Para Formell: coro de ángeles y mucho más
5/8/2019
Dale dos, dos caramelos; ¡Alalilolei, que bolá!; No tires una bola extraña y déjate de cuento conmigo; y mi niñez se hace presente. Mantilla, mi rincón habanero natal. Victórico, un mortal común de esta tierra, explayado en el escenario de mi cuadra con sus últimos pasillos “casineros” al son de los Van Van. Junto a él la vecindad también en goce. Mis padres haciendo lo suyo porque Juan Formell y los Van Van no tienen edad establecida.
Y es que Formell es eso, multitudes, hombre y sangre repetido en millones de cubanos que se identifican con él. Utilizo el verbo en presente porque ese cubano universal no ha muerto. Vive en cada una de las canciones —estampas cotidianas del criollo marcadas en nuestro pentagrama musical— brindadas a este pueblo.
El pasado 2 de agosto, día en que cumpliría 77 años de vida el genial músico fue la fecha escogida para inaugurar el Festival Internacional de la Timba Por siempre Formell, en la sala que lleva su nombre en el Centro Cultural de Artex El Sauce.
Este primer encuentro, definido en vida por el artista como necesario para subrayar lo que se ha dado en llamar timba cubana —matriz sobre la cual han surgido infinidad de ritmos y géneros—, además de homenajear su obra y figura, se seccionó al limitarlo para el público, dado su diseño, dirigido al sector turístico en su mayor parte.
Un programa académico, que reunió a varios especialistas, debatió sobre el quehacer de Formell, creador del songo y fundador de una orquesta insigne de la música popular cubana que ha hecho bailar a millones —este año los Van Van cumplen 50 años en el gusto popular—, varios paneles hablaron de su imperecedera huella.
El percusionista Samuel Formell, actual director de los Van Van, dejó inaugurada la cita. “Para nosotros es muy emotivo recordarlo en el día de su cumpleaños; siempre fue una persona feliz y muy sencilla, esa sencillez nos apoya en la familia”, dijo.
Iván Soca, fotógrafo y cronista gráfico de la orquesta, inauguró la muestra fotográfica Los Van Van son la patria. Dedicó la exposición a Lorenzo Formell, el hijo más pequeño de Juan Formell.
Luego, una inmensa torta recordaría el onomástico del también llamado cronista musical de Cuba. En torno a ella 5 de sus 6 hijos rendían alabanza a su memoria, mientras soplaban una vela por su papá, a la vez que cantaban felicidades al hombre de pueblo vitoreado por todos los presentes.
Formell y la familia como pedestal en la vida y la creación
El panel Por siempre Formell, moderado por la musicóloga Neris González Bello, reunió a la prole del artista y a Edmundo Pina, trombonista de la orquesta. Juan Carlos, Samuel, Elisa y Vanesa Formell, atestiguaron sobre la figura de Juan como padre y músico.
Lo recuerdan como el hombre que componía a toda hora. Siempre con su guitarra y la inspiración a cuesta, junto a la tradicional tasita de café y un cigarro. Incansable oído musical, Formell escuchaba todo tipo de música. De ahí la influencia de varias expresiones musicales de las décadas 60, 70, 80 y otras posteriores, en sus creaciones.
Juan Carlos, el mayor de los Formell y bajista como su padre, dijo que a pesar de estar permeado desde niño de un ambiente musical hogareño, Juan no lo llevó a la música, fue una decisión personal, “siempre respetó la decisión personal de sus hijos”, dijo. Lo recordó como una persona afectuosa y cariñosa, que aunó a sus hijos en torno a estos sentimientos.
Reconoció la complejidad de la música hecha por su progenitor, palpada por él cuando entró como bajista a los Van Van, “pensé que era fácil y no ha sido así, he tenido que estudiar mucho”, comentó. A la vez, admitió la grandeza del arte de Formell, validado y asimilado por el público, “es una música que lleva el alma de pueblo”, concluyó.
Samuel acopió, aunque de manera inconsciente, el quehacer de su papá. Agradeció los momentos junto a él, los que le sirvieron de acicate para convertirse en músico. José Luis Quintana, Changuito, es su paradigma en la percusión. Desde pequeño lo observó ejecutar el instrumento.
Con solo 14 años tocaría con los Van Van. Sustituir a Changuito, y que su padre tuviera conciencia al asumir el hecho, al solicitar su presencia en la orquesta, como ejecutante primero y luego en la dirección musical, han sido motivos de alegría para él.
Elisa Formell tuvo el privilegio de que su padre le compusiera una canción. Es bailarina de música popular. Profesionalmente la música hecha por su padre le aportó mucho. Existió retroalimentación entre ambos desde sus carreras artísticas.
Para Vanesa Formell, el recuerdo de su padre la ata a una vieja deuda ya saldada: su presencia en la orquesta, la cual anheló en vida el músico. Quiso Juan, contra todo vaticinio machista, introducir una voz femenina en la orquesta y pensó en ella. No pudo ser en su momento y Yeni Valdés asumió ese reto.
Anécdotas conmovedoras, garantes de un Formell padre, cariñoso y en constante búsqueda creadora, fueron narradas por Vanesa. La canción Sueños de niña, es un tema que Juan hizo con mucho amor paternal para que ella la cantase.
Las dotes como director de orquesta, demostradas por Formell, fueron referidas por Edmundo Pina, “era un director completo, concebía los números de una manera amena para los músicos”, aseguró.
En un segundo panel, protagonizado por la musicóloga Neris Bello, se ofrecieron valoraciones sobre la obra formeliana, su génesis y desarrollo, así como los aportes de esta a la cultura nacional. Varias miradas sobre el surgimiento de la orquesta los Van Van, el contexto en que brota la misma y su impronta en la música popular cubana, fueron esbozadas por la especialista.
Llamó la atención que este panel estuviera conformado por una sola especialista, cuando la figura de Formell es ícono de la música popular cubana, cuyo conocimiento y quehacer aun esperan por profundos y exhaustivos estudios, los que proveerán a la música de todo un cuerpo teórico —en ciernes— sobre su obra musical y la orquesta que creó.