Compañía danzaria Nuestra América y el sortilegio de sanación
9/12/2020
Ya suman 42 años sanando vidas. Algunas horas visten batas blancas; otras, coloridos trajes latinoamericanos. Algunas horas curan dolencias físicas; otras, espirituales. Médico artista, artista médico: no pueden superponerse. Son, en definitiva, sanadores del cuerpo y del alma aquellos que han encontrado su espacio en la compañía danzaria santaclareña Nuestra América.
Parecía insuficiente el rigor impuesto por una carrera como Medicina cuando un grupo de jóvenes decidió combinarla con el baile aquel 3 de diciembre de 1978. Parece insuficiente, incluso hoy, cuando en medio de una pandemia mundial que ha dejado sin aire a nuestros galenos, los de Nuestra América han encontrado la fuerza para inhalar y continuar bailando.
Fotos: Arelys María Echevarría Rodríguez
Bernardo Olano Machado, especialista en Medicina General Integral y bailarín de la compañía desde hace 24 años, confiesa: “Ha sido un contexto muy duro. Durante este 2020 he estado casi a tiempo completo en la lucha contra el Coronavirus desde los centros de aislamiento. Durante la cuarentena recibíamos los pasos de baile por nuestros celulares. Es muy complicado llevar ambas cosas, pero cuando uno ama lo que hace, nada resulta imposible. Se resume en una palabra: sacrificio”.
Desde su fundación en el Instituto Superior de Ciencias Médicas Serafín Ruiz de Zárate Ruiz, por un equipo de artistas aficionados, el conjunto se ha enfocado en cultivar el folclor latinoamericano y caribeño, y en garantizar la formación integral de los futuros galenos, un empeño que continuaron las profesoras Caridad Sánchez y Marta Meneses Mirabal (actual directora y coreógrafa) a partir de 1982.
“El grupo ha ganado mucho prestigio y reconocimiento a lo largo de los años. A partir de nuestras presentaciones se han insertado en el repertorio cubano aproximadamente ochenta danzas provenientes de diversos países de Latinoamérica”, destaca Meneses Mirabal.
Entre los reconocimientos que guarda con mayor entusiasmo menciona algunos: “El gran premio con las obras Jarabe Nayarita y Fantasía brasileña, de obligatorio aprendizaje para todos los que pasan por este colectivo; y los tres grandes premios de Las estampas criollas de Argentina. Son demasiados, no podría enumerarlos todos”.
Para Marta el conjunto significa su vida, la familia que construyó, de la cual se siente profundamente orgullosa y no quisiera desprenderse jamás. Por eso cada año se esfuerza por renovarla y hacerla crecer a través de las convocatorias dirigidas a estudiantes de nuevo ingreso de la carrera de Ciencias Médicas y de la captación de pequeños para Nuestra América Junior (NAJ), un proyecto que inició hace doce años con el objetivo de garantizar el relevo.
Desde los ocho años Laisy Martínez Ríos baila en NAJ, ahora con 16 también se inserta en el “team de los grandes”, como le gusta decir. Ella cursa el preuniversitario, pero está prácticamente convencida de que quiere ser doctora. “Sí, en Nuestra América se fomenta la orientación vocacional en favor de la Medicina”, me confirma tímidamente. Esa timidez desaparece en la escena, porque el baile es su hogar, un hogar que no abandonará en largo tiempo, según afirma.
A buen ritmo en este aniversario
La COVID-19 no frenó la preparación. Luego de tres meses de confinamiento y ensayos virtuales, los muchachos han regresado poco a poco al tabloncillo. Así, las 14 niñas y las 8 parejas de adultos que hoy integran Nuestra América llegan al cumpleaños 42 de la compañía con un nuevo repertorio que representarán en la Fiesta de la Danza en 2021: el folclor puertorriqueño.
“A pesar de no tratarse de un aniversario cerrado, decidimos festejarlo por todo lo alto. Compartimos junto a los profesionales de la Salud en el teatro La Caridad por el Día de la Medicina Latinoamericana. Asimismo hicimos presentaciones en los policlínicos Nazareno y Maleza; un matutino especial en el Instituto Superior de Ciencias Médicas (centro rector del conjunto danzario), y una pequeña gala en el parque Leoncio Vidal de Santa Clara”, enfatizó Marta.
Para Bernardo cada 3 de diciembre es como su propio cumpleaños. “En ese momento puedo ver claramente el resultado de tanto trabajo, y cómo el grupo se renueva sin perder calidad”, aseguró. “Ello se debe, sobre todo, a la exigencia y entrega de la profe Marta. Los bailarines cambian, pero ella sigue ahí, ha sido siempre la misma, la madre de la compañía y de todos sus integrantes”, agregó.
La hija de Regla Mercedes Cárdenas Urrutia también forma parte del proyecto desde que tenía 12 años. Para Regla resulta un inmenso placer que su hija Hayla se haya integrado a este grupo, donde no solo se ha superado profesionalmente —en la danza y en su vocación por la Medicina, carrera que iniciará próximamente—, sino también a nivel personal, con valores como la unidad y el humanismo.
Tras bambalinas
Parecía que todo estaba dicho cuando de repente Marta regresó corriendo. No se perdonaría asumir todo el mérito de tantos éxitos y aprendizajes. Tenía que mencionar, al menos, a algunos de aquellos profesionales y amigos que han apoyado a la compañía, como Xiomara Sardiñas, Mariana Guevara, Luis Vázquez, Ernesto Alejo, y muchos otros.
Asimismo, recuerda a todos los especialistas latinoamericanos que ayudan con información, talleres y conferencias durante las investigaciones para nuevos montajes. De esta ayuda internacional han salido muchos de los trajes originales que hoy posee la compañía y que conforman una colección de lujo para la cultura cubana.
“Los más importantes, sin duda, son aquellos padres que ayudan en las presentaciones con el maquillaje, peinado y vestuario. Sin ellos no sería posible todo lo que hemos logrado. Estoy muy agradecida por el apoyo incondicional que he recibido”, reconoció emocionada.
Regla Mercedes, como madre, también se ha sentido útil en la gran familia de Nuestra América. Lo que comenzó como sostén habitual de una progenitora a su descendiente se ha transformado en una necesidad para ella, en una parte esencial de su existencia. “Es la felicidad, algo que mi hija y yo compartimos y construimos juntas”.
Pasos al futuro
“Por el momento —avisa Marta— ya comenzamos con la investigación del tema del aniversario 43, que sin duda no será el último. Le auguro a esta compañía mucho tiempo más en los escenarios de Cuba y el mundo. Varios de nuestros alumnos se han convertido en los profesores de las nuevas generaciones. No nos detendremos”.
Ahí, en sus presentaciones mensuales de la Casa de la Cultura santaclareña, en cada aniversario de la ciudad, en cada acto, en cada comunidad, seguiremos encontrando a estos médicos de cuerpo y alma. Ahora con bata blanca, luego con traje de colores, y a veces con ambos. Su único interés: salvar vidas. El costo: sacrificio.