Viaje al TeaSur: designios de aquí y de allá

Leonardo Estrada
27/8/2018

Era la primera vez que paraba mis trabajos en La Habana para descubrir la tierra de los piratas y de aquellos lugares tan necesarios en la historia de Cuba como el Presidio Modelo o el Museo de Martí. Era la primera vez que en calidad de especialista del Consejo Nacional de las Artes Escénicas (CNAE) reseñaría el TeaSur, evento más importante que potencia el arte teatral pinero.

La carreta de los Pantoja, tropa dirigida por José Rodríguez Pantoja, también presidente de la UNEAC en la Isla de la Juventud, abriría el escenario de La Toronjita Dorada.

Los muñecos del abuelo Pepe no quieren despertar de su sueño mágico. Como respuesta el anciano intenta despertarlos guiándose por un libro de hechizos y los consejos proporcionados por los niños. Sin embargo, ante los intentos fallidos, es su nieto mago quien logra la hazaña. Gracias a los números aparecen los payasos y el hada, además de una gama de personajes como el tigre, la pantera, el conejo… que nos recuerdan a los muñecos de Don Polilla, también en razón de la referencia al abuelo y su tienda.

Pero, no resulta la magia el elemento que más impresiona, sino los elementos contextuales. Entre ellos: parodia con el saldo del celular, la alusión a vacas sagradas del teatro para niños como Armando Morales, la falta de luz en el teatro debido a problemas económicos o los actores que no quieren manipular un títere, sino viajar.

A partir de estas referencias el espectador adulto sonríe, reflexiona ante problemáticas de su aquí y ahora. Por su parte, los niños se emocionan con las piruetas de los payasos, los juegos con las pelotas y las canciones infantiles.

Con la idea de recorrer los TeaSur pasados, se proyectan escenas en pantalla.

Cierra la pieza y queda inagurada la semana teatral mediante las palabras de Marisol Medina, presidenta del Consejo Municipal de las Artes Escénicas (CMAE) y, con su bienvenida, también este bojeo teatral que me permitiré compartir con ustedes.

I

Bojeo al teatro habanero

Sala Pinos Nuevos. El padre ciego que ha perdido el poder de la tribu que otrora tuviera y quien, debido a su incapacidad física, recibe el cuidado de su hija, deviene eje central del argumento perteneciente a Viaje en círculo, producida por la Compañía Rita Montaner.

La poesía de los signos teatrales resulta uno de los planos distintivos del tejido dramático: juegos de sombras, cortinas simbólicas, música ritual, la rueda que es cargada de manera incómoda por uno de los actores como metáfora de la dificultad…

El elemento clásico es otro de los matices con que cuenta la pieza. Referencias a personajes como Edipo y la gama de entes que lo complementan como su esposa Yocasta o su hija Ismena, nos asaltan paulatinamente. Distinguir que lo clásico se imbrica a lo afrocubano, por ejemplo, con el lenguaje bozal que se utiliza para nombrar a las figuras griegas y sus costumbres.

Viaje en círculo aborda las relaciones de poder mediante los individuos y el devenir del tiempo cual condicionante. Debe su construcción a una estructura que viaja continuamente al pasado y presente de los personajes gracias al uso de diversas máscaras. Indistintamente, los actores juegan a cambiar sus roles mediante el cuerpo y la voz. Sin embargo, en múltiples momentos estos recursos expresivos se vuelven inoperantes ahí donde la partitura física entrevé demasiadas repeticiones.

El talón de aquiles de Viaje… lo constituye su plano dramático, pues el argumento se apoya en demasía en el plano simbólico y, por consiguiente, el espectador sufre demasiado para entender el texto más simple.

Quisiera advertir, uno, es muy difícil definir quiénes son —en particular— estos personajes, por qué cuéntan sus historias aquí y ahora, cuál es el verdadero mundo interior que los define, conflictos, objetivos, motivaciones…

Dos, fallan asimismo los lenguajes que sostienen la puesta en escena. La banda sonora presenta temas del género rock y música clásica solo porque parece corresponderle al carácter de la situación dramática; pero, no se construye bajo un principio de unidad y el espectador siente que la música es un artilugio impuesto y no un artificio real.

