“Un time” con Harold Merino Bonet, Premio Cubadisco 2018
20/12/2018
A pocos días de celebrar su primer concierto en un espacio mágico como el teatro del Museo Nacional de Bellas Artes, donde interpretará temas de su primer fonograma Un time, premiado en Cubadisco 2018, Harold me recibió en su espacio de creación. Fue un placer constatar su talento, respeto y pasión por el trabajo.
Harold, he notado al escuchar tu disco Un time un punto medio, -por decirlo de alguna manera- entre la academia y la música electrónica; la academia que está representada por la música pianística de la que provienes y donde aparecen entonaciones referentes al Impresionismo, me dirás si estoy errada. Me comentabas antes de la entrevista que fue una producción realizada hace dos años, que quizás se aleja un poco de tu creación en la actualidad. ¿Qué significó Un time para ti y qué mantiene tu creación actual de esa etapa?
Un time, como siempre digo, es un recopilatorio de mi etapa inicial de creación. Empecé a hacer música electrónica hace unos ocho años y al principio tenía un poco de curiosidad con lo que es la composición y los compositores, pues la academia te obliga a estudiarlos, además de que me encanta la música clásica. Al principio siempre me dediqué a componer a través del piano cositas para cuerdas, con las que no hice nada porque estaba experimentando. El maestro Juan Piñera impartía talleres de Composición en el Conservatorio Amadeo Roldán donde yo estudiaba piano. Yo le llevaba mis composiciones y él me aconsejaba para mejorarlas. Yo le decía: “maestro, es que me falta algo, no puedo escribir para sonidos clásicos o esquematizados, quiero experimentar con los timbres”. Él me dijo que empezara a escuchar a compositores como Stockhausen, John Cage, los compositores cubanos de música electroacústica y, a partir de ese momento, fue que me empecé a interesar por ese mundo de la música electrónica y electroacústica, porque estos compositores lo que hacían era la misma música clásica de siempre, pero con sonoridades de más allá de los instrumentos acústicos. Precisamente eso era lo que me llamaba la atención, cómo lograr componer una obra de música clásica a través de la música electrónica.
A partir de ese momento empecé a experimentar y descubrir compositores de música electroacústica, hasta llegar a los DJ de la música electrónica, comercial, en especial la de los cubanos, que me fascina. Ahí fue que comencé a indagar y hallar otra manera de componer, a la cual quería acercarme más por las posibilidades que me puede ofrecer este mundo. Al principio fue complicado, porque como músicos no tenemos idea de electrónica, de los softwares; por eso sentarme a la máquina y aprender todo eso era tedioso. Siempre se tiene una idea en la cabeza de cómo va a sonar y cuándo vas a la computadora es totalmente diferente lo que te sale, porque no tienes manejo de la mezcla, de la tímbrica, ni de los pluggins, ni de nada de ese mundo.
A partir de ese momento empecé a estudiar, a meterme en los foros de internet, a leerme libros para aprender a manejar esos timbres a mi manera. Ahí fue cuando empecé la verdadera creación de Un time. Todos los temas están compuestos a partir del piano, porque es un instrumento del cual no me puedo despegar y en el cual me siento a crear melodías. Luego es que paso a la computadora y digo: ¿qué sonido lleva esta melodía, esta armonía con qué sintetizador la puedo hacer?
De ahí viene ese toque que me comentabas de lo impresionista. Vengo estudiando el instrumento desde que tenía 7 años y por eso no puedo desprenderme del piano, la música clásica, ni de la academia. Me sorprende cómo sale de manera inconsciente en mi obra, porque el estudio no es solo sentarse en el piano a hacer escalas sino que de la música que uno escucha también se toman influencias. El cerebro es una esponja que lo absorbe y al final sale y no sabes cómo. Así fue el proceso del disco, de la música electrónica. También hay de música bailable y busqué una manera de unir estas dos vertientes, la música experimental electrónica y la música bailable. A mí me gusta bailar como a cualquiera y esa música la siento.
Hay una discusión en el mundo de la electrónica en Cuba, que enfrenta a los más cercanos a lo bailable y lo experimental. ¿Conscientemente te inclinas por alguno de los caminos o como sucede en Un time estás a medio camino entre ambos?
