Acertado estaba René Fernández Santana, director-fundador del grupo teatral Papalote, el día que aseguró, antes del inicio del XIII Taller Internacional de Títeres de Matanzas (TITIM), que el evento aglutinador de voluntades cada vez conquista más adeptos.

El parque de la Libertad, en Matanzas, fue un espacio abierto para espectáculos titiriteros.
Foto: Yenli Lemus
 

Durante los días que los retablos estuvieron expuestos, tanto en espacios cerrados como abiertos, el público acudió masivamente, los padres llevaron a los hijos más pequeños; pero la familia se sumó a la pléyade de artistas que trajeron a la llamada Atenas de Cuba lo mejor en sus repertorios de los últimos dos años.

El Premio Nacional de Teatro, iniciador de la cita titiritera en 1994, junto a Zenén Calero y Rubén Darío Salazar, sabe bien cuánto atraen las historias contadas a través de los muñecos que toman vida en las manos de juglares incansables, por eso no desiste en el empeño de volver sobre el Taller e involucrar a todos los que estén dispuestos al desafío.

En esta oportunidad participaron en TITIM 12 agrupaciones extranjeras y 17 cubanas, entre el 24 y el 29 del cuarto mes del calendario en marcha: las salas de teatro de la urbe de ríos y puentes, la Casa de la Memoria Escénica, museos, plazas y parques fueron tomados por asalto y varias manifestaciones artísticas convivieron en armonía con los muñecos.

Desde la apertura del encuentro en el teatro Sauto, todavía en restauración capital, con el espectáculo Trasluz, a cargo del bailarín y coreógrafo Yadiel Durán, el estreno de Club de clowns, del grupo Mirón Cubano o Zona en progreso: Nuevos rostros del títere cubano, el Taller demostró cuánto ha crecido en estos años.

Dedicada en esta oportunidad a la isla de Puerto Rico, a los títeres en el Caribe, al Guiñol Fidel Galbán, de Remedios; y a los 20 años de existencia de la Galería el Retablo, sede permanente del multipremiado Teatro de Las Estaciones, la cita atrajo la atención de grandes y chicos por igual.

De lujo puede catalogarse la puesta de Club de clowns en el Parque de La Libertad, divertimento de esculturas vivientes con diseño de Zenén Calero y dirigido por Francisco Pancho Rodríguez.

Ocho figuras vivientes que no son comunes payasos, sino que tomaron como referencia la llamada Comedia del Arte, característica de teatro popular de la Edad Media, intercambiaron con el público y alegraron a quienes pasaron y se quedaron deslumbrados ante el derroche artístico.

Para Manuel Morán, director de Teatro SEA, quien vino al TITIM por sexta ocasión, constituyó verdadero honor representar a la isla en el evento; y la argentina Agathe Sidaine, expresó satisfacción al comprobar la calidez del público, acostumbrado a disfrutar del teatro de muñecos.

Lamentable, la ausencia en el Taller del espectáculo Floripondín y Azucena, pieza de Jesús del Castillo, Premio Casa de las Américas, que rinde tributo a la memoria del bardo matancero y cuenta con amenidad la historia del amor imposible del poeta por su prima Isa, entre 96 presentaciones previstas cabía una más…

El cierre con el espacio socio cultural La Calle de los Títeres, justo en la dirección donde se sitúa la sala Papalote, y a la cual acuden los niños con frecuencia a participar de una gran fiesta comunitaria, fue tal vez punto de partida.

Y en la tarde dominical el grupo musical de La Colmenita, puso a mover los cuerpos, en el teatro Velasco colmado de aplausos, como una muestra más de que no hay divorcio entre los títeres de guante, cachiporras, luces, sombra, danza, música, audiovisual o estatuas vivas que hacen reír.

René Fernández es sabio, nunca sobran Los Ibeyis y el Diablo en un TITIM, porque el homenaje a la cultura ancestral es pieza clave para develar el futuro de un arte milenario.

Que nadie imagine ahora que retablos y muñecos permanecerán apagados y descansando. Ya Zenén Calero piensa en los bocetos de la próxima obra que prepara Rubén Darío. Papalote con sus jóvenes protagonistas, convoca para dentro de dos años mostrar aires renovadores, en la capital de los títeres.