Las máscaras forman parte estructural de las escenas o cuadros; no obstante, el diseño no apoya la contrucción de las historias y las transiciones actorales tampoco activan los momentos cruciales de los relatos. Hay, eso sí, un tejido que se dilata entre entradas y salidas inexplicables, sin criterio de progresión alguno.

Un punto aparte merece la proyección de lo Virtual DJ, cuyas imágenes muestran fotos de pasajes bélicos, atentados… Hay que tener cuidado con la fuente de lo Virtual DJ utilizada en la proyección. Recordemos que en el teatro todo enuncia y, un signo mal situado, puede empañar la comprensión.

Para terminar con las propuestas de teatro para adultos traídas de La Habana, les comento sobre La cabalgata del monstruo, de Teatro Pálpito, dirección artística de Marcel Méndez. El también actor hizo un intento por acercarnos al mito segismundeano a partir de la voz del condenado príncipe y otros personajes. Y digo a propósito “intento”, pues la readaptación del referente no fue del todo feliz.

Varios elementos incongruentes saltan a la vista en esta propuesta. Los elementos como el sobretodo/calzoncillo, las sillas y el micrófono, como marcas de una escenografía contemporánea, (usada en la danza teatro, el teatro documental, performances, etcétera), no se construyen desde un valor sustantivo/dramático que dialogue con la savia real de la nueva historia —que ahora nos cuenta el actor—. Enuncian solo desde un carácter adjetivo, es decir, como mero decorado. Yo me pregunto: ¿cuál es el criterio conceptual del vestuario, la escenografía?

La veracidad de la actuación de Marcel —en un texto con esas características— dependía grosso modo de saber cómo explotar los matices del verso, los registros que caracterizan a los personajes interpretados y la intervención textual. A decir verdad, la voz de Méndez no es la más orgánica para defender el carácter vérsico del texto. El actor se mueve en una tesitura demasiado plana que absorbe los tonos, tiempos, ritmos, silencios…. En fin, los colores que consolidarían una verdadera dramaturgia de la voz.

Pasa lo mismo con los roles asumidos, el espectador pierde la construcción de quién es el personaje que habla debido a la mala manipulación vocal; tampoco hay elementos distintivos de la acción física que mejoren la comprensión. Por no hablar del criterio de adaptación del texto, relegado únicamente a cortar los parlamentos y la recomposición estructural harto arbitraria. Antes de ello, Marcel Méndez debería entender cuáles son los niveles de teatralidad imprescindibles que Calderón de la Barca apuntala en su obra original y cómo adaptarlos a su contexto.     

La banda sonora tampoco fue feliz si tenemos en cuenta la unidad en la disposición musical. Hubo un instante donde se escucha el tema Sweet Dreams de Marilyn Mason (que sirve de pie a las malas palabras pronunciadas por Segismundo en contra de su padre), cuya colocación asombró a no pocos en la sala. Aquí retomo la misma idea. La partitura musical de una puesta en escena no debe componerse solamente a merced del carácter de las situaciones.

Del teatro de figuras

Del teatro de figuras habanero, quisiera reseñar la puesta Las aventuras de Comino, del Guiñol Nacional de Cuba, dirigida por Lázaro Hernández, y Vida y Milagro de Federico Maldemar, de Teatro Pálpito, con dirección artística de Ariel Bouza.

La primera, presentada en La toronjita Dorada, se muestra como una readaptación del dramaturgo Manuel Villafañe. Comino, joven perezoso, es llevado por su abuela a un ingenio para que aprenda a amar el trabajo. Allí no solo comprende sus contornos buenos, sino que el verdadero holgazán resulta ser el patrón del ingenio, quien explota a sus esclavos sometiéndolos a largas jornadas laborales, sin pagarles, y los amenaza (gracias a un disfraz) con el Diablo que los llevará al Infierno. El muchacho, ayudado por su amigo esclavo, logra ajusticiar al patrón-Diablo y que les pague la suma debida.

Entre las cuestiones positivas del espectáculo se encuentran la dinámica rápida que mueve el argumento. De igual modo, la bien lograda animación ofrecida por sus actores, con improvisaciones bastantes verosímiles según las situaciones; y la capacidad de emocionar desde el principio hasta el final a los infantes.

