El omnidanzantepensante Ramiro Guerra
En el Aula Magna de la Universidad de La Habana está inscrita una frase latina que dice Brevis a natura nobis vita data est at memoria bene redditae vitae sempiterna (Frágil y breve es la vida que nos da la naturaleza, la cual puede hacerse inmortal por nuestras obras) y en tal sentido no es fortuito que hoy nos encontremos acá, en la Casona Teatral Vicente Revuelta o Casona de Línea, presentando, en formato guttemberiano, Cien años con Ramiro Guerra, de Marilyn Garbey Oquendo, por Ediciones Alarcos, de la Casa Editorial Tablas Alarcos del Consejo Nacional de las Artes Escénicas.
Y son estos azares concurrentes al decir lezamiano, los que han posibilitado que se haga, precisamente dentro de la Feria Internacional del Libro de La Habana, en un año donde no sólo se está conmemorando el aniversario 65 de la creación del Conjunto de Danza Moderna del Teatro Nacional de Cuba; hoy Danza Contemporánea de Cuba, fundada por el Maestro; sino que, una de las figuras homenajeadas en esta ocasión dentro de la fiesta del libro sea la investigadora y filósofa Isabel Monal, Premio Nacional de Ciencias Sociales, quien estuvo estrechamente vinculada a este acontecimiento medular para la vida de Ramiro y de la danza y cultura cubanas.
Y si además, todo ello está sucediendo en el mes de febrero, mes especialmente significativo en la vida profesional de Ramiro, en tanto es el mes en el que se estrena, en 1952, su coreografía Toque a partir de un guion de Renée Méndez Capote y la música de las Cuatro escenas para ballet de Argeliers León para el Ballet Alicia Alonso; que un 19 febrero de 1960 fueran los estrenos de Mulato y Mambí, dos de sus primeras obras para el conjunto recién creado; un día 17, de este mes de 1961, vieran la luz Rítmicas y La Rebambaramba, dos “monstruos” de la música sinfónica cubana; y que un 20 de febrero de 1970 se estrenase Improntu Galante, que constituye, sin lugar a dudas, el punto climático de su madurez coreográfica hasta entonces y un despegue para concebir el Decálogo del apocalipsis, o como a veces irónicamente y ríspidamente le gustaba decir al Maestro, “el apocalipsis del decálogo”.Resulta, sin lugar a dudas, toda “una fiesta innombrable”.
El centenario de Ramiro Guerra, en 2022, devino en festejos, muchos de ellos teóricos-conceptuales, que posibilitaron el estudio de su legado como maestro fundador del movimiento de danza moderna en Cuba, todo lo cual le concede un valor como registro de la memoria a la motivación manifestada por la autora de esta compilación como leitmotiv. Pero, a nuestro juicio el valor de este texto va más allá.
Si bien estamos ante la presencia de una empresa polifónica; según se refiere, en la presentación del libro; los textos que aquí reaparecen, destacan no sólo por el interés y seducción hacia la figura de Ramiro Guerra y por la danza, sino por su variedad genérica; las temáticas objeto de análisis y robustez conceptual. Se logra así, que aflore la postura crítica de su compiladora, al seleccionar estos y no otros textos para este empeño; poniendo al descubierto su olfato investigativo y agudeza, gracias a su formación periodística y sus años dedicados al ejercicio del criterio desde un anclaje martiano. De esta forma, Marilyn evita que se convierta en uno de esos mamuts teóricos, hiperinformados y profundamente inútiles y aburridos.
Los textos que aquí reaparecen, destacan por su variedad genérica; las temáticas objeto de análisis y robustez conceptual.
Todos estamos conscientes de la labor fundacional del Maestro Guerra, sin el cual no existiría el movimiento de danza moderna y contemporánea nacional en Cuba, por lo menos, no como lo conocemos hasta ahora ─refería Brooks, una de las voces compilada en este texto─, y no hubieran existido tampoco sus valiosísimos discípulos directos o no, quienes dejaron una huella en el universo coreográfico insular, como Eduardo Rivero, Víctor Cuéllar, Arnaldo Patterson, Santiago Alfonso, Isidro Rolando, Narciso Medina y tantos otros nombres; incluidas también, algunas féminas, que si bien no fueron sus discípulas directas, bebieron de su sapiencia y se sienten deudoras de su ejemplo y labor intelectual/creadora como Marianela Boán, Rosario Cárdenas, Liliam Chacón, Maricel Godoy, por solo mencionar algunos nombres.
Y entonces, ¿por qué nuevamente Ramiro, más allá de una compilación/conmemoración por su centenario?
