El deseo de potenciar y capacitar al talento danzario en Cuba fue anhelo y propósito suficiente para que el British Council (BC) y Danza Contemporánea de Cuba (DCC) establecieran una alianza a largo plazo que impulsó la realización del primer Laboratorio Coreográfico de Danza Contemporánea. Esta experiencia se inscribe como la etapa inicial del proyecto Islas Creativas, pues más allá de la condición insular que ambos países comparten, la creación coreográfica es un terreno que tanto uno como otro se lanzan a conquistar hasta la saciedad y por el que pueden enriquecerse recíprocamente.
Esta porción de tierra caribeña se conoce por la popularidad del tabaco y el ron, exacerbada por el cliché publicitario hasta el paroxismo. Mas si hay algo que ha emulado con ella en autenticidad y nivel de excelencia, ese es el virtuosismo de sus bailarines, que podría correr el riesgo de truncarse o mermar si no se estimula. Razón de sobra para que un proyecto como Islas amerite el apoyo y el concurso, principalmente, de quienes en la actualidad están inyectando movimiento a la escena danzaria.
La contraparte de DCC en esta iniciativa es liderada por Laura Pérez, quien antes de asumir el máximo cargo del BC en Cuba al momento de esta entrevista, fue líder de proyectos en ese organismo. Para ese entonces ya Pérez había visto y corroborado sobre la escena la materia prima que podría enriquecer el laboratorio.
¿Cómo surge Islas Creativas?
El British Council y Danza Contemporánea de Cuba comenzamos a colaborar de conjunto desde hace varios años. De un tiempo a acá comenzamos a preguntarnos de qué manera podíamos continuar la cooperación con un proyecto más sólido, que sistematizara nuestro trabajo a largo plazo. Así nace Islas Creativas, como la fase superior de una idea que hemos estado gestando y ha madurado con el tiempo.
Primero pensamos armar un laboratorio coreográfico, mas luego nos dimos cuenta de que si realmente queríamos concebir algo perdurable, realizarlo por única vez no iba a propiciar que el resultado se asentara. Por tanto, acordamos a la sazón emprender un trabajo continuo, y no una iniciativa aislada fuera de contexto, de modo que pudiera quedar establecida y prolongarse por un periodo determinado.
El programa que estructuramos se extiende por tres años. Al cabo del mismo paramos para evaluar lo hecho hasta ese momento y decidir el siguiente paso.
¿Por qué el BC apuesta por la danza? ¿Detectaron una carencia o vacío en el terreno coreográfico, o querían proseguir con el apoyo a DCC en este campo específico?
Nuestra labor apunta concretamente a la zona coreográfica y hacia nuevos modos de hacer relacionados con ella: coreografía y arte digital, danza y 3D, etc… A partir de conversaciones con el Consejo Nacional de las Artes Escénicas (CNAE) salió a colación que el país es una tierra de bailarines maravillosos, aunque en la coreografía necesita impulsos y nuevos aires.
Empezamos a colaborar en este perfil del arte en 2011 o 2012, cuando trajimos a Tom Dale para que participara en Danza en construcción, una plataforma del CNAE que celebra anualmente un evento homónimo. Luego vino Billie Cowie, quien a nivel mundial es el maestro de proyecciones y 3D en danza. Con DCC tenemos una relación muy fluida de trabajo que data de 11 años.
Cuando Billie Cowie arribó por primera vez con bailarines británicos y virtuales para montar Art of Movement necesitaba a artistas locales. Comenzamos a identificar quiénes podrían participar en esta pieza y así contactamos de nuevo a Danza Contemporánea. La escogimos porque es la compañía insigne de la danza cubana, sumado a que tenemos afinidades y objetivos profesionales y culturales en común. Desde entonces y hasta ahora mantenemos un diálogo sostenido que devino ahora en Islas Creativas.
¿El objetivo del programa se circunscribe solo al taller, o se proponen igualmente que de cada laboratorio pueda nacer al menos un montaje?
El objetivo primordial es el taller. Si después puede montarse una coreografía como colofón, pues perfecto. Al planificar lo que sería Islas, quisimos organizar dentro de la concepción inicial un mini festival donde los coreógrafos participantes expusieran sus obras que, por supuesto, serían piezas en proceso, porque no había tiempo suficiente para que pudieran presentarse montajes terminados; pero ello no se materializó en esta fase.
Cuando nos sentemos a evaluar cómo ha sido esta etapa inaugural del programa, podremos determinar la manera de incorporar en el futuro mediato este pequeño festival. Insisto en que la finalidad del proyecto no es la creación de una obra conclusa, sino el proceso de aprendizaje, propiciar este espacio de colaboración e intercambio. Posteriormente los participantes pueden montar sus propias coreografías según sus aptitudes e intereses artísticos.
¿Cuál es la estrategia que siguen para seleccionar a los coreógrafos? ¿DCC les solicita un artista en específico, alguien que trabaje una tendencia, estética determinada, o lo concilian entre ambos?
La compañía es flexible en cuanto a la selección y son abiertos a lo experimental. Como dice su director (Miguel Iglesias), están dispuestos a bailar estilos divergentes y distintos a lo que acostumbran a presentar en sus funciones.
Nunca hemos tenido problemas en cuanto a la estética o los modos de trabajo de los coreógrafos que hemos traído, ni tampoco nos exigen un perfil específico, de hecho, somos nosotros quienes les sugerimos. A Theo Clinkard, quien inauguró Islas Creativas con el taller y la pieza Listening room, lo conocimos y escogimos juntos porque nos gustó su propuesta. Él no es un total desconocido para ellos, pues durante varios años Theo bailó y creó con Rafael Bonachela, quien a su vez montó Demo-N/Crazy con el grupo. Es decir, se trata de un artista con el que la compañía se identifica en cierto modo.
Con el antecedente del trabajo de Billie Cowie con DCC, Islas creativas propone un proyecto pedagógico y multidisciplinar a la vez: talleres donde se imparten clases y a la vez se experimenta y crea.
La visión del BC es multidisciplinar en todas las áreas que atendemos. Nuestro objeto como organización es desarrollar las relaciones culturales, entendiéndose la cultura en su sentido más amplio. Para ello implementamos estrategias de desarrollo artístico local en todo el mundo, como Islas Creativas. Fomentamos la educación y la formación mediante el intercambio académico, así como la capacitación. Esta última es prioritaria para el BC y no solamente en danza, sino también en otras manifestaciones como el cine. Con el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos tenemos el proyecto FILMONOMICS, que organiza talleres de negocio para mujeres realizadoras cubanas y del resto del Caribe.
O sea, más allá del show y el espectáculo, consideramos que el resultado final de los proyectos que emprendemos es tan relevante como el proceso para llegar a la meta.