El rap ecológico de Osmel Francis y Cubanos en la Red
26/12/2019
No han sido pocas las agrupaciones y solistas de nuestra música popular que han elaborado canciones en las cuales se hace mención a la naturaleza, así como a los diversos elementos que la integran. Por citar algunos ejemplos del género musical denominado Guajira tenemos “El arroyo que murmura”, del compositor y director Jorge Ankerman [1]; “Entre preciosos palmares”, compuesta por Ignacio Piñeiro; “Junto al palmar”, con las voces de Sindo y María Elena acompañadas del Conjunto Caney; “Paisajes naturales”, de José M. Rodríguez; el bolero “Los cuatro vientos; los siete mares”, por el Conjunto Rumbavana, o “Mi playa azul”, bajo la autoría de Tania Castellanos e interpretada por el cuarteto Los Modernistas, entre otros. Sin embargo, desde hace dos décadas hasta la actualidad, ha sido Osmel Francis Turner (conocido como el abuelo del rap) el artista que se ha encargado de sistematizar conscientemente las problemáticas relacionadas con la dimensión medioambiental en nuestro país y a nivel regional, junto a su grupo Cubanos en la Red.
La cultura hip hop cristaliza en los Estados Unidos a principios de los años 70 en las comunidades latinas y afronorteamericanas (Bronx, Philadelphia, Harlem, Queens). Este movimiento cultural ha ido aglutinando a lo largo del tiempo varios elementos constitutivos que lo definen. Estamos hablando del maestro de ceremonia (MC) devenido rapero, el espíritu de emprendimiento callejero, la moda callejera, el grafiti, el deejay, el breakdance o baile callejero, el slang o lenguaje callejero, el beat box u orquestación humana, entre otros. En el caso específico de Cuba podemos rastrear sus orígenes a finales de los años 70 y comienzos de los 80, cuando el baile (breakdance) se impone con fuerza. Posteriormente, y debido a diversas circunstancias sociohistóricas, el baile va perdiendo su protagonismo, al tiempo que avanza el rap (género musical consistente en rimar sobre una base rítmica). La mayoría de los textos presentes en las canciones de los cultivadores de este género versan sobre dimensiones de índole política, económica, filosófica, social, etc. En nuestro país, el rap resultó una música muy atractiva para sectores de menores ingresos, constituyéndose posterior y mayoritariamente en un importante espacio de dignificación de personas negras y mestizas.
Existen varios artistas que pueden analizarse como antecedentes del rap en Cuba. En la obra de algunos de ellos se puede notar, incluso, cierta apología bucólica de la naturaleza y sus recursos. Tenemos el caso de Harry Lewis, que empleaba un parlato-slang encima de guarachas, con canciones bien conocidas como “Valles de picadura”, “Mucha bermuda voy a sembrar”, “La pangola”, entre otras. También tenemos el caso de Francisco Fellove, un artista proveniente del feeling y creador del ritmo chuá-chuá, consistente en canciones adornadas con instrumentaciones vocales. Se hizo internacionalmente conocido por un tema titulado “Mango, mangüé”. Como dato interesante tenemos que Olga Guillot y Dizzie Gillespie interpretaron un bolero suyo titulado “Dos caminos” [2].
Por todo lo anteriormente dicho, no resulta extraño que Osmel Francis herede esas sonoridades —en las que también rinde homenaje a otros músicos cubanos que empleaban el doble sentido, como es el caso de Faustino Oramas (El guayabero) y Ñico Saquito—, y las mezcle con un género musical que posee una profunda convicción sociológica. Tampoco es de extrañar que la temática ecológica sea una constante en un maestro de ceremonia preocupado por el destino de nuestro planeta.
