El parque más literario de la ciudad

Yoamaris Neptuno Domínguez
5/9/2018

Es el último viernes de agosto en el Vedado capitalino. La Calle 23 es siempre un hervidero de gente que viene y va, en cualquier etapa. Cierra el verano y se organizan acciones artísticas y literarias en diferentes puntos: el cine Yara, el Coppelia, la farmacia, la Casa de la FEU, la bodega, el portal de la OSDE Azcuba y el cine La Rampa. Un denominador común: la fiesta de los libros.


Venta de libros en el parque El Quijote. Foto: Internet
 

En la esquina de J, El Quijote permanece inmóvil en su caballo Rocinante y pareciera que no le molesta el sol, el calor, el bullicio de los transeúntes, la impaciencia de los que esperan el A95, ni el olor del baño público, quizás con la idea utópica de saborear un granizado que ya va por los cinco pesos.

Supongo que el famoso personaje ya esté acostumbrado a recibir a los que llegan en la búsqueda de un souvenir o alguna que otra prenda de vestir o de calzado que ofrece el Fondo de Bienes Culturales.

Por la cercanía de la temática creo que su mayor placer debe encontrarse en las propuestas del Centro Provincial del Libro. Y es que no ha cesado en la etapa veraniega la promoción literaria, acompañada de la premiación de concursos, presentaciones y subastas de libros.

La Editorial Extramuros muestra varios de sus títulos y el 500 aniversario de La Habana es el motivo para reflejar en almanaques, y hasta en forros para los libros escolares, imágenes de esta mágica ciudad. Otros productos que forman parte de las atracciones, como CD y mapas, acompañan la exposición del Proyecto Litemuñe con una singular manera de llevar los personajes de la literatura infantil a la muñequería. 

Muchas personas llegan cada día a las dos carpas ubicadas allí tras un título codiciado (y no siempre encontrado), un regalo para los nietos, el libro ideal para la carrera o sencillamente un amigo de cabecera para las noches de insomnio.

Durante los dos meses de verano, en las mañanas de sábados y domingos, se suscitaron actividades infantiles con la participación de proyectos en la peña Lengua de trapo. En las tardes, las artes escénicas se adueñaron del escenario improvisado, y no faltaron las presentaciones de las bandas de concierto y músicos profesionales y aficionados hasta un poco más las 10 de la noche, con un público ávido de la buena música y deseoso de repetir la experiencia.

Un espacio donde tienen cabida autores principiantes y poco conocidos de los talleres literarios de los municipios capitalinos, y aficionados de las asociaciones de personas con discapacidad, es “Ciudad letrada”. Este el nombre que le ha dado el escritor Ramón Bermúdez a “un encuentro entre letras marcado por la poética y la trovadoresca, un sitio (según su conductor) estupendo para morir de amor”.

Y es que esto es lo que sucede en este parque, junto al Quijote. Los organizadores se empeñan en brindar una oferta de lujo desde la literatura para poder llamarle como les gusta: el “Parque más literario de la ciudad”.