Lo que más se da a conocer en el país, lo que se distribuye, es la música bailable cubana (electrónica). En todas las peñas del Sarao, de la Tropical, ahora mismo el Eyeife,[1] todo es a partir de música comercial bailable. El año pasado en Eyeife toqué con Charlie, en el proyecto Hacha. Hicimos una mezcla con el coro del ISA, para con nuestro estilo llevar la música a un público diferente. Fue con una obra de Calixto Álvarez, Réquiem que tiene una mezcla de clásico con afrocubano. No fue un resultado netamente comercial ni bailable, pero tampoco era indigerible.
Aquí se le da más cabida a las fiestas de música electrónica y no es que yo no asista, sino que se deberían promocionar las dos vertientes. Antes del Eyeife existía un festival que se llamaba Proelectrónica, en el que ambas tendencias tenían su espacio. Hay DJs que hacen ambas, un ejemplo es Iván Lejardi, con quien he trabajado mucho. Yo incitaría a hacer más peñas de este tipo y me gustaría participar y conocer el estilo de otros DJs.
Has mencionado en varias ocasiones la música electrónica y la electroacústica entre las que existen diferencias notables. ¿A la hora de crear te pones ese límite?
No me gusta esquematizar, sino hacer una música coherente, no me gustaría encontrar en una obra mezclados todos los géneros que se conocen. Me siento y compongo lo que salga, incluso a veces no se me ocurre nada y empiezo a jugar, al final sale un tema y es lo que usualmente me pasa. Puedo demorarme en un tema hasta un mes, porque lo dejo descansar hasta que se me ocurra algo nuevo. No tengo ese oficio de sentarme a componer un tema completo de arriba abajo. El maestro Juan Piñera me aconseja sentarme a componer, aunque sea una basura, pero no puedo. Tengo la necesidad de que todo lo que componga me guste y lo disfrute, porque si no es así, es algo que tengo ahí y no lo utilizo. En ocasiones empiezo a hacer cosas que me gustan tanto que las guardo y al cabo de los seis meses las empiezo a revisar y las continúo.
Solo hemos hablado de música. Sin embargo, en tu creación siempre noto la presencia de otras artes como la literatura, el teatro. ¿Cómo ocurre el proceso de creación en Harold?, ¿piensas en la puesta en escena?
Siempre me ha gustado el mundo fantástico, de ciencia ficción. He leído libros de ese corte, como los de Julio Verne, desde que era niño, al igual que películas como El señor de los anillos, de la que soy fan. Pienso que la música es un mundo fantástico, porque estás haciendo algo que aparentemente no existe y al rescatarlo parece una fantasía. Lo que siempre trato es de unir todo eso.
En Un time por ejemplo, como son sueños que he tenido a lo largo de mi carrera, quería que el público supiera qué pasaba en mis sueños, no solo que escucharan. Cada quien tiene derecho a pensar lo que quiera, pero quería dar un referente de lo que me imaginé yo, porque al final ese es el propósito del artista, decirle al público lo que te imaginaste. Por eso recurrí al maestro Alberto Garrandés, porque no sé escribir. Tenemos una relación muy cercana porque su hijo es uno de mis mejores amigos y siempre teníamos esas tertulias en su casa para hablar de literatura, de cine, porque es también un fanático de las películas de terror y ciencia ficción. Como tenemos confianza, supo claramente lo que yo quería y a partir de ese momento fue el proceso de creación. Le dije que tenía claros algunos personajes, pero otros no, por eso le di la libertad de crear algunos.
Por eso me gusta tanto vincular los medios audiovisuales, el teatro, la pintura. En el disco, la portada y la contraportada es un trabajo que se pensó, también los textos, porque al final todo tiene que ver. No por gusto están los círculos, son muchos mundos dentro de uno solo. De ahí viene la forma circular de los árboles y es porque es una espiral que te lleva a algún lugar, como en los sueños, que al final te despiertas y te puedes acordar de todo o de nada. Para hacer llegar esa idea al público no basta con la música para expresar lo que siento en cada proceso de la creación y por eso me ayudo de las otras artes.
