En el centenario de Benny Moré
22/5/2019
La exposición que hoy inauguramos con motivo de los homenajes de CUBADISCO al Bárbaro del Ritmo, como nuestro pueblo bautizó al Benny, fue realizada por el diseñador y artista de la plástica Santos Toledo Argudín, quien es, a mi juicio, ya lo he dicho en otras ocasiones, el artista de las artes visuales que con más hondo calado penetra con sus obras en la sicología y la expresión de nuestros grandes músicos, a los que ha dedicado numerosos de sus excelentes trabajos en carteles, infografías, libros, discos, especialmente las exposiciones que tienen como elemento central la fotografía. Fotografías que en muchos casos —y este es uno de ellos— Santos no hizo o tomó personalmente, sino que las redimensiona en singular y paradigmática recreación mediante su fabuloso sentido del diseño, y las plasma en una nueva visión y correlación que abarca la forma, las dimensiones del espacio, el color, sin alterar la imagen, pero sí trasuntando sus efectos a partir de acentuar la cualidad, el sentido, digamos dramatúrgico, del personaje en sus contextos.
Benny Moré, si bien no el único, ha sido sí, a lo largo de años y en muchas ocasiones, uno de los más estudiados y mejor reflejados por Santos en sus creaciones; así podremos hoy una vez más observarlo, disfrutarlo.
Benny, como sabemos, no vivió muchos años, solo 44, y por el contrario de lo que muchos piensan su paso por la vida no fue un paseo deleitoso. Como todo hombre venido de las capas más humildes de la sociedad, y por el color de su piel, tuvo que enfrentar una vida dura, difícil, por momentos incierta. Muchos fueron los obstáculos que debió vencer y muy grandes los esfuerzos que tuvo que desplegar, para finalmente alcanzar su sueño de moldear el genio que él sabía abrigaba en su voz y en el alma, de manera intuitiva pero muy persistente.
Sin embargo, sus empeños, optimismo y alegrías fueron infinitos, como también la capacidad de aprender, conocer y mostrarse a los demás mientras se construía a sí mismo, aprendiendo de todo el que le podía enseñar, sin pedirlo y sin decirlo, pero siempre con la bondad y la dulzura de su noble carácter y profundo sentido de la amistad.
Una vez alcanzada la gloria por el amor de sus públicos y el respeto de sus colegas en el arte, el Benny nunca renunció, más bien diríase que acentuó esas hermosas cualidades humanas, que modelaron su personalidad criolla, popular, cubanísima y esplendorosa en la escena, que le hizo acreedor de las más expresivas simpatías en todas las capas de la sociedad, salvo, claro está, algunos pedantes burgueses que, sin embargo, ocultos en sus guaridas celebraban con su música.
Su desaparición física motivó uno de los más sentidos y conmovedores duelos que el pueblo cubano experimentó en su historia. Ahí están para demostrarlo las impresionantes y multitudinarias imágenes en las fotos y comentarios de la prensa, en las filmaciones que se hicieron para la televisión y el cine y en las expresiones de angustia y dolor que mujeres y hombres vertieron en ellas, no solo en La Habana, también en muchas otras ciudades del país.
A pesar de los 56 años transcurridos desde su muerte, Benny Moré sigue habitando en la sonoridad musical cubana, su portentosa voz nos acompaña siempre desde sus inmortales grabaciones. Su pueblo lo conoce y distingue, los músicos lo siguen, los escritores y dramaturgos lo revisitan, los poetas le cantan, los jóvenes músicos que aspiran a empinarse a sí mismos le tienen como ícono. En muchos pueblos de América Latina su música se reproduce, se canta, se baila. No son pocos los compositores que le toman como fuente de inspiración.
Si grandes historias de vida hay en Cuba, que por sí mismas niegan rotundamente aquel viejo proverbio de que “nadie es profeta en su tierra”, una de ellas, y de las más luminosas, es la de Benny Moré.
Recordémosle pues con la alegría, el optimismo, la capacidad de sobreponerse a los obstáculos y dificultades, el sentido solidario de sus relaciones humanas y su fe en que el triunfo es de aquellos que nunca se rinden, porque así fue Benny Moré. ¡Bendito sea!