Cubanos en la Red surge en Islas Canarias, inicialmente como un libro homónimo de ficción escrito por Osmel en el año 1997, cuyo eje central versa sobre un grupo de jóvenes cubanos que integran a su computadora un acelerador artesanal, provocando el surgimiento de un mundo paralelo. También es abordada la idea de ubicar 200 satélites de baja altura en órbita para crear una red propia: Hatuey-net. En la obra se maneja el concepto de interconexión entre usuarios por hiperterminales y de diferentes bancos de datos ubicados en las montañas de Cuba, conservados por un sistema de enfriamiento. Nuestro país pudo acceder a la red Internet en 1996, tan solo un año antes. En este sentido, el libro de Osmel se sitúa entre las obras de ciencia ficción donde son utilizados conscientemente elementos de índole medioambiental. Existen antecedentes literarios como La Corriente del Golfo, del autor Juan Manuel Planas y Sainz [3], donde es narrada la historia de independentistas cubanos que crean un artefacto para que la corriente del golfo deje de llevar calor a España, con el objetivo de que caiga en un proceso de glaciación y poder arruinarla económicamente. Habana Underguater, del escritor Erick Mota Pérez, es considerada una obra pionera en nuestro país del subgénero Afrofuturismo, en la cual coexisten el enfrentamiento entre pandillas, orishas de la religión yoruba insertados en redes informáticas, una Cuba post-diluviana, juegos de palabras codificados, abakuás, hackers, etc. También contamos con La Nevada, de Gabriel Céspedes y los cuentos Volver a Calaforra, El síndrome de Shangri-la 14 y El rostro de Gaia, de José Miguel Sánchez (Yoss).
La publicación del libro de Osmel Francis tuvo un éxito enorme, pero no tanto como la musicalización de la sinopsis del mismo en un programa promocional en Madrid, idea que finalmente abrazó este artista, constituyéndose Cubanos en la Red en un proyecto sociomusical hasta nuestros días. Varios artistas reconocidos han compartido escenario con esta agrupación: Baby Lores, Edesio Alejandro, Buena Fe, el rapero y productor Malcolm Junco, Alexander Delgado (Gente de Zona), Patricio Amaro, el grupo Moncada, entre otros.
Ahora bien… ¿Cuándo es que este maestro de ceremonia integra a conciencia la dimensión ecológica en sus creaciones? ¿Es una tendencia que brota mucho después en su quehacer sociomusical? Definitivamente no. Osmel trabajó en su juventud con un equipo multidisciplinario denominado Grupo de Desarrollo del Parque Baconao, y desde entonces, la idea de fusionar música y artes plásticas con la cultura ambiental estaba tan enraizada en su mente como la Cailliea glomerata (marabú) en nuestros suelos [4]. Resulta fascinante conocer acerca de un órgano marino (un instrumento que sonaba con la energía de las olas) creado por este artista en colaboración con un físico nuclear. A partir de ese momento y hasta nuestros días, Osmel Francis ha conjugado el activismo y la pedagogía con un sinnúmero de actividades, experiencias y saberes basados en el manejo y la protección del medio ambiente; así como en fomentar políticas que tributen a un cambio de paradigma en la actual relación de la humanidad con el planeta y sus ecosistemas.
Es justo mencionar que la canción que disparó la popularidad de esta agrupación en nuestro país fue “Décima al sol”, surgida a raíz del programa Pasaje a lo desconocido, conducido por el reconocido periodista Reinaldo Taladrid. Con una fortísima carga simbólica, este tema ha devenido un verdadero clásico dentro del panorama hiphopero cubano, a pesar de que alguna crítica confundió su discurso alegando que se trataba de una ironía relacionada con el apagón eléctrico en Cuba, cuando en realidad se estaba hablando del apagón solar. En el videoclip aparecen figuras reconocidas dentro del panorama cultural cubano, como el cantautor Polito Ibáñez y el promotor cultural Rodolfo Rensoli Medina (fundador de Grupo Uno y de los festivales de rap en Cuba).