En pocos días tienes un concierto muy importante, marcado principalmente por el espacio convocado. ¿Qué significa para ti el teatro del Museo Nacional de Bellas Artes y cómo lo tienes pensado?
Es mi primer concierto, de mi primer disco, estoy muy excitado, porque ya quiero que llegue. Si hubiera podido ser el día de mi cumpleaños que es el 25 fuera lo máximo. Estoy muy contento, porque al ser mi primer disco, mi primer concierto, nunca pensé que tuviera este recibimiento, me refiero a las nominaciones y premios en Cubadisco. Tengo pensado hacer un performance, para no estar solo con mi música, los teclados y demás. Quiero que los asistentes se metan en ese mundo también. Como va a ser en un espacio tan íntimo, tan familiar, porque lo que pasa queda entre la familia, los amigos o las personas que sencillamente disfruten de la música. Allí puedes lograr ver las caras, que es esencialmente lo que quiero. No quiero darte detalles de lo que haré, prefiero que vayas y lo veas por ti misma. Estoy muy emocionado porque salga y salga bien.
El concierto se llama Un time, igual que el disco. Viene de la jerga cubana, “dame un time”. Es un homenaje que le hice a mi mamá. El tema de estar a contratiempo cuenta la historia de cuando ella me peleaba porque era y sigo siendo muy vago para estudiar, pero ya lo veo de otra manera. Ella me decía tienes que estudiar, vas a suspender. Al final yo siempre estudiaba, pero le decía, dame un time y me acostaba a dormir. Como el disco relata mis sueños, relacioné un time con irse a dormir.
¿Te consideras un productor de música electrónica?
Sí, claro y también un compositor, porque al final todos lo que realizan algo de música son compositores, porque la componen.
Sin embargo, te distancias de los DJs, ¿por qué?
Ser DJ es muy complicado, tienes que tener una buena lectura del público, saber trabajar con las máquinas. Yo me ayudo de esas máquinas, pero no mezclo en ellas porque me cuesta trabajo. Me auxilio de lo que siempre he sabido hacer, el piano. Tengo los timbres, voy cambiando, pero me cuesta trabajo hacer la dramaturgia en vivo. Al concierto, a cada presentación llevo todo compuesto, tengo claro el orden de cada una de las piezas. El DJ tiene que jugar con eso, puede estar hasta cinco horas mezclando, y siempre tiene que estar leyendo al público. Es un mundo totalmente diferente para ser compositor. Incluso, hay DJs que son productores, que hacen su propia música, tienen las dos vertientes pero se especializan más en producir la música y no en hacer música porque los Disc jockeys se dedican, desde la época de los ochenta y los noventa, a cargar con todos los discos para las fiestas y al final uno siempre los relaciona con la electrónica y no es así. Un DJ puede mezclar música de Kool and the Gang, o de cualquier tipo. Un DJ es una persona que ameniza las fiestas, que siempre está en total movimiento.
Además de este concierto, que es lo más cercano e importante que tienes en este momento ¿en qué estás trabajando? ¿Dónde se puede escuchar tu música usualmente?
Me presenté en el Eyeife el año pasado, en Havana World Music, también en La Tropical. Hace poco me presenté con el maestro Joaquín Betancourt y la Joven Jazz Band. Él me llamó para hacerle un nuevo arreglo a un tema que había sido arreglado por él con La jazz band, música electrónica, Willíam Roblejo y Héctor Quintana.
A raíz de eso, ya venía pensando en hacer un proyecto con los jóvenes jazzistas, porque es otra de mis pasiones, tanto que al principio de mi carrera siempre dije que quería ser jazzista. Gracias a Ernán López Nussa y a la maestra Mayra Torres, que fueron los que me introdujeron en ese mundo. En mi música se pueden escuchar armonías del jazz y estoy en ese proyecto con mis amigos Michel Herrera, Héctor Quintana, Alejandro Falcón, quiero llevarlo a cabo para el año próximo o en el 2020. Estoy trabajando en eso, sacando algunos temas y es lo que ahora me ocupa.