Coincidentes con el intelectual y teórico Michel de Certeau, consideramos que cualquier acercamiento y, análisis de hacedores-creadores, agentes, actores, receptores-participantes, etc., pasa por asumir que la historia forma parte de “la realidad” de la que tratan las obras, y que esta “realidad” admite ser captada como “actividad humana”, “como práctica”, por lo cual apuesta por demostrar que toda operación histórica se refiere a la combinación de un lugar social, de prácticas “científicas”-culturales y de una “escritura”/textos, a manera de huellas, y que estas últimas, sin duda, son las que se validan y asumen como contribución intelectual, cognoscitiva y cultural.
Esta visión certeauriana no está muy lejana de la esgrimida por el paraguayo Giménez Montiel, quien se remonta al primer capítulo del libro La interpretación de las culturas (1992) de Clifford Geertz, el cual, a partir de que el hombre es un animal inserto en tramas de significación tejidas por él mismo, concibe la cultura como esa urdimbre y, por lo tanto, su análisis no debe ser una ciencia experimental en busca de leyes, sino más bien una ciencia interpretativa en busca de significaciones.
“Todos estamos conscientes de la labor fundacional del Maestro Guerra, sin el cual no existiría el movimiento de danza moderna y contemporánea nacional en Cuba”.
Y es así que volver hoy nuevamente a Ramiro, gracias a la investigación/compilación de su autora, significa hacerlo desde el anclaje antes mencionado, para poder continuar revisitando su legado y poder apreciar con claridad meridiana,la pluralidad y diversidad de un hombre de ideas y acciones fundacionales y transformadoras; no sólo para el universo del movimiento danzario, dentro del singular contexto cubano de la medianía del pasado siglo, y los casi veinte años del presente; sino alguien también, poseedor de un extenso corpus teórico que rebasó fronteras, con una mirada heterocrónica y heterotópica, visible en sus textos publicados y en toda su vida y obra creadora/creativa.
Como puede interpretarse del texto Ramiro Guerra, gestor de modernidad en Cuba,del crítico Norge Espinosa, que inicia esta publicación (Intervención en el Seminario Virtual Impronta de Ramiro Guerra, octubre de 2021); su obra resulta del anhelo intenso por la búsqueda de la modernidad y a la par, de la expresión de una identidad como auto reconocimiento y reafirmación de lo propio; con una lucidez crítica ante los referentes modélicos y su vinculación con su tiempo histórico.
No es ocioso reiterar que Guerra forma parte de ese campo cultural cubano de la segunda mitad del siglo XX, que está atravesado por múltiples mediaciones, dentro de un proceso transformador en el orden político-económico-social, que favorece la emergencia de empeños puntuales, empoderamientos institucionales e individuales, trascendentales por su riqueza y sostenibilidad de proyectos de pensar y soñar una nueva realidad social desde la cultura.
Es en este panorama de cambios y resignificaciones conceptuales, que pueden observarse cómo trascienden en formas simbólicas de carácter masivo las relaciones entre la ideología y la cultura moderna, a través de las cuales los intelectuales, del cual forma parte el Maestro Ramiro, van a expresar sus visiones del mundo y de los problemas más acuciantes que se legitiman desde su encargo social con determinados temas y tópicos; al tiempo que se evalúan cuestiones muy específicas como la omnipresencia e impacto de las TIC, las crisis ecológicas y pandémicas, los conflictos existenciales del ser humano, el sexo, etc. que interceptan con sus propias urgencias, preocupaciones, repotenciándolas.
“No es ocioso reiterar que Guerra forma parte de ese campo cultural cubano de la segunda mitad del siglo XX (…) que favorece la emergencia de empeños puntuales, empoderamientos institucionales e individuales”.
Cien años con Ramiro Guerra es, por tanto, ese pretexto certero de su autora a manera de guiño; de repensar siempre la danza, gracias a una curaduría y a una dramaturgia multivocal discursiva, que logra articular, desde una sinergia estratégica, una visión holística del Ramiro ser humano/fundador/coreógrafo/pedagogo/teórico/intelectual orgánico.
Para ello, se vale de diez textos medulares que se inician con Ramiro Guerra, gestor de modernidad en Cuba(pp.7-12) ─intervención en el Seminario Virtual Impronta de Ramiro Guerra de octubre de 2021, de Norge Espinosa─ donde, en apretadas líneas y con esa capacidad inigualable del dominio del verbo que tanto le gustaba a Ramiro, hace un panóptico del ser humano creador y su contexto.
El poeta y ensayista Jorge Brooks Gremps nos entregaDoce años en la vida de Ramiro Guerra: Del Departamento de Danza del Teatro Nacional al Conjunto Nacional de Danza Moderna (pp.13-35);donde el lector no sólo descubrirá al Ramiro fundador, sino también y auxiliado desde el anclaje de los estudios culturales, su producción simbólica durante los doce primeros años de la gestación del conjunto de danza moderna y la validación en la praxis de su propuesta estética referente a la identidad cubana.
