El duro oficio de ser un hombre bueno
En el marco de la XXVIII Feria del Libro, el centro Dulce María Loynaz acogió, con motivo del 9no Encuentro de Jóvenes Escritores de Iberoamérica y el Caribe, el panel titulado: Homenaje a Eduardo Heras León. Asistieron diversas personalidades de la literatura, entre las cuales destacaron Jesús David Curbelo, Raúl Aguiar, Yunier Riquenes, Darcy Borrero, Barbarella de Acevedo y Rafael de Águila Borges, quien ejerció como moderador.
El evento engrandeció la figura de este maestro de la literatura. Se recordó su infancia, cuando cursaba estudios en la escuela pública de 114 del Cerro, en la segunda mitad de 1940. Huérfano a los 12 años, de padre que ejerció como limpiabotas, vendedor de periódicos, billetes de lotería y limpiador de portales, Eduardo escogió desde ese momento un camino que sería sello de su vida: crecerse frente a la adversidad.
Siendo un adolescente alcanza su primer premio por un texto dedicado a Martí, y poco tiempo después inicia estudios para maestros en la escuela Normal. A los 19 años ejerció como profesor en una escuela primaria de Mantilla, y esta sería una vocación que ya no lo abandonaría nunca.
A los 20 años se presenta como voluntario para ser artillero, y la experiencia del combate marcaría sus primeras obras, clásicos cubanos de la llamada narrativa de la violencia.
El escritor Jesús David Curbelo dedicó parte de su intervención a destacar el significado literario de las primeras obras de Heras León, a quien describió como un autor en diálogo constante con la realidad, capaz de llevar al plano literario toda la experiencia adquirida en las diferentes etapas que le tocó vivir.
Darcy Borrero, por su parte, leyó fragmentos de su libro Eduardo Heras, el fuego, los pasos, la vida. Una investigación realizada por esta autora y que constituye un referente para conocer momentos trascendentales y difíciles en la vida de —como ella lo llamó cariñosamente— su maestro.
El Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso y su influencia en el panorama literario nacional estuvo presente durante todo el panel —los cinco panelistas eran egresados de este centro—. Pero fue el escritor Raúl Aguiar, graduado del primer curso y quien actualmente ejerce como uno de sus profesores, el encargado de exponer el desarrollo del Onelio durante estos 20 años, en lo que calificó como una de las obras cumbres de Eduardo Heras.
A la dramaturga Barbarella de Acevedo se le notaba en la voz la emoción de participar en el homenaje a la persona que la definió como escritora. Fueron las clases de Eduardo Heras en Universidad Para Todos, las que encendieron esa chispa literaria que luego se convertiría en un torrente durante su año en el centro Onelio.
Yunier Riquenes, por último, habló del significado de Eduardo Heras y del centro Onelio para los escritores de provincia. El destacado bloguero se refirió a este sitio como una puerta abierta para todos los autores del país. Asimismo, agradeció al maestro por confiar siempre en la juventud.
Al concluir el panel, Rafael de Águila expresó: “Agradezco a Curbelo, a Raúl, a Yunier, a Darcy, a Barbarella el haber contado hoy con sus visiones, sus acercamientos, sus homenajes al Maestro Heras. Honrar honra, nos legó el Apóstol. Hoy los jóvenes han honrado. Se siente dulzura en el alma cuando se rinde homenaje. Cuando se reconoce el bien. Cuando se agradece una existencia. Una labor. Una obra. Cuando se reconoce, como le gustaba citar a Carpentier la frase de Montaigne, que se ha cumplido con decoro, abnegación, bondad y entrega, el duro oficio de ser hombre”.
Sobran razones para dedicar la edición XXVIII de la Feria Internacional del Libro a este director por diez años de la Editorial Casa de las Américas, al Premio Nacional de Edición (2001), al fundador y Director en 1998 del Taller (más tarde, Centro) de formación literaria Onelio Jorge Cardoso, al fundador del primer curso de Universidad para Todos, al extraordinario crítico de danza, al Premio Nacional de Literatura, a este Maestro con mayúsculas que es Eduardo Heras León.