Incentivo y placer se unieron en el recorrido realizado el pasado miércoles 8 de enero por varias de las muestras colaterales de la 15 Bienal de La Habana y en el que participó un grupo de estudiantes de la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, acompañado por los curadores y algunos de los artistas implicados en las muestras.

Convocado por el Comité Organizador y el Consejo Nacional de las Artes Plásticas (CNAP), inició en la Estación Cultural Línea y 18, recinto que acoge la exposición Homenaje a los 40 años de la Bienal de La Habana y en la que confluyen más de treinta importantes artistas visuales cubanos de dentro y fuera de la isla, en demostración plena del carácter inclusivo de un evento que suma y no deprecia, una de las características históricas que ha definido a esta cita contrahegemónica.

Por mencionar algunos, aquí aparecen obras de Adonis Flores, Antonio E. Fernández (Tonel), Eduardo Ponjuán, Felipe Dulzaides, José Emilio Fuentes Fonseca (JEFF), José Ángel Toirac, Alexis Leyva Machado (Kcho), María E. Haya (Marucha In memoriam), Marta María Pérez, René Peña, Roberto Fabelo, entre otros. El artista y actual director de la Bienal, Nelson Ramírez de Arellano, recibió y comentó a los presentes las piezas de estos creadores que han marcado y marcan una pauta en la visualidad cubana más reciente.

Incentivo y placer se unieron en el recorrido realizado por varias de las muestras colaterales de la 15 Bienal de La Habana.

Luego el peregrinaje se trasladó al Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), Edificio Arte Universal, para disfrutar y conocer de las exposiciones allí inauguradas. Jorge Fernández, director de la institución, ofreció pormenores de las tres exposiciones dispuestas en el lugar. La primera de ellas, La tradición se rompe, pero, cuesta, agrupa por primera vez a una serie de mujeres creadoras del Caribe con multiplicidad de discursos que, no solo abordan lo femenino, sino lo social.

Como su nombre lo explica, La tradición… es una visión artística desencartonada, a la vez denuncia, liberación, de ese canon histórico diseñado para la mujer. Temas como la maternidad y la decisión o no de asumirla, la discriminación racial, el desgarre emocional por la pérdida, el desmembramiento familiar, la emigración forzada, la condición colonial de los países natales, la búsqueda de la identidad, el falocentrismo, entre otros, son tratados por estas féminas.

Y lo hacen desde las más variadas propuestas, técnicas y formatos —pintura, dibujo, escultura, el objeto como arte, tejido, performance, instalaciones, videoarte, entre otros— con materiales novedosos e incluso, con sus propios cuerpos como son los casos de la canaria Yapci Ramos y la cubana María Magdalena Campos; esta última, artista perfomática que utiliza su figura como laboratorio expresivo y cuestionador a través de una mixtura de símbolos contrastados entre sí en el lenguaje visual, que da una proteica lectura de sentido sobre los más disímiles acápites de la relación existencia, patria y sociedad.

Jorge Fernández, director del Museo Nacional de Bellas Artes, da la bienvenida a los participantes del recorrido.

Y es menester el cómo construyen sus discursos estas mujeres. Jaime Lee Loy, artista de Trinidad y Tobago, recrea en su obra “In Part” —una instalación de 79 corazones hechos de diferentes materiales como papel de arroz, gasa, entre otros—, el dolor por la pérdida de su padre, fallecido a causa de un infarto.

Mientras la puertorriqueña Elsa María Meléndez, deconstruye la condición maldita de su país como extensión de los Estados Unidos en “La isla de la nostalgia”, pieza instalativa que, a través de una narrativa inspirada en el lugar común asignado a la mujer de madre y ama de casa, irrumpe discursivamente sobre la emancipación mediante un cuerpo femenino surrealista que se deshace en fragmentos de calcetines fálicos tejidos por ella misma.

No podemos dejar de mencionar a la cubana Belkis Ayón, todo un clásico de mujer intrépida en las artes plásticas de la Isla, desde el tema a abordar y las formas en cómo lo hizo en el caso abakuá, magistralmente tocado por ella con la técnica del grabado, del que hizo escuela. El mítico personaje de Shikán, la mujer que rebeló el secreto del fundamento abakuá, fue esgrimido con un particular uso del color y la simbología al reflejarla sin ojos, con órbitas vacías o huecas.

Un “joven” artista francés de 82 años, amigo de Cuba, expone también en La Habana por estos días de Bienal y del cual los visitantes pudieron admirar su obra bastante sugerente, sobre todo, los futuros artistas del grupo. Y es que Ernest-Pignon-Ernest trae una propuesta atrevida, fresca para sus más de ocho décadas de vida en 78 litografías en las que imbrica textos poéticos y documentales con dibujos de punzante denuncia social.

