Huellas y entresijos de Los días de la danza
29/4/2019
El arte danzario asumió un rol protagónico del 23 al 28 de abril gracias a las diversas compañías que se presentaron en el teatro Mella como parte de Los días de la danza. Este año se contó con la presencia de la Compañía Retazos, de Isabel Bustos (Momentos); Acosta Danza, de Carlos Acosta (Belles Lettres); el Ballet Nacional de Cuba, dirigido por Alicia Alonso (Las llamas de París); la Compañía de Santiago Alfonso (Son al Son y Homenaje al Benny); la Compañía de Rosario Cárdenas (El ascenso), entre otras.
Para conocer acerca de las interioridades del evento y el impacto social que ha tenido, hemos conversado con el maestro Santiago Alfonso, premio nacional de Danza y director artístico.
Los días de la danza es un lucido acontecimiento que no solo homenajeó al coreógrafo Jacques Noverre, sino a la cultura y arte cubanos. ¿Cuáles son las particularidades que contribuyeron a su surgimiento y sus objetivos iniciales?
Como bien dices, esta celebración tuvo, en su origen, el fin de homenajear al coreógrafo Jaques Naverre, quien llegó así a Cuba. Sin embargo, una vez que se asentó en esta tierra, no solo lo homenajeamos, sino además rendimos tributo a los logros que ha tenido la danza en nuestro país, que van desde la masificación de la enseñanza de todas y cada una de las diferentes técnicas, hasta la creación de muchas compañías que han puesto muy alto el nombre de Cuba en cada parte de nuestro planeta. Tampoco podemos olvidar que, con el triunfo de la Revolución, hubo una incuestionable voluntad política para que, no solo la danza, todas las manifestaciones entraran con todos sus derechos y deberes a formar parte del cuerpo cultural del país.
“También se declaró abiertamente en contra de cualquier manifestación racista, y el mejor ejemplo es la creación, en el mismo 1959, del Conjunto Nacional de Danza, en el cual la mayoría de sus integrantes éramos negros. Poco después nacen el Conjunto Folklórico Nacional y el Conjunto Experimental de Danza. La tapa al pomo (como decimos los cubanos) la puso la creación de la Escuela Nacional de Arte, en la que ingresaron miles de muchachos de todas las regiones del país. Todo esto trajo como consecuencia que el bailarín y la bailarina dejaran de ser vistos por la sociedad —en su mayoría— como personas antisociales. Antes del 59, decir bailarín era símbolo de los peores vicios, y muchos de nosotros éramos vistos, hasta por nuestros propios familiares, como desgracia familiar”.
Qué criterios de selección se tienen en cuenta para que un artista, una agrupación danzaria, se presente en el Mella durante estas jornadas.
Debo aclarar que yo no participo en la selección de los grupos y compañías que se eligen para este evento; no obstante, estoy convencido de que se realiza con el mayor rigor y profesionalidad. Se parte del criterio de que deben pertenecer al Centro de la Danza y, por lo tanto, al Consejo Nacional de las Artes Escénicas, entidad que rige desde el Ministerio de Cultura (Mincult) las Artes Escénicas.
“Esto no significa que todas las que no han participado en esta edición no cumplan los requisitos de calidad requeridos, porque, por ejemplo, Danza Contemporánea de Cuba, que no participó, es nuestra compañía insignia en esa disciplina, y si no estuvo ha sido por tener compromisos impostergables. Está también Mi Compañía, que está teniendo una temporada en el Teatro Martí; Danza Española de Cuba, que acaba de terminar una temporada en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso; la Compañía de Irene Rodríguez, que la semana anterior protagonizó el evento de La Huella de España, y así otros grupos”.
¿Diferencias entre esta edición de Los días de la danza respecto a las anteriores?
Considero que este año el nivel demostrado por cada una de las compañías ha sido muy alto, tanto en lo técnico como en la disciplina, profesionalidad y criterio artístico. Me refiero no solo a las profesionales, sino también las escuelas, sin excepción, las cuales han dado un salto cualitativo admirable, lo que nos obliga a todos a pensar y repensar nuestros criterios ante el evento, porque el público que asiste hoy a los teatros sabe lo que va a ver, sabe medir lo que le presentamos.
La figura del director artístico es indispensable para la curaduría de un acontecimiento de tal calibre. ¿Bajo qué ordenanzas técnicas y conceptuales se compone la programación, organización y puesta en espacio de las piezas?
Hace muchos años que trabajo con el concepto de que un solo criterio no es suficiente en el trabajo, por lo tanto, en esta celebración, como en todo lo que hago, trabajo en equipo. Formo un grupo con la directora general María del C. Borroto; Erick, en representación del Consejo Nacional de las Artes Escénicas; Jorge, jefe de escena; Carburo, coreógrafo, y en algunos momentos Esteban Delgado, profesor de Danza de la ENA y de mi Compañía. Asimismo, los directores de cada agrupación tienen el derecho a emitir criterios, porque son personas con mucha experiencia. Esto no significa que no asuma mis responsabilidades, por el contrario, hace que tenga la responsabilidad de oír a todos antes de tomar una decisión; además, tenemos una compañera llamada Andrea, dedicada a audicionar las obras antes del evento.
¿Qué impacto ha tenido el evento desde el punto de vista nacional e internacional en términos de estado de opinión, asistencia al teatro de público especializado y —sobre todo— no especializado?
Pienso que la mejor respuesta es la asistencia del público, que ha crecido día a día. Si medimos lo que sucedía en años anteriores y lo comparamos con lo que ha estado sucediendo este año, podemos sentir satisfacción, aunque sabemos que nos queda mucho por alcanzar. Tenemos que lograr que las condiciones técnicas estén a la altura de las necesidades del espectáculo, para poder darle a ese público que asiste lo mejor. En cuanto a lo internacional, no puedo hablar de cantidad de asistentes, pero lo que sí puedo afirmar es que quien asiste, se va con la convicción de que ha visto trabajos danzarios de calidad en cualquiera de las disciplinas que se presentan.
¿Considera que Los días de la danza es un evento de máxima prioridad para el desarrollo de nuestro quehacer danzario y de los públicos? ¿Por qué?
No me siento potestado para decir que sea de máxima prioridad, pero sí puedo afirmar que es muy bueno y útil, porque constituye la única oportunidad en el año de poder estar cerca, de cambiar impresiones, de aprender de otros, de ver diversos criterios estéticos y, sobre todo, de ver de muy cerca la evolución de la danza en Cuba; aunque no estén todos, por ejemplo, los grupos de otras regiones del país, donde hay trabajos de mucha calidad. Para mí resulta un enorme privilegio este contacto, y siento un gran orgullo por formar parte, después de 60 años, del movimiento danzario cubano.
¿Retos y proyecciones para versiones venideras?
El mayor reto es estar a la altura de mis responsabilidades, aprender y aprender, y ser cada día más cubano y mejor miembro de esa familia.