Como detalles a mejorar: la línea de acción del personaje del Diablo no cierra, el personaje se desaparece de escena y ni siquiera las palabras referidas sostienen su salida. Por otra parte, la cachiporra se utiliza demasiado. Parece un elemento que funciona, pues los niños demandan una y otra vez la utilización del objeto; pero recordemos que los mensajes al niño no pueden construirse desde la violencia exagerada, hay otras maneras de ajusticiar al villano en términos artísticos. También en el mismo orden se encuentra el cartel que convoca a la huelga. La palabra “huelga” conlleva una carga demasiado pesada para los pequeños, bien se pudiera construir la idea con otros vocablos o significantes.

La segunda pieza constituye mi hallazgo en superlativo. Maikel Chávez crea la historia de Federico Maldemar, un ratón líder de Alcantarilla que, ante la muerte de sus padres ratones, solo le queda para salvarse del odio eterno a los humanos, el amor a Victoria y a sus semejantes.

Con el trascurso de su vida, Federico entiende que los sentimientos negativos que siente en realidad están destruyendo todo a su alrededor; incluso su cariño por Victoria. Pero, para cambiar, el héroe tendrá que sortear una serie de pruebas contra su rencor y con una villana, la Lata de Sardinas, quien inventa una serie de enredos para quedarse ella sola con la Alcantarilla.

En principio, la Alcantarilla resume ese mundo decadente, desesperanzador, que parece ya no ser habitable. La Alcantarilla en aquel momento refiere el alma de los roedores, los cuales suspiran ante el afán de salir a la superficie para mejorar sus condiciones de vida. Sin embargo, el mundo exterior, cual metáfora del cambio, es apenas un ideal que depara no pocos peligros. Paulatinamente, los ratones, guiados por Federico Maldemar, comprenden que la Ciudad donde viven posee un brillo superior, solo que ellos eran incapaces de observarla atentamente. 

Es Vida y Milagro de Federico Maldemar una puesta en escena sólida: combinación entre poesía, luces y sombras, buena manipulación, canto y una historia muy bien construida.

II

Bojeo al teatro pinero en las comunidades

El periplo a las comunidades también ocupó un espacio vital en el TeaSur. Para ello se crearon las Brigadas 1, 2 y 3 que dotaron siempre de alegría a niños y adultos.

Mi recorrido comenzaba con la brigada 2, conformada por La carreta de los Pantoja, Teatro de la Isla Joven (TIJO) e Índigo, compañía correspondiente al arte danzario. El espectáculo abre con los payasos Tareco y Palitroque y la historia de la payasita enamorada, pero no correspondida. Como parte del juego teatral, los niños suben a escena y se imbrican en una serie de divertimentos con patines o de fuerza.

Más tarde, la danza invita al público a bailar al ritmo de las niñas performers, bastante orgánicas para sus edades; acto seguido entran las artistas jóvenes con una coreografía obviamente más técnica, dependiente de cargadas y saltos. El joven mago Nemías consigue aplausos gracias a sus trucos con cartas, llavetas y copas con agua. Solo acotar que debe mejorar su presencia escénica, darle una dinámica de contrastes, complejidad a sus números, dotarlos de energía y proyección.

Para el próximo día me esperaba la Brigada 3 conocida como Los filibusteros, con la dirección de Meilim Batista Batista. La nómina la integraban los grupos: Camarcó, TIJO, Carapachibey y estudiantes de la Escuela Nacional de Arte (ENA). Con un sucu-sucu identitario de la Isla de la Juventud se armaba el collage teatral.

Primero, invade el espacio escénico una bailarina con gestos elegantes y de notable flexibilidad corporal, aunque por momentos parece no entregarse completamente al movimiento; quizás síntoma de cansancio, agotamiento. Su partener intenta deberse a la joven, pero técnicamente queda por debajo su desempeño debido a movimientos incompletos y una modesta interpretación.

Las marionetas juguetonas y graciosas llenan de brío el patio escolar devenido escenario con su interpretación cómica del tema La maraña de Arnaldo y su Talismán. Adolfo Caisedo (Fitico) y Adrialis Suárez destacan por su buena manipulación.

El duo Alami, de la ENA, fue agradecido con no pocos aplausos gracias a la obra Las niñas. La pieza es un divertimento que trata la relación de dos niñas de primaria con niveles económicos dispares. Una, es la rica que trae cajitas de jugo y chocolates para su merienda. La otra, porta apenas un pan viejo en su mochila; incluso, es puesta en ridículo debido a presentar problemas urinarios.