Excelente dibujante en el que destaca la línea bien definida, el contraste del uso de las sombras, la definición de los rasgos del rostro y el cuerpo para darle una particular expresión acorde con el lugar donde ubica sus obras, generalmente en espacios abiertos e insospechados como lo es una cabina telefónica. También registra una serie, Concierto barroco, en homenaje a Alejo Carpentier, autor de la novela homónima.

Si una exposición habrá que recordar de esta 15 Bienal de La Habana es Revoluciones en relieve, del joven pintor brasileño Thiago Martins de Melo. Sus pinturas al óleo —en las que hace un muy espectacular uso de la combinación de la paleta de colores, en especial los colores vivos, calientes, a relieve—, son un llamado a la conciencia del aquí y ahora. Temas como el de la colonización, la guerra y los genocidios, son esbozados en los cuadros del artista, concebidos para la ocasión en La Habana un mes antes, en plena contingencia energética vivida por el país.

“Es un privilegio estar aquí, nos ha servido mucho para nuestro futuro como artistas, es inspirador…”

Una de esas obras está dedicada a Palestina y lo que ocurre en estos momentos en esa devastada nación. En formato grande, el autor recrea a semejanza de un “Guernica” de estos tiempos, la crueldad que experimenta la Franja de Gaza. Reserva también espacio para replantear y repensar el latinoamericanismo con una obra que parte de la espada de Bolívar como símbolo de la unión de la región.

Finalmente, la avanzada llegó al Edificio de Arte Cubano del MNBA. Difícil, pero no imposible, la destreza de los curadores de las también tres muestras en este inmueble, que lograron un empaste entre las mismas al concebir un gran relato fragmentado con hilos comunicantes en sus museologías, además de certeras y diestras museografías que revelan detalles y lecturas específicas imposibles de asumir en otro contexto.

Así comienza la historia en los salones de los bajos, al encontrarse los asistentes con las icónicas instalaciones e irreverentes esculturas de Esterio Segura que lo hacen un artista único. Parte de la variada e intensa producción artística aparece en Repensando el museo, título de la exposición en la que exhibe su famosa escultura de Carlos Marx atravesado por la hoz que escenificó una disputa entre el personaje principal y uno secundario en la también polémica película cubana Fresa y Chocolate, dirigida por Titón.

Luego el periplo continuó en el segundo piso con Los vaivenes de la historia. Pintoras abstractas de los años 50, justa mención y vindicación a una hornada de creadoras cubanas de referente internacional, algunas de ellas olvidadas en su momento. Loló Soldevilla, Carmen Herrera, Caridad Ramírez, Zilia Sánchez, Mirta Cerra y Gina Pellón, constituyeron las huestes de una manera de manifestar el arte abstracto en Cuba en la que el ejercicio pictórico logró novedad con el lenguaje y la forma, especialmente en el arte concreto, el minimalismo y el informalismo.

Con los curadores de la exposición Los vaivenes de la historia. Pintoras abstractas de los años 50, en el MNBA, Edificio Arte Cubano.

Con un notable in crescendo, se pudo apreciar el desarrollo, variedad y salto de la obra de Rocío García, reconocida artista de la plástica cubana que exhibe una retrospectiva personal antológica con cuadros de gran formato. En Delírium Tremendo, título de la expo, se aprecia a una creadora que no renuncia al trabajo en la tela y la posibilidad que le da la mancha en esta, reverenciado el uso del color en su más amplia gama, los contrastes, la luz, la línea fina.

Destacan en sus cuadros la creación de atmósferas bucólicas, irredentes a la ortodoxia y plagadas de una galería de personajes exóticos, excomulgados y sórdidos que, en aparente decadencia e irónicamente, simbolizan valores puros como el amor, el deseo, el bien y el mal, entre otros; además de temas sociales como la migración.

Sin dudas, esta pasarela por parte de lo que ha acontecido en la 15 Bienal de La Habana, deja un agradable sabor a todos los asistentes. Carlos Enrique y Lisset Elena, dos estudiantes de San Alejandro, dijeron estar satisfechos, “es un privilegio estar aquí, nos ha servido mucho para nuestro futuro como artistas, es inspirador; es bueno nutrirse de estas piezas y estos artistas, tienen mucho nivel; nos encantan. Ha sido una experiencia, realmente, maravillosa; estar junto a ellos y a tantas personas conocedoras y envueltas en el mundo de la plástica ha sido magnífico; poder venir aquí a ver y consumir arte, es algo maravilloso también”.