Por su parte, la profesora e investigadora Bárbara Balbuena Gutiérrez, cuyo quehacer teórico se distingue en el ámbito académico por la continuidad de los estudios de Ramiro en cuanto a la teatralidad del hecho folclórico, realiza con Suite Yoruba: su impronta en la danza moderna cubana (pp.36-63) no sólo un tributo a la labor desplegada por Ramiro, sino que ancla su mirada a manera de estudio de caso, en una de las obras de su período de búsqueda de una identidad nacional danzaria, etapa considerada por algunos críticos, como parte del llamado “dador tríptico”, junto a Orfeo AntillanoyMedea y los negreros. Y, redescubre, también para el lector, que Suite Yoruba posee una fuerte narratividad, además de explicar su crecimiento, gracias a ser una de las más versionadas durante varios años y haber sido montada para los primeros estudiantes de la Escuela Nacional de Danza (ENA).
En Decálogo del apocalipsis, o la mejor obra de Ramiro Guerra (pp.64-74), del teatrólogo Vladimir Peraza Daumont, se centra la atención en una de las piezas danzarias que no significa solamente el cierre de un ciclo en la vida del maestro Ramiro en lo personal y profesional; sino que se estará en presencia, además, de una de las propuestas creativas más comentadas desde su vetado estreno en 1971, no sólo por lo que puede suscitar tal hecho dentro del llamado “quinquenio gris”, designación acuñada por ese otro grande de la intelectualidad cubana ya fallecido, Ambrosio Fornet (aunque para muchos se extendió más de ese tiempo).
En sus líneas, Peraza destaca la importancia medular de esta obra. Para ello, y sin entrar en contradicción con declaraciones manifiestas por el propio Ramiro, como él mismo declara, desmonta y explicita su tesis, de considerar al Decálogo… una propuesta de danza-teatro y asevera que es el primer espectáculo que engloba los presupuestos de la posmodernidad en un momento histórico muy convulso de la sociedad cubana.
La voz del crítico y profesor Roberto Pérez León nos llega con Trinitarias: Monumento danzario del folclor nacional(pp.75-80), donde se alude a la impronta notable que lega Guerra al llegar al Conjunto Folklórico Nacional de Cuba (CFNC) con “dos obras de dimensiones extraordinarias: Tríptico Oriental y Trinitarias, las cuales ampliaron el diapasón estético y temático de la agrupación”.
Desde su memoria afectiva ofrece sus valoraciones de la puesta del estreno de Trinitarias, el 29 de mayo de 1982 y habla de su “encantamiento danzario y musical”; considerando como “el folclor se legitima, y actualiza su tradición como resonancia del pasado y performance del presente” (pp.83). Y nos fundamenta cómo Ramiro piensa y desarrolla el significado de la cubanía y cómo hay una comunión dialógica entre su pensamiento teórico y creación; y cómo dio lugar al “esplendente desarrollo de una propuesta de teatralización del folclor inédita entre nosotros (p.78), haciendo trascender el hecho folclórico a acontecimiento teatral inobjetable, aún no superado ni en el orden formal ni en el estético ya que “lo genésico del espacio gestual propio de lo folclórico fue fundido con las técnicas de la danza moderna”, y de este ensamble brotó una teatralización como discursividad danzaria.
Con Ramiro Guerra y una metodología para la danza moderna cubana, de la profesora Liliam Chacón Benavides (pp.81-106), se pone el acento, en esa otra faceta del fundador/creador para develarnos al pedagogo; al magíster en el sentido latino. Para ello se auxilia de un pequeño material didáctico, elaborado, editado y publicado en 1988 para el Departamento de Danza Contemporánea del ISA; una metodología pensada y desarrollada por Ramiro desde una clase de técnica de la danza moderna.
Destaca la visión y labor científica de Ramiro, de ir de la creación al ejercicio empírico de la clase, y de ahí al procesamiento, clasificación y codificación de aquellos datos corporales que habían quedado estandarizados. Demuestra, con un sólido texto, cómo Ramiro sentó las bases con su sentido práctico y capacidad para entender “a la danza como un campo complejo en el mundo cuestionador de las artes”; a la vez que asevera que, a pesar de su validez, dicha propuesta amerita mayor visibilidad dentro del ámbito académico por sus aportes y utilidad de entender la técnica de la danza moderna cubana.
