Cae estrepitosamente intercambio cultural Cuba-Estados Unidos

Jorge Ángel Hernández
31/1/2018

Las restricciones impuestas por la administración Trump para viajar a Cuba, en noviembre de 2017, van más allá de los trasfondos típicos de guerra fría. En realidad, acentúan la política de asedio comercial, económico y financiero a la que se aferra el Bloqueo, sucesivamente condenado en la Asamblea de la ONU por absoluta mayoría sin que la "democrática" potencia se tome el trabajo de tenerlo en cuenta. La "mano dura" del presidente estadounidense, engarzada con las de Marco Rubio y Díaz-Balart, no solo representa un cambio político respecto a las técnicas del expresidente Barak Obama, sino una nueva estrategia de injerencia. Lo muestra un natural repaso a las cancelaciones de intercambio entre instituciones estadounidenses y cubanas.

De esa fecha a este punto, veinticuatro colegios y universidades estadounidenses cuyo objetivo se centraba en realizar actividades académicas e intercambiar experiencias, ideas y conocimientos con investigadores profesionales, estudiosos y estudiantes cubanos relacionados con el Centro de Estudios Martianos, se han visto forzadas a cancelar sus proyectos.

Además de la Alliant International University, que canceló desde octubre, cuando los truenos de las nuevas medidas se escuchaban bien fuertes, han llegado en tropel sucesivas suspensiones. Tres en noviembre (Pratt Institute, Johnson & Wales University y Culver-Stockton College) y otras tres en diciembre (Oklahoma State University, Case University y Presbiterial University), siete en enero (Hartwick College, Drake University, Towson University, Western Kentucky University, University of Baltimore, IFDS y University of Wiscosin), de nuevo tres, previstas para febrero de este año (Universidad de Michigan, Eastern University y Xavier University) y otras siete pactadas para marzo de 2018 (MN State Mankato, Penn State Harrisburg, Cuyahoga Community College, Old Dominion, American University, Illinois State University y University of Illinois).


El intercambio cultural entre ambas naciones debe estar necesariamente basado en el respeto mutuo
 

A este repentino apagón académico se suma la cancelación del intercambio con la EGREM que había concertado el Colegio de Música de Breklee con el objetivo de interactuar con los músicos del catálogo de la institución cubana y grabar en sus estudios. El Instituto Cubano de la Música, por su parte, recibió la noticia de que la agencia Dreamcatcher suspendía todos los conciertos previstos para Cuba. La cantante y compositora canadiense Sarah MacLachlan y el cantautor Jason Mraz han sido víctimas directas de estas supresiones de intercambio.

Asimismo, las relaciones entre la Gran Cámara de Comercio de Harlem y el Ministerio de Cultura de la República de Cuba, iniciadas en 2016, se vieron bruscamente quebradas por la forzosa decisión de la entidad estadounidense. Podemos sumar, a vuela pluma, las cancelaciones que paulatinamente está recibiendo la agencia Paradiso, en su gerencia de Servicios académicos, entre otras que seguramente se irán dando a conocer en el transcurso del trabajo y, sobre todo, en el agudo bregar de la injerencia.

Este paquete restrictivo, que hace explícito relacionarse con una lista de más 180 instituciones cubanas, supera incluso estrategias de guerra fría que, se suponía, habían quedado atrás. Es una guerra frontal y despiadada que no repara en sacrificar sus propias víctimas colaterales, saltando de los niveles de cuarta generación a los de acción directa e ilegal. Quiérase o no, esta estrategia afecta a la inmensa mayoría de la ciudadanía cubana. Incluso, y aunque de momento se llenen sus pequeños bolsillos, a aquellos peones a los que bien les ha venido comercializar patria por salario.