Miguel Altunaga: “Mi abuela y mi madre han sido mis heroínas”
Vuelve Miguel Altunaga a La Habana, su ciudad natal; retorna a Danza Contemporánea de Cuba, su casa, y a la escena nacional tras un decenio alejado, pero no ausente del panorama danzario. Regresa en un momento interesante para la compañía. Para finalizar el año pasado se cumplió el sueño de presentar la obra Carmina Burana en Cuba. Hoy se puede advertir un grupo de preocupaciones en las creaciones danzarias cubanas muy conectadas con la generación de este tiempo.
Más allá del polvo se titula la pieza con la que el bailarín y coreógrafo cumple el sueño de montar una obra de gran formato —20 bailarines— con la compañía que lo formó, Danza Contemporánea de Cuba (DCC). Altunaga ha sido nominado tres veces en diez años a mejor bailarín moderno y/o contemporáneo por el Círculo de Críticos Británicos, desde que se uniera al Rambert Dance, emblemática compañía de ese país.
Próximo a estrenar esta pieza (9, 10 y 11 de febrero en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso), el exprimer bailarín de DCC conversa sobre su carrera profesional —todavía como bailarín en activo a sus 34 años—, sus pasiones y expectativas. Más allá del polvo transita desde su experiencia como emigrante en un viaje de remembranzas, pero también con dosis de humor. Un viaje que conecta con la memoria afectiva y es, asimismo, “un homenaje a las mujeres luchadoras”, como las de su propia familia.
¿Cómo manejas esta propuesta que traes ahora?
Después de un tiempo de negociaciones entre el Rambert y Danza Contemporánea finalmente se logra el sueño que siempre he tenido: montar mi primera coreografía en formato grande con DCC, la compañía donde empecé como profesional.
Es una propuesta que he venido pensando desde hace tiempo. Quería trabajar algo que tocara mis raíces, mi cultura, a mi familia, a mi pueblo, desde lejos, desde mi punto de vista, mis experiencias. No es lo mismo ver tu país de cerca que a la distancia, qué es lo que se dice de Cuba en las noticias, cuáles son los clichés de los cubanos, sus características.
La obra está armada con pedazos de recuerdos desde la nostalgia, la lejanía, el espíritu de lucha, de aguante, pero igualmente con sentido del humor; por supuesto, de una manera abstracta porque con el movimiento no puedes expresarlo todo de manera literal y tampoco quiero que sea así.
Busco que el público conecte con esta atmósfera que se crea en la obra, con sus recuerdos, su vida, y que le guste esta propuesta.
¿Cómo traduces esa añoranza, el prisma por el cual ves la sociedad cubana, este “aguante” del que hablas?
Lo trato de una manera irónica también, con sátira. La obra tiene mucha fisicalidad porque los cubanos son muy físicos en la manera en que se manifiestan, en su forma de caminar, hay mucha energía, fervor, positivismo en el sentido de que la vida va a ir a mejor. La obra muestra, por otro lado, decepción y tristeza. Tiene elementos de la propia sociedad: políticos, sociales, maternales, familiares, de la historia, del momento actual. Ahora que está terminada veo mucho de lo que soy en ella.
¿Qué buscaste en los bailarines una vez que decidiste construir esta poética?
Primeramente estaba buscando personalidad, individualidades, personas que se vieran maduras en el escenario. Me interesa el artista que ponga en el escenario una parte de su individualidad y su autenticidad. Buscaba algo especial, la energía que desprenden, personas que pudieran darme momentos brillantes en instantes determinados en la coreografía. Mi trabajo fue colocar a cada uno en el lugar donde yo creía que podían demostrar lo que valen como artistas en la obra.
La obra recae fundamentalmente en los bailarines Penélope Morejón y Norge Cedeño. Veo a Penélope como mi alter ego femenino porque crecí mayormente rodeado de mujeres. Mi abuela y mi madre han sido mis heroínas. La pieza es un homenaje también a esas mujeres luchadoras, que batallan por sus hijos, que hacen todo lo posible para que sus hijos crezcan sanamente, estudien y sean exitosos.