Foto: Cortesía del autor
 

El espéctaculo defiende valores esenciales como la amistad y la solidariad por encima de las diferencias económicas. Sobresale en Las niñas la capacidad de crear una situación aparentemente trágica que se aligera mediante recursos de la comedia como: la ridiculización de la joven pobre, los enredos con los alimentos, el humor negro a partir de los trabajos que ejercen sus padres, el juego tragicómico con la lagartija… La posibilidad de contar con un actor–titiritero travestido (quien asume el rol de niña ante la indisposición de una de las actrices reales), resulta un añadido importante de comicidad.

Como colofón, los payasos Corazoncito y Siselogra animaron la tarde. El espectáculo se compone de varios números de magia. Entre ellos mencionemos: el dinero que aparece la payasita en el libro, el huevo que debe caer en la tapa sin romperse o el número del globo, en el cual le vendan los ojos a dos niños y les ordenan golpearlo. Cada uno se construye sobre la base de ridiculizar a Siselogra, quien desconoce las artimañas de Corazoncito para hacerle creer que tiene dotes de gran maga. Los niños devienen cómplices de la primera y disfrutan de sus engaños.

Señalar como positivo la energía de Aymara Rojas Quiroga para robarse el corazón de los infantes. Armando Medina Ruiz, en el rol del payaso, si bien no desentonó, por momentos adoleció de una transformación en el carácter que a su vez modificara la energía de su acompañante escénico.

Tras un baile grupal, en donde los niños imitan los movimientos de los payasos, termina todo.


Foto: Cortesía del autor
 

El último día me deparaba no pocas emociones. Me unía a la Brigada 1 y mi observación comenzaba con la Compañía de artes circenses y variedades dirigida por Vladimir Zulueta Razo. La troupe impresiona por las diversas edades de sus integrantes, entre nueve y veinticuatro años. Briana Cheril me causa admiración por su flexibilidad demostrada en su número de contorsionismo sobre un biombo, amén de sus nueve años de edad. Por su parte, Katherine y Daviel Boloy confirmaron lo bien preparados que están estos muchachos desde el punto de vista físico y mental tras sus ejercicios de equilibrio.

Los payasos Cado Rodríguez Pantoja y Manuel Leandro Guerra readaptaron la archiconocida historia de Los tres cerditos. El ajuste consiste en cambiarle la caracterización al lobo por la de una gallina, un gato… hasta un karateca japonés, absurdo que provoca la cólera del payaso que interpreta Cado y, contrariamente, la risa de los niños. Los juegos de participación con estos últimos y el canto apoyado en la guitarra complementaron la propuesta.

Para mejorarla, sugiero buscar otros matices a la historia del lobo, y de paso cortar un poco la gama de animales que buscan ridiculizarlo, pues se agota mucho el recurso.

TIJO nos regaló un lindo divertimento. Las noticias en el periódico sobre recursos clínicos como la inseminación artificial para aquellos que no pueden tener hijos, revelan el conflicto principal de una pareja. El esposo busca a alguien apto para acostarse con su mujer; pero quien llega adelantado es un fotógrafo y ella lo confunde con la persona que le dará el ansiado hijo. A partir de ahí se crea un gran enredo, pues todo lo que refiere el fotógrafo referente a las fotos —tras el nacimiento del pequeño— la esposa lo confunde.

Fue esta una linda propuesta muy bien armada dramatúrgicamente. La actuación de Ernesto y Barbarita fue impecable. Sugerimos buscar otros zapatos para el esposo que no sea el calzado Nike que rompe con la caracterización del personaje.

Termina así mi recorrido por las comunitarias, espacios que se colmaron de matices teatrales y de vida.

“Llevar teatro a todas las comunidades es llevar alegría, llevar amor", afirmaba Damarys Cala Sanamé, de La carreta de los Pantoja. Un día después concluía el TeaSur en el patio del Cine del Caribe con un reconocimiento a las instituciones culturales y las compañías representativas. A ritmo de merengue y susu-sucu, los cantantes Yaniza Masaguer y Ulises Bejerano despedían este viaje isleño, con sus designios de aquí y de allá.