La espina y la rosa

Laura Vilar Álvarez
15/1/2021

Desde que Fidel Castro creó las escuelas de arte en 1962 los artistas A, B, C o X, Y, Z dejaron de ser solo competencias independientes a expensas de su suerte para recibir una formación especializada y formar parte de los talentos que se desarrollaron en dichas escuelas. Capacidad devenida en profesión artística, cuya resultante ya tiene rostros en muchas de las letras del alfabeto que fueron horneadas en sus aulas. Varios de ellos representan con éxito y dignidad a la música cubana.

Si bien fueron canteras en su etapa formadora, no todos corrieron la misma suerte de la comprensión y atención en la vida real fuera de la academia, claro que X ha debido pagar por su promoción sin obtener los mejores resultados, por lo que su inversión no siempre fue feliz, pero estoy segura que el estado se ocupó durante décadas de pagar su seguridad social y mantener un salario que corresponde al salario promedio de los trabajadores en Cuba, una misma suerte, un mismo país, un trabajador de la cultura.

“No basta con tener talento, hay que tener constancia, disciplina y respeto a los que nos dirigen para poder reclamar respeto”.
 

Considerar a un artista como un trabajador por cuenta propia (TCP) no demerita ni a uno ni al otro, ambos aportan a la sociedad en que vivimos. Claro que existen diferencias justas en su valoración social, pero ojo, ambos tienen familias que mantener y ambos tienen deberes y derechos con el Estado y la sociedad. Unos sostienen nuestro entorno y otros sostienen y alimentan nuestras almas, pero no mordamos la mano de quien nos da de comer.

Claro que la situación laboral de muchos músicos como X, Y, Z, es compleja y está llena de incomprensiones que comenzaron en la praxis de su profesión. Muchos de ellos no han tenido la misma suerte fuera de la capital del país, dura ha sido la realidad que ha propiciado que muchos de los músicos emigren hacia la capital para obtener mejores oportunidades; sin embargo, siempre admiro y respeto la decisión de aquellos músicos que como X, A o W también decidieron tomar el camino de brindar su arte a quienes los vieron nacer. Infelizmente X, como otros músicos, no ha sido comprendido, lo que resulta un bochorno para algunas de las instituciones de la música en el país, pues son acciones que no deberían suceder, ya que es obligación de los cuadros, funcionarios y técnicos cuidar, atender, promover y utilizar a sus artistas para brindarle a los pobladores un arte de mejor sensibilidad y factura.

La incapacidad, ineficiencia y falta de compromiso de algunos funcionarios con sus artistas contribuyen al desencanto y a la frustración de estos ciudadanos y debería sancionarse duramente, porque son responsables de la vida espiritual de un ser humano que su error puede homologarse al mismo nivel y responsabilidad que se le concede a un médico con la vida de un paciente. Quienes atentan contra el desarrollo de un músico frustran su vida, laceran profundamente su alma, que él entregó desde niño a desarrollar su talento y profesión. Toda una vida llena de sacrificios y horas de entrenamiento. Por esta entrega, por este sacrificio, por su alta capacidad sensitiva el respeto, el cuidado y la sensibilidad debe primar, lo que no significa permitir malacrianzas e irrespetos.

Si el arte y los artistas se cultivan bien se recogerán buenos frutos, y con ello se contribuirá al desarrollo local que tanto se necesita para obtener mayores dividendos para sus pobladores, porque con el fin de tener un desarrollo local más próspero no hay que contar con polos turísticos de sol y playa, existen otras vías. Cuba es un paraíso terrenal y tiene un clima que muchos envidian, ¿por qué no pensar en validar lo que caracteriza a cada territorio y convertirlo en atracción para sus pobladores nativos y foráneos? Estamos llamados todos los cubanos a pensar de manera diferente, a pensar nuevas reglas del juego. Apartarnos de los lamentos que no significa quedarnos callados, centrar nuestras energías en producir nuevos derroteros que favorezcan a la sociedad.

Pero si bien no hay enmiendas posibles para los que atentaron contra el desarrollo de X, no entiendo que hubiese esperado tanto tiempo para plantearlo. Me pregunto entonces, ¿qué hizo X para revertir su camino? ¿Será que X se fue por el camino fácil al escoger un repertorio superfluo y de moda? Y es entonces cuando respeto todavía más a las agrupaciones de órgano —del grupo de las Y y las Z— que se mantienen vivas, “luchando”, buscando, defendiendo un formato raigal, de tradición familiar, para algunos ya obsoleto, pero que, alternando repertorios de antaño con otros de mayor actualidad, le siguen moviendo la cintura y los pies a los bailadores adultos y jóvenes. Ellos siguen enfrentando a funcionarios burócratas e insensibles, pero no por estos tropiezos dejan de defender su arte, plantear sus problemáticas, y ellos también están en la tierra que los vio nacer.

La realidad que vivimos es muy cambiante y el músico tiene ante sí varios conflictos que enfrentar y contribuir a solucionar. No basta con tener talento, hay que tener constancia, disciplina y respeto a los que nos dirigen para poder reclamar respeto, como dice el refrán “respetar para ser respetado”, hay que exigir los derechos como también hay que cumplir con los deberes y nunca olvidar que los artistas se deben al público, que trabajamos para la sociedad, así como la sociedad debe reconocernos y cuidarnos.

Pienso que, en un mundo tan convulso y complejo, nos toca dialogar, nos toca a todos cambiar todo lo que deba ser cambiado, estar informados, exigir con argumentos, trabajar para crear un país mejor y donde toda mujer y hombre tenga cabida en una sociedad que nunca será perfecta, pero como dice el poeta “Debes amar la arcilla que va en tus manos” y “Sólo el amor engendra la maravilla”.