Agradezco en primer término a mi colega Rolando Misas por invitarme a presentar este texto fundamental de nuestra sociología e historiografía, con su excelente introducción. Como es conocido, Misas es un investigador muy acucioso. Él ha dado sobradas pruebas de ello y ahora, en este libro hace un examen panorámico y pormenorizado del trabajo intelectual de José Antonio Saco que es sumamente útil para el lector.
Creo necesario referirme brevemente a la época y al autor, es decir, a los inicios del siglo XIX y a José Antonio Saco, quien, como es conocido, él solo es un campo de batalla para la interpretación. Veamos. La tercera década del siglo XIX fue un momento muy importante y hasta se pudiera decir decisivo en la historia colonial de Cuba, de manera especial en lo que respecta a sus ideas. En ese espacio y tiempo se realizaron las conspiraciones masónicas de Soles y Rayos de Bolívar y La Gran Legión del Águila Negra, en concomitancia con la radicalización política de la intelectualidad criolla. En ese período, también, algunas de las cabezas más sobresalientes del criollado pensante fueron a parar al exilio político y fue, además, el momento en que detonó el gran boom azucarero de la Isla.
Para los pensadores criollos, la construcción de los discursos nacionalistas en la literatura debía definirse en la situación dilemática entre las opciones reformista por una soberanía colonial o republicana, por un lado, y el apoyo al sostenimiento del régimen esclavista, por el otro. Saco perteneció a la primera opción, fue un reformista orgánico.
“La tercera década del siglo XIX fue un momento muy importante y hasta se pudiera decir decisivo en la historia colonial de Cuba, de manera especial en lo que respecta a sus ideas”.
En aquellos años, una buena parte de los discursos más adelantados en materia de nacionalismo, ya fuese de sustrato reformista, abolicionista, anexionista y aún hasta del todavía incipiente pensamiento republicano-separatista, estuvo ligada a la defensa de una mayoría demográfica blanca, en la que casi todos veían el soporte real de la nacionalidad. Dentro de esa amalgama atomizada de tendencias, Saco fue uno de los más firmes pensadores como ideólogo de la posición reformista. Fue, también, un negrófobo convencido y militante.
A Saco la solución independentista, aun no materializada en la Isla, pero ya victoriosa en el continente, no le simpatizó en lo más mínimo. En un periódico de Nueva York, Saco publicó cerca de treinta editoriales contra Simón Bolívar. Ni siquiera la estancia y colaboración en esa ciudad, por dos años, con su maestro Félix Varela, el iniciador junto con José María Heredia de nuestro independentismo, permitió un cambio en sus ideales reformistas. Así se mantuvo hasta el final de sus días, fue su credo.

Estamos hablando de un momento, inicios y mediados del siglo XIX, en que se produce un auge del liberalismo y el republicanismo en el continente, movimientos de ideas estos que fueron fuertemente reprimidos y constreñidos en Cuba debido a la condición colonial y a la economía de plantaciones imperante, con sus correspondientes ideólogos. Existió una censura política férrea en la sociedad insular, que reprimió las ideas avanzadas y que sufrió el propio Saco.
En realidad, el reformismo había nacido tanto de exigir la modificación del estatus colonial imperante en la Isla, como de combatir la emancipación de las colonias americanas. Como bien señaló el historiador Jorge Ibarra Cuesta, el análisis de los discursos de Saco y Del Monte, desde los años treinta a los sesenta del siglo XIX, revelan que las obsesiones de los ideólogos de la plantación esclavista eran el temor a la revolución (el modelo de la haitiana les espantaba) y la necesidad de preservar su hegemonía cultural e ideológica como plantadores esclavistas, blancos obviamente. En tal sentido, décadas más tarde, y ya en los sesenta y setenta, Saco no se cansó de denunciar y combatir desde las ideas a la revolución independentista y abolicionista de octubre de 1868, comenzada por su coterráneo Carlos Manuel de Céspedes. Fue un anti-independentista convencido.

A favor de Saco se puede argumentar que fue uno de los primeros intelectuales que aplicó la noción de nacionalidad a la sociedad insular. También que su obra era en sí misma el reflejo de un pensamiento avanzado del criollado dentro de la retrógrada sociedad insular. Realmente Saco fue muy pendular en sus posturas políticas, enmarcadas siempre dentro de su comprensión reformista. En esencia puede considerársele un reformista patriótico y un antianexionista, pero en su idea de patria no cabían los negros. Son suyas estas palabras que recelan su preferencia: “… una humanidad blanca, muy superior a la negra por muchos títulos morales y por lo mismo más digna de la vida y del bienestar”.
