No es la primera vez que la fotógrafa estadounidense Lilianna Story visita  Cuba. Con amigos cubanos ha recorrido varios contextos de la Isla, en especial de la capital. Como artista del lente anda con su cámara que ya ha registrado no pocas imágenes de nuestro cotidiano vivir. En estos días de la XIII Bienal de La Habana se ha unido con el pintor y también fotógrafo Arley Perera Pérez y la curadora Yuray Tolentino Hevia.

El propósito es presentar una exposición colateral dividida en dos:Contraste alto S.A I, la cual puede verse en el lobby del cine Yara y Contraste alto S.A II, ubicada en el pasillo principal de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV). Le he pedido que se sentara unos minutos conmigo y que se desembarazara de todo lo que llevaba con ella para así entrevistarla cómoda y sin presión. Solo me ha puesto una condición: “La cámara se queda conmigo”.

¿Fue la fotografía una vocación que se te manifestó o recibiste la influencia de alguien cercano?

Me llegó por mi papá. Él era fotógrafo. Lo sigue siendo. Teníamos un cuarto de revelado y, desde chiquita, como a los 12 años me dio su cámara y me dejó jugar con ella. Lo hizo, creo, para que me fuera familiarizando con esta vocación. De esta manera empezó a despertar la mía. Aunque te confieso que yo no la busqué. La fotografía me encontró.

¿Y tu papá qué hacía profesionalmente por aquel entonces?

Fue fotógrafo de John F. Kennedy y fue contratado durante algún tiempo para tomar fotos para el New York Times. A mi papá le gustaron siempre las fotos con historias. Así él sentía que interactuaba mejor con el mundo y eso me lo enseñó. Me enseñó como verlas cosas de otro modo.

¿De manera, que tu papá es tu principal referente?

Sí, fue y es muy importante seguir lo que me enseñó. Es el artista que inició a la alumna y es también el padre que educó a la hija. Ha significado mucho continuar, a mi manera, su obra. Conversamos todo el tiempo de fotografía. Mi papá, mis hijos y mi familia en general representan la mayor inspiración que tengo. No puedo ser una artista si me olvido del ser humano que soy gracias a quienes me rodean y me apoyan.

Sobresale mucho en tu fotografía el blanco y negro. ¿Qué representa para ti desde el punto vista estético-conceptual?

Lo interesante es no tener concebido primero una imagen en blanco y negro. Luego, cuando decides cambiar lo que estaba en color para blanco y negro puede que gane más de cuanto supones: capturas algo que no tiene tiempo, que no tiene edad, convirtiéndose en una imagen que puede ser lo mismo de ayer como de hoy. También le confiere a la obra lo clásico. El concepto, lo que quieres ofrecer, ¿cómo diría?, se amplía por una estética aparentemente más sosegada, cuando en realidad presenta una fuerza que, aunque reciente, trae consigo el soplo de lo antiguo. Esa es una de las ventajas de la ausencia del colorido.

Advierto cierta preferencia por el resalte del ser humano en un paisaje que puede ser rural o suburbano, si bien a veces privilegias lo humano y lo animal con toda intención en detrimento del paisaje de fondo. Háblame de tus temáticas.

Mis fotografías reflejan como yo observo la vida. Pero intento que lo captado, sea lo que sea, no me exponga, en el mejor sentido. Es como participar de un llegar a ser o de lo que es ya simulando una ausencia, en este caso, la mía con la cámara. Trato de ocultarme buscando una espontaneidad: la vida que va pasando, fragmentos de vidas. Sabes que no es igual cuando le dices a alguien que pose. Ya eso implica una afectación aunque estéticamente tenga un valor.

¿Y esa fusión del hombre con el caballo es simbólico o buscas solo compartir una arista folclórica de Texas?

Yo busqué con estas imágenes captar a hombres y mujeres texanos desde sus costumbres. Preferí eliminar el fondo de las fotos para destacar la relación entre la figura del ser humano y la del caballo, una figura que prácticamente puede verse como una en la actividad del rodeo.

Como el centauro…

Así es, el ser humano y el caballo como un ser unido, único. Y como te contaba, al eliminar el fondo obtuve no solo la presencia distinguida de lo natural, sino también la emoción. Fue grandioso.

Pienso que entonces has querido ir más allá de lo folclórico

Pues sí, porque voy —sin declararlo— a lo histórico de esta actividad ecuestre, que viene de España y al llegar a América adquiere particularidad según cada país que practique. La exposición Contraste alto S.A II, tiene mucho que ver con todo eso que está implícito en las imágenes. Mientras que en la obra de Arley Perera se nos presenta un San Antonio familiar, pero también personal, al tiempo que yo muestro mi San Antonio, ese que tiene elementos de la cultura texana como la vestimenta, el rodeo, la música, la comida, lo mexicano.

¿Qué es la fotografía para Lilianna Story?

En el camino, viniendo para acá, vi a un señor en el campo y le dije a quienes estaban conmigo en el carro: “Miren esa foto”. Y me dijeron que yo veía la foto ya sin usar la cámara. Esto es propio de los fotógrafos: ver la foto antes de sacar y acomodar la cámara para captar el instante.

A veces, te digo, me he sentido agotada y cuando quiero dejar la cámara un rato, la retomo enseguida porque algo me ha vuelto a llamar la atención. Es así. La fotografía no es que me encante, es lo que yo respiro. Y, si puedo transmitir alegría y un estímulo mayor, entonces me siento satisfecha. Esa es la sensibilidad que más aprecio, la que se comparte de una persona a otra. Este es un arte muy observacional que puede conectarse con la mirada de otros. Es en ese momento que sientes como tu obra se engrandece porque estableces una cercanía de persona a persona. Otros ojos se detienen a mirar lo que ya hiciste con tu cámara. Esa es la gracia y la felicidad para una artista. A veces no encuentro palabras para agradecerlo. Ojalá las imágenes compensen lo que no logro decir.