Entrevista a Roberto Fonseca: “Algún día seré tu pianista”

Ana María Domínguez Cruz
24/8/2018

"¿Por qué no? ¿Por qué los jazzistas cubanos no pueden ocupar un lugar propio en el panorama del jazz a nivel mundial?", se cuestiona el talentoso músico Roberto Fonseca, director del proyecto Temperamento. "Si podemos hablar del jazz americano, europeo, balcano, ¿por qué siempre nos inscriben en el jazz latino? Respeto mucho lo que hacen los jazzistas en la región, pero los cubanos hacemos nuestra música de manera muy particular. Cierras los ojos, escuchas un tema y fácilmente detectas que son músicos cubanos los que arrancan las notas de los instrumentos. Entonces, ¿por qué negar que tenemos un estilo propio? No tenemos una escuela de jazz cubano, y ojalá exista algún día, pero tenemos nuestra propia manera de cultivar el género, independientemente de que respetamos y admiramos a las grandes figuras a nivel internacional. Yo quiero que se hable de jazz cubano y que a partir de asumir el concepto, todo cambie”.


Junto a su grupo Temperamento, el pianista cubano pondera el talento de los músicos de la Isla y
anhela demostrar que pueden converger diferentes públicos. Fotos: Internet

 

El pianista, compositor, productor musical y arreglista prefiere no etiquetarse como jazzista, aunque es imposible que las personas no lo acepten como tal. Es tácito en la manera de expresar sus criterios en torno al género y, sobre todo, pretende demostrarlo.

“El concierto de este sábado en el Gran Teatro de La Habana es un primer paso para abogar por eso, por la cultura cubana en general y por las maneras diversas y creativas que podemos emplear para hacer la música”.

Verte en la escena ya permite afirmar que tienes tu propio estilo en el jazz, como titulas el concierto. ¿Lo defines tú mismo?

Una locura (Sonríe). Es una locura sana, pero, al fin y al cabo, locura. Siempre los músicos de mi agrupación y yo queremos hacer muchas cosas a la vez, y salen, porque ante todo nos identifica el buen gusto, pero nos divertimos y se siente esa energía loca.

Cada uno de ellos es un verdadero virtuoso, porque saben dosificar, cómo colocar las notas y coexistir con otros. Cuando elijo trabajar con un músico es, ante todo, porque además del respeto, siento que prima una comunicación personal por encima de la musical. No tiene por qué haber competencia, es mejor cuidarnos el uno al otro. Es como si conversáramos. Si alguien grita, ya no es una conversación pacífica, y si alguien se equivoca, nos reímos y nos salvamos. Ese ambiente natural, fresco, familiar es lo mejor, porque se respira cuando ofrecemos la música.

Como parte de ese estilo propio, nunca estás quieto al piano.

No puedo estarlo, es mi manera de ser. Es imposible que me quede sentado en la banqueta del piano, aunque el teatro tenga pocas personas. El movimiento corporal me alimenta mucho. No critico, pero los músicos que permanecen estáticos en su instrumento se alejan del público, creo. Y es algo muy común entre los jazzistas, lamentablemente. El movimiento corporal te transporta a ambientes, a atmósferas, te permite crear y sentirte más cómodo.

Es muy bonito cuando haces partícipe al público de los temas. Si en un concierto de jazz la gente baila, es porque reciben todo eso, más allá de la música, y es lo que más nos interesa. No es ser bufón o payaso, no es hacer chistes por gusto. Es sentir la música y ser cómplices todos de esa organicidad.

Anunciaste que en el concierto tenderás puentes insospechados.

Sí, tiene que ver con las etiquetas de los públicos con respecto a la música. Se segmentan entre ellos, los que escuchan jazz, los que escuchan música electrónica, los que disfrutan del canto lírico… ¿Por qué no puede converger todo?

El concierto de este sábado es el pretexto para mostrar la inmensidad de nuestra cultura, romper esquemas y unir mundos que puedan parecer lejanos como es el caso de la música electrónica y la lírica. Todo tiene que ver. Por eso nos uniremos a la soprano Bárbara Llanes, por primera vez, para que regale su voz en el tema "Habanera", incluido en el disco ABUC y en otro tema que es sorpresa aún, hasta para ella misma. Bárbara es el elemento perfecto para esa convergencia que queremos y, cuando probamos, las personas que lo escucharon lloraron y comprendí que había logrado lo que quería.

Invitado está también el saxofonista Michel Herrera, porque es uno de esos músicos que creen en lo que hacen, y eso para mí es vital. Michel es uno de esos músicos y se ha sumado a la familia, como lo hizo Yasek Manzano o el mismo X Alfonso. No me interesa ni la fama, ni la popularidad que hayan alcanzado los músicos con los que trabajo. Si la tienen, lo admiro, pero lo que valoro es que defiendan lo que hacen por encima de eso.

Con Omara la relación es más especial.

Tanto que la soñé desde que era un niño. La vi cantando en el Café Cantante del Teatro Nacional y le dije que algún día yo sería su pianista.

¿Tiene Omara buena memoria?

Sí, la tiene. Ella se acuerda de eso. Y ya ves, la vida da muchas vueltas y juntos hemos estado en varias ocasiones. Me encanta acompañarla. Hicimos el disco Gracias, ganador del Grammy Latino, el disco con María Betania y varias giras.

Omara Portuondo y el pianista cubano Roberto Fonseca
 

Recientemente estuvimos en Los Ángeles, invitados por la Filarmónica de esa ciudad y el director venezolano Gustavo Dudamel para tocar en el Hollywood Bowl, con capacidad para 17 000 personas. Allí tocaron Los Beatles, Jimmy Hendrix, y fuimos parte del concierto, impresionante y emocionante.

Pronto viajaremos a Japón, donde he estado con anterioridad, para un gran concierto en el festival de jazz de Tokio. Será un show con la Orquesta de La Luz. Omara cantará temas con ellos y la acompañaré. Estamos deseosos de ensayar para ese espectáculo.

Dame pistas de los próximos proyectos.

El disco nuevo. Ya trabajamos en ello. Además, haremos un cambio de formato. La pasada gira la hicimos en trío, por primera vez, y aunque eso no quiere decir que no vuelva a tocar con Javier Zalba, pensamos que sería bueno explotar más ese formato.