¿Cómo llega el nombre de la obra?
Eso se lo dejo al público. Más allá del polvo puede ser más allá del pasado, de lo que dejé, de tu historia personal en un lugar; pero también más allá de las barreras, de cómo tú cambias de acuerdo a la realidad que vives, de cómo utilizas la imaginación para sobrevivir y creer que todo está bien, por eso se dice: “qué importa la realidad cuando la imaginación es más poderosa”.
Es un título muy poético, y de cierta manera es la contraposición de la realidad de esa Cuba que ves desde lejos. Hay un grupo de códigos que utilizas, como las máscaras blancas que usan los bailarines…
Es una ficción. Imagino a estas personas como guerreros, unos mambises del futuro, rebeldes del cambio, personas que luchan para romper los esquemas y crear algo más esperanzador. El maquillaje y el diseño de vestuario les aportan un aspecto futurista, de unión y fuerza, es un uniforme que los une, y en conjunto lo encuentro poderoso.
Intento trabajar mucho en la calidad de movimiento, es muy específico lo que tienen que ejecutar. Mezcla lo más contemporáneo rozando con lo teatral hasta elementos muy físicos, que requieren precisión, de conteo, uniformidad en el escenario, diseño especial.
Hay una frase verbal que se reitera.
Esa repetición alude a la rutina que te aburre, a las cosas que no avanzan, que no cambian. Uno trabaja duro, se esfuerza y aun así se puede sentir estancado, entonces se pregunta por qué no llega el cambio. Se trata de la agonía, de ese dolor que experimentas durante el recorrido para poder ver el resultado finalmente.
Vamos a hacer un salto para que nos actualices de tu carrera actual.
Llevo 10 años en Inglaterra. Fue una ruptura que sucedió muy rápido, pero cuando llegué tomó tiempo adaptarme a nuevos lenguajes, estilos, coreógrafos, sistema social, fue muy abrumador.
Estuve un periodo alejado de Danza Contemporánea, saturado de muchas cosas. No sentía la necesidad de conectar con Cuba hasta que empecé a adaptarme y todo comenzó a fluir mucho mejor tanto en Rambert como con Danza Contemporánea. Después de cinco años en Inglaterra, Danza Contemporánea y yo decidimos restablecer la conexión para realizar proyectos.
Como bailarín en Rambert he hecho una carrera extensa, todavía sigo como bailarín activo. De hecho, cuando llegue tengo que incorporarme a giras, a la temporada de invierno. En este largo viaje de diez años me han nominado tres veces a mejor bailarín contemporáneo en el Reino Unido por la crítica británica. Es algo que me estimula porque te das cuenta que reconocen el trabajo de uno, que lo estás haciendo bien. Me hace esforzarme y trabajar más, aunque nunca me confío mucho, siempre me exijo, trato de ponerme en una situación incómoda para superarme y reinventarme. Creo que he tenido una carrera linda, estoy orgulloso de ella, pero siempre intento superarme.
Acabas de mencionar una palabra que está muy relacionada con la memoria: viaje. Te has enfrentado a un viaje cargado de memorias cognoscitiva y corporal.
Me queda la satisfacción de que he dado todo de mí en cada momento. He intentado aprender de lo bueno y de lo malo. Me queda el orgullo de inspirar a las nuevas generaciones, de compartir mis conocimientos y herramientas creativas con los bailarines de danza contemporánea, con artistas cubanos y extranjeros. Cuando miro atrás, he sido una persona apasionada por la danza, no ha habido momento en que me faltaran las ganas de bailar. Me alegra que el público cubano y las nuevas generaciones todavía se acuerden de mí, es algo muy lindo.
Luego de estas semanas de trabajo, ¿te queda alguna preocupación?
La única preocupación es que no voy a estar aquí para los ensayos técnicos en la sala García Lorca, pero confío plenamente en el staff de Danza Contemporánea, en la directiva y en los bailarines.
¿Miguel es algo de Eliseo Altunaga?. Me gustaría contactar con él