Aragón: la charanga de América (Aniversario 80)

Rafael Lam
17/6/2019

La emblemática orquesta, la charanga eterna de América, la Aragón, cumple el 30 de septiembre de este 2019 su aniversario 80, y lo está celebrando en una gira nacional.

 

Se iniciaron con siete u ocho músicos y el nombre de “Rítmica Aragón”, tenían como premisa la disciplina y un concepto de cooperativa, al distribuirse lo recaudado entre todos.

Aragón fue como nuestra escuelita de música, la sinfónica popular en miniatura de los cubanos. Su primer director se llamaba Orestes Aragón Cantero, seleccionaron como tema principal la canción patriótica La bella cubana de José White. En 1952 el tema se cambió por otro creado por Enrique Jorrín: “Si tu escuchas un rico danzón/ ponle el cuño que es la Aragón/ Si tu escuchas un son sabrosón/ ponle el cuño que es la Aragón.  Su estreno fue el 30 de septiembre de 1939, a las 7 de la noche.

En 1939 abría sus puertas, en La Habana, el cabaret Tropicana, comenzaba a popularizarse el danzón de “nuevo ritmo” por los hermanos Israel y Orlando López, con la Orquesta Arcaño y sus Maravillas. La Aragón también comienza tocando danzones, pasodobles, chotis, foxtrot, valses, cuplés, etc; pero, jóvenes deseosos de triunfar, echaron mano a lo más moderno de su tiempo, especialmente al danzón-mambo, tocado con mucha modernidad para su tiempo.

Los primeros integrantes fueron: Orestes Aragón Quintero (director y contrabajo), Efraín Loyola (flautista), Rufino Roque (pianista), Orestes Varona (timbalero), Noelio Morejón (güirero), Filiberto Depestre (primer violín), René González Candelario (segundo violín), Pablito Romay (cantante). En total eran 8. Como dato especial, probaron al cantante Ñico Membiela, pero no estaba, en ese momento, en el estilo de la orquesta. Ñico, dos décadas después, sería el cantante de moda de Cuba.

La orquesta se caracterizó por su disciplina y austeridad. No se admitía tomar bebidas alcohólicas, solamente ingerían Malta Hatuey, la malta de los campeones. Estaban afiliados al Partido Socialista Popular.

Según cuenta el colombiano Héctor Ulloque Germán, los músicos cienfuegueros comenzaron tocando en fiestas, actividades del partido y en la estación de radio CMHJ de Cienfuegos. El primer baile oficial en el que tocaron fue el 9 de octubre de 1939 en una fiesta de quince, en la casa de Ramón Rodríguez, en calle Cristina y Línea, en Cienfuegos. Recibieron como pago 40 centavos por músico. En aquellos tiempos era difícil vivir de la música, por lo que mantenían “doble oficio”, tan socorrido en los artistas, incluso hoy día en todo el mundo.

La segunda presentación fue en el Club o Sociedad Minerva (sociedad de negros). A partir de entonces eran muy invitados en sociedades de este tipo. “Nosotros trabajábamos más para los negros –decía Rafael Lay Apesteguía-, porque los blancos no entendían el danzón, decían que era música de caballitos, había que tocarles pasodobles, vals. En ese entonces había muchos gallegos en Cuba, venían españoles en oleadas en busca de las riquezas de América”.

 

El gran momento de la Aragón llega en 1953 cuando surge el triunfador ritmo chachachá. Los aragones, en 1955, aprovechan y se establecen en la capital en busca de más y mejores contratos. Era el gran momento de la música cubana. Para ese entonces contaban ya con un líder vocal como Pepe Olmo “la voz de melcocha”, uno de los más grandes ídolos de multitudes. Era “la voz más dulce de Cuba”, según Rafael Lay y Felo Bacallao.

Olmo, Bacallao y Lay fueron el coro de voces más fantástico de charangas de Cuba.

 

También ya comenzaba con ellos el flautista más grande que haya existido en las charangas cubanas, Richard Egües, el flautista de Hamelín, con sus asombrosos “floreos”, al estilo “quinteado” (picado, soneado). Poseía nivel técnico (concertante y popular), dominaba muchos instrumentos de percusión, con el genio añadido. Además de ser un fabuloso músico, era el compositor principal de la Aragón.

Los arreglos eran concebidos por Rafael Lay, que dominaba muy bien el mercado y la disciplina musical, fue un respetado y venerado maestro de la música y de la administración orquestal por más de cuatro décadas. Era muy disciplinado, voluntarioso, un verdadero director que vivió por mantener a la orquesta Aragón en auge. Según Pepe Olmo, el secreto de la Aragón consistió en: las voces, la flauta de Egües y la dirección de Rafael Lay.

No olvidemos que la orquesta era un verdadero “tutti”, un trabajo de equipo, mucho antes de que Los Beatles aplicaran ese concepto musical. Todo eso constituyó un sello, una marca, un concepto triunfador. Las grandes revoluciones musicales, por lo general, la han hecho los jóvenes. La juventud es la que mueve el mundo de la música, tienen sed de triunfo y están llenos de esperanzas y de ilusiones, saben aquilatar el moderno sonido. Los aragones eran jóvenes con experiencia. Lay 28, Egües 32, Pepe Olmo 20 años.

Cada uno fue, en todos esos años, creando un estilo, una manera especial y distinta de tocar. La frase “los estilistas del chachachá” no fue una frase inventada para el márquetin; su timbre era impecable, especial. Aunque lo más importante fue su transparencia orquestal, algo esencial para el triunfo.

Con todos esos presupuestos llegaron a ser la orquesta más famosa y representativa de Cuba durante décadas y décadas. Tocaban un repertorio de unas mil canciones antológicas (como lo hacían los vates o rapsodas de la antigua Grecia).

Ellos nos representaron en el mundo, fueron los portavoces del país más musical del hemisferio occidental. Sencillamente tenían una gracia especial, nacieron para alegrar nuestras vidas de juventud, para alegrar a casi todo un continente, eso se dice fácil, pero es bastante difícil.

En 1955 graban 19 piezas y ahí ya estaba el sonido Aragón: Nosotros (Pedro Junco), Noche azul (Ernesto Lecuona), Picando de vicio (Richard Egües), El organillero (Agustín Lara), A mi manera (Marcelino Guerra), Cuatro personas, Silencio y Cachita  (Rafael Hernández), El bodeguero (Richard Egües), y otras.

Esta es la Aragón, recuerdo que Pepe Olmo en su casita del Canal en el Cerro me dijo: “En La Aragón todo estaba bien hecho, por eso me mantuve todo el tiempo en ella”.