Julio García Espinosa, vivir bajo la lluvia

Luciano Castillo
1/9/2016

Perteneciente a la estirpe de los fundadores y con una perenne voluntad de provocación, el cineasta Julio García Espinosa cumpliría 90 años el próximo 5 de septiembre. Mucho antes de su desaparición física, ocurrida el pasado 13 de abril, la Cinemateca de Cuba programó festejar estas nueve décadas de fructífera vida con una retrospectiva de su obra.

Comparte su título, Vivir bajo la lluvia, que proviene de un lúcido texto que publicara en La Gaceta de Cuba allá por los años 60 con el del libro compilado por Dolores Calviño Valdés-Fauly para Ediciones ICAIC, actualmente en proceso de impresión.

La muestra se inaugura hoy jueves 1ro. de septiembre a las 6:00 p.m. en el cine 23 y 12 con una trilogía de piezas fundamentales no solo en su filmografía, sino en la historia de la cinematografía nacional: El Mé­gano (1955), uno de los títulos precursores del nuevo cine cubano y antecedente del movimiento del Nuevo Cine Lati­no­ame­ricano; La vi­vienda, filme comenzado a principios de 1959 por la Sección de Cine de la Dirección de Cultura del Ejér­cito Rebelde y concluido en el mis­mo año por dicho equipo en el re­cién creado Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC); y Sexto aniversario (1959), uno de los primeros documentales producidos por la primera institución cultural creada por la Revolución.

Fundador del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos en 1959, debutó en el largometraje con Cuba baila (1960), comedia costumbrista a la que siguió El joven rebelde (1961), sobre un argumento del célebre guionista Cesare Zavattini, uno de sus profesores en el Centro Sperimentale di Cinematografía de Roma (1951-1954), donde cursó estudios y se graduó como director entusiasmado por las ideas del neorrealismo italiano. Al retornar a Cuba ingresó en la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, que reunía a los artistas e intelectuales más progresistas, y preside su Sección de Cine, etapa en que filma El Mégano.

Su desmitificadora cinta Aventuras de Juan Quinquín (1967) figura entre los clásicos del cine cubano; en otros intervino como coguionista. Con La inútil muerte de mi socio Manolo (1989) imprime un raro tono de teatro filmado sin dejar de ser cine a su versión de una notoria pieza de nuestra dramaturgia. Consciente de que “toda obra de arte es un riesgo y, como tal, es siempre un experimento”, explora diversos temas e inquietudes en los filmes Son o no son (1980) y El plano (1993). Si en el primero reflejó su muy temprana pasión por el universo del teatro y el espectáculo, el segundo le permitió explorar el video. Uno de los ideales estéticos del cineasta: lograr la emoción sin quebranto de la reflexión, lo logró con Reina y Rey (1994), desgarrador retrato de una anciana en su lucha por sobrevivir junto a su perro en medio de las carencias económicas por las que atravesó Cuba en los años 90.

Paralelo a la realización de su propia obra, aportó una importante labor teórica en la que sobresale su polémico texto Por un cine imperfecto (1969) y laboró como formador de las nuevas generaciones de cineastas de la Isla en la dirección artística de la producción. En el periodo 1983-1990 presidió el Icaic y como miembro fundador del Comité de Cineastas de América Latina desplegó una intensa labor en aras de fortalecer la unidad y proyección internacional de los realizadores del área. Asumió en 1985 la responsabilidad de instituir la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, presidida por Gabriel García Márquez, y un año después promovió la puesta en marcha de la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños, que dirigió en la etapa 2002-2007.

Toda su vida mantuvo una actitud relevante en la promoción del más valioso arte cubano y con su talento nutrió el patrimonio audiovisual iberoamericano. Esta retrospectiva de la Cinemateca que se extenderá hasta el día 9 es el preámbulo del homenaje que rendirá a Julio García Espinosa el 38 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano del 8 al 18 de diciembre.

Fuente: Granma