Entre los proyectos culturales en los que ha participado este reconocido músico se encuentran el fonograma Casiguaguas (nombre con el que los aborígenes denominaban al río Almendares), y la exposición colectiva titulada Guayaberas de un cubano ecologista, siempre en espacios abiertos y en la que participaron instituciones y artistas como Zaida del Río, Maykel Herrera, Jorge Perugorría, Nelson Domínguez, Proyecto Huellas, Centro de Intercambio y Referencia-Iniciativa Comunitaria (CIERIC), Fundación Núñez Jiménez, entre otras. El impacto del proyecto a la hora de promocionar el uso de una prenda de vestir autóctona, la esencia ética del mismo y su vinculación con las artes plásticas, es realmente formidable. Dicho proyecto desarrolla y estimula, consciente o inconscientemente, dos de los diez elementos constitutivos de la cultura hip hop casi inexistentes en la prensa, literatura especializada y ciencias sociales cubanas: el espíritu de emprendimiento callejero y la moda callejera. Como referente de este último, se recomienda consultar el documental titulado Fresh Dressed (2016), de Sacha Jenkins, donde es abordada la notoriedad de Shirt Kings, una marca de ropa surgida a raíz de la combinación del grafiti en las camisetas y jeans; así como marcas que constituyeron la salvación del guetto —pensadas para un tipo de sector demográfico de clientes— como Dapper Dans (combinación de diversas marcas famosas, a manera de samples) y otras que lucharon fuertemente para posicionarse en el negocio de la alta costura, como Sean John (compitiendo con transnacionales como Gucci y Louis Vuitton); además de otras igualmente reconocidas a nivel global como Cross Colours, Karl Kani, Wu Wear, Nautica, Fubu (For Us By Us), Polo Ralph Lauren, Esco Clothing, Tommy Hilfiger y Ecko, cambiando un poco la manera que tenemos a veces de ver la moda como algo pueril, superficial. Quién sabe si en un futuro no muy lejano, las guayaberas ecológicas de Osmel puedan estar insertadas en los principales centros de moda a nivel mundial, donde esta prenda de vestir tan vernácula descuelle por su presencia y diversidad.
Cubanos en la Red también celebra todas las fechas del calendario ambiental, como el Día Mundial del Agua (22 de marzo), el Día Mundial del Medio Ambiente (5 de junio) y el Día Internacional de la Madre Tierra (22 de abril) con proyectos, asociaciones y acciones ecológicas como La Isla Verde (Santa Fe), donde se ha realizado limpieza de ríos y litorales con la participación de importantes figuras nacionales e internacionales como los deportistas Yunidis Castillo y Dayron Robles, así como John Ashton (Representante para el Cambio Climático del Ministerio Británico de Relaciones Exteriores). La limpieza de la Bahía de la Habana; la denominada agricultura de conservación; el Festival Madre Tierra (de alcance nacional); el concurso de culturas indígenas, que intenta rescatar y dignificar la presencia indigenista en Cuba; la Asociación Cultural Maya-Yucateca Sak’ Juyub’; la incursión en el primer cómic ambiental titulado El buen vivir, en colaboración con la empresa ANIMA en Holguín; así como el Pachamama Game Jam, evento consistente en la creación de videojuegos con temáticas ecologistas, son algunas de las dimensiones que cubre la amplia agenda de Cubanos en la Red, convertido ya en un grupo ecologista con una mirada interdisciplinaria, innovadora y de amplio alcance.
Con la inclusión de audiovisuales (más de 60 videoclips elaborados de modo alternativo), programas teóricos, maratones, conciertos, siembra de árboles, exposiciones de artes plásticas y fotografía, competencias de programación de videojuegos, obras de teatro, programas de radio y televisión, recogidas de materias primas, así como otras muchas acciones para respetar y proteger el medioambiente, podemos inferir que Cubanos en la Red deviene paradigma del rap ecológico en Cuba, en lo referente a promover un cambio de mentalidad que asegurará un equilibrio positivo en el planeta, del cual disfrutarán actuales y futuras generaciones.
Resulta alentador conocer que Osmel no se encuentra solo en este empeño, ya que a nivel regional aparecen jóvenes artistas impulsores del denominado “hip hop agrario”. En Colombia existe el Proyecto Agroarte, localizado en la Comuna 13 de Medellín, donde sus integrantes llevan aproximadamente 17 años trabajando en pos del rescate de conocimientos ancestrales, procesos de resistencia en contra de la violencia (Jornadas Mujeres Agroarte) y de pedagogía sobre la cultura agraria colombiana. Integran, además, iniciativas complementarias como el “Ciclohopper”, consistente en el conocimiento de la ciudad utilizando un transporte viable y libre de contaminación como es la bicicleta. El líder de este proyecto es el rapero Luis Fernando Álvarez, “AKA”.
Osmel es mas fuerte que el Marabu, por su energía y resiliencia.
BUEN Y GRANDISIMO HISTORIAL! DIOS QUIERA TODO EL MUNDO PIENSE COMO USTEDES! Con artistas como ustedes se puede cambiar el pensamiento destructivo de muchos , para con el medio ambiente! SALUDOS! EL MEDICO DE SANTIAGO DE CUBA Y EL MUNDO!