“A favor de Saco se puede argumentar que fue uno de los primeros intelectuales que aplicó la noción de nacionalidad a la sociedad insular”.
Su programa reformista combinaba la supresión de la trata, la autonomía política y la inmigración blanca con los fines de blanqueamiento ya mencionados, es decir y resumiendo esta sucinta aproximación a su compleja figura, nunca fue un revolucionario en un instante en el que el liberalismo y republicanismo radical, simiente de la revolución de 1868, comenzó su histórico de fervor.
Pero esa semblanza política no demerita al investigador de naturaleza historiográfica y sociológica que fue José Antonio Saco, quien produjo a lo largo de su vida notables artículos y ensayos, siendo Memoria sobre la vagancia en la Isla de Cuba, uno de los más relevantes, al punto de trascender en el tiempo y seguirse estudiando dos siglos más tarde, como ha hecho Rolando Misas en esta ocasión. Hoy se puede decir que es un texto que pertenece por completo al campo de las ciencias sociales, tales son las herramientas científicas desplegadas.
Su valor fundamental, visto a la distancia del tiempo, fue la de mostrar un pensamiento crítico muy aguzado, cosa que Misas pone de relieve en su ensayo introductorio. Saco describe ejemplarmente el panorama moral, la adicción al juego, los problemas de accesibilidad al empleo, el gravísimo tema educacional y de desamparo infantil, el drama de la mendicidad creciente, en fin, pinta con lujo de detalles y aguda mirada sociológica la deplorable situación social y moral de la Isla, o de una buena parte de ella.
“Su valor fundamental, visto a la distancia del tiempo, fue la de mostrar un pensamiento crítico muy aguzado, cosa que Misas pone de relieve en su ensayo introductorio”.
Esta disección o radiografía no pasó por alto para los posteriores estudiosos del pensamiento del ilustre bayamés y Misas los va mencionando a cada uno en su texto. Destaca en esa variada recepción la alta ponderación de don Fernando Ortiz sobre la obra que nos ocupa, pues al sabio cubano no se le escaparon los elevados valores científicos de dicho texto. Sin embargo, Misas, al mencionar la interpretación de Jorge Ibarra Cuesta sobre la figura histórica-política de Saco, dice disentir de la misma, opinión que es digna de respeto, pero sugeriría que también de reconsideración. Ibarra Cuesta fue, como se sabe, de uno de sus más severos críticos. La obra de Saco es tan importante en la historia de las ideas en Cuba que los principales historiadores nuestros (Moreno Fraginals, Torres Cuevas, Ibarra Cuesta, Pedro Pablo Rodríguez, Rafael Rojas, entre otros) han tenido que referirse a ella y los juicios de Jorge Ibarra Cuesta me parecen entre los más objetivos. En fin, es una cuestión de apreciaciones.
“(…) estamos en presencia de dos excelentes análisis, uno correspondiente al primer tercio del siglo XIX y el otro en su rescate y puesta a punto en igual período del siglo XXI (…)”.
Cuando el trabajo de Misas entra en la zona agraria del ensayo de Saco, se profundiza considerablemente, pues se trata de uno de sus principales saberes como investigador. Aquí es donde consigna el alto valor científico de Saco, en un tema cardinal para la sociedad cubana de entonces, y de ahora.
Es admirable, pues, el trabajo analítico que nos presenta nuestro colega a partir del texto de Saco. Lo ha contextualizado y desmenuzado en cuanto a su contenido, valía y recepción. La estructura de su extenso ensayo introductorio resulta muy eficaz para seguir la pista al de Saco. Tiene razón Misas cuando apunta que este libro digital continúa la publicación de otros títulos por el Sello Bachiller acerca del tratamiento histórico de la cuestión moral en la Cuba decimonónica. Y acierta también al calificar a la Memoria sobre la vagancia…. de salto cualitativo en el estudio de la sociedad rural colonial, pues ese fue otro de sus valores muy bien analizados por Misas. Sin duda alguna, el ensayo de Saco, introducido por el colega, es un acierto notable del Sello Bachiller y de su equipo de realización.
Por lo tanto, estamos en presencia de dos excelentes análisis, uno correspondiente al primer tercio del siglo XIX y el otro en su rescate y puesta a punto en igual período del siglo XXI, una forma muy notable de continuidad de los estudios de ciencias sociales en el país. Felicito al colega Misas por su trabajado y exhaustivo análisis sobre una obra fundamental del pensamiento crítico cubano de todos los tiempos, por saberlo poner a flote, y a disposición de los actuales y futuros investigadores cubanos y de otras latitudes.