Desde el cielo, me vio a mí y a mi abuela
15/9/2020
El día que le dije a mi abuela que un hombre había llegado a la luna, me miró largamente y me dijo: "eso es mentira, la luna está en el cielo y allí solo pueden ir los muertos, allí está Dios". No se por qué razón no pude contestarle nada, pero me di cuenta que el mundo que ella representaba estaba terminando. Varios años después de su muerte Arnaldo Tamayo, un negro oriental que de niño era limpiabotas, también subía a ese lugar donde según mi abuela estaba Dios. No tengo la menor idea de qué me hubiera dicho si le doy esta otra noticia, pero estoy seguro de que su ausencia es el golpe más duro que le han dado a mi espíritu. Hoy hace 40 años que mi amigo se fue al cielo sin morirse. Trataron, en su momento, de disminuir su hazaña y deslizaron la idea de que los rusos lo habían hecho todo, que a él no lo dejaban hacer nada. Tamayo, un destacado piloto de combate, como lo era Gagarin, cumplió al pie de la letra con todos los requisitos de su misión y desde aquellos días su compañero de aventuras formó parte de su familia. Pocas veces he conocido persona tan amable y con tanta sabiduría para escuchar. Con mirada de Dios vio el planeta que nunca podremos ver. Me vio a mí y vio a mi abuela.
Foto: Internet
Cuando escribí Reinas y Reyes literatura infantil Gente Nueva fue la editorial que publicó, pensé en él como mi primer ejemplo de que si hay reyes en Cuba, los médicos que hacen vacunas y tantos cubanos con gorras, sombreros que son sus coronas un abrazo para nuestro hombre humilde del cosmos.