el verano termina,
Por favor, fíjate si lleva un cálido abrigo,
Que la proteja de los fuertes vientos.
Por favor, mira si su pelo cuelga largo,
Si cae dando vueltas sobre su pecho.
Por favor, mira si su pelo cuelga largo,
Porque así es como mejor la recuerdo.
Me pregunto si alguna vez se acuerda de mí.
Muchas veces lo he deseado
En la oscuridad de mi noche,
En la claridad de mi día.
Así que, si vas a la Feria del País del Norte,
Donde los vientos azotan con fuerza la línea fronteriza,
Dale recuerdos míos a una chica que vive allí.
Ella fue, una vez, mi verdadero amor.
Emilio Rucandio Palomar
Valencia (España)