Razones para una poética desde la apreciación de la danza, por Diane Martínez Cobas (pp.107-112), posibilita al lector acercarse al enciclopedista y teórico Ramiro Guerra desde el libro Apreciación de la danza, texto editado por Ediciones ICAIC en el 2003, que enriquece a aquel otro que fuera publicado por la Universidad de La Habana, luego de un ciclo de conferencias impartidas en la otrora Sala Talía en el año 1968. Esta nueva edición surgió al calor de su participación en las teleclases emitidas por el Canal Educativo dentro de la programación de Universidad para todos entre el 2000 y el 2001.
Tal y como señala Martínez Cobas, distinguen en Ramiro sus presupuestos teóricos, su capacidad para articular su subjetividad y experiencia creadora; su honestidad al poner al descubierto sus valoraciones acerca de los elementos básicos de esta manifestación artística; las problemáticas medulares respecto a su recepción y consumo; así como la importancia del papel de la crítica.
De la extraordinaria producción intelectual de Ramiro a la cultura cubana, la autora de este libro, la crítica de arte Marilyn Garbey, nos entrega Otra mirada a las coordenadas danzarias del siglo XXI, a propósito del centenario del irreverente Ramiro Guerra(pp.113-123). Al repasar brevemente su curiosidad intelectual y fértil cosecha de textos publicados, la Garbey selecciona Coordenadas danzarias, publicado por el sello Unión en 1999.
“(…) distinguen en Ramiro sus presupuestos teóricos, su capacidad para articular su subjetividad y experiencia creadora”.
Con destreza caracteriza, analiza y valora cada uno de los cuatro ensayos que conforman la publicación: De la teatralidad en la danza; Del gesto y la gestualidad; Del discurso coreográfico. O del autor y su obra y Del posmodernismo en la danza. Recorre el sendero propuesto en dicha publicación señalando cómo “el autor propone su noción de discurso danzario; cómo recorre en constante toma y daca el camino entre la danza y el teatro, al tiempo que subraya el enriquecimiento que supone para el teatro asumir los códigos expresivos de la danza, y viceversa”; destaca su indagación en la danza-teatro y la admiración de Ramiro por la danza alemana y la figura de Pina Bausch. Revela cómo y por qué Ramiro confiesa que él investiga y escribe porque quiere desarrollar los basamentos teóricos de la danza, pues sabe que es una carencia que lastra el desarrollo de ese arte.
Por eso, se detiene en las búsquedas de los coreógrafos de los años ochenta del siglo pasado, quienes encontraron en el campo de lo gestual motivos inspiradores. Describe cómo estudia las maneras en que el discurso coreográfico expresa la contemporaneidad. Para Marilyn resulta inusual y así lo expresa, cómo Ramiro, con mirada autocrítica, no sólo es capaz de deconstruir tres de sus obras y establecer una línea de continuidad y ruptura en su trayectoria; sino también reflexionar públicamente sobre Decálogo del apocalipsis y “contribuir a desbaratar muchos mitos sobre el hecho, al tiempo que refuerza la leyenda de una obra que cambió la historia de la danza en Cuba, a pesar de su tronchado estreno”.
En Siempre la danza en Ramiro, de Ailén Vital Soler, (pp.124-127) se describe y comenta otro de los tantos frutos del quehacer teórico conceptual del Maestro con su libro Siempre la danza, su paso breve(Ediciones Alarcos, La Habana, 2010); se destaca su carácter antológico, donde se recoge la producción teórica en las publicaciones periódicas cubanas desde 1948 hasta las dos últimas décadas del siglo XX; así como un grupo de textos que por diversas razones no fueron publicados, y que en la mayoría de los casos se refieren al trabajo coreográfico de la generación de creadores noveles de las últimas décadas.
Ailén termina su texto señalando:
(…) cómo este compendio teórico ahonda en la labor creativa de una generación de coreógrafos que, a pesar de no ser sus discípulos directos, traían consigo un lenguaje y códigos danzarios afines con la tendencia posmodernista, esa que veinte años atrás él había intentado insertar en la escena cubana con Decálogo del apocalipsis, obra precursora, y al mismo tiempo exponente, de una nueva etapa de la danza contemporánea en Cuba.
Culmina Cien años con Ramiro Guerra con la excelente entrevista de Lourdes Pasalodos, Ramiro Guerra: Sin pasión no doy un paso por la danza(pp.128-136) quien, conocedora de las rutinas productivas periodísticas y por su profesionalidad exquisita como comunicadora, supo llegar a la esencia de ese sujeto omnidanzantepensante; al ser humano de carne y hueso; consecuente con sus ideas y de una honestidad; autenticidad y cubanía hasta los tuétanos.
Sirva entonces esta publicación como motivación ante el encargo de explicitar el papel de la memoria de la cultura como construcción estructural y universo de significación, dialogante y conectivo a nivel supraestructural con fenómenos, procesos e interacciones que tienen al sujeto social (a nivel individual y colectivo) como centro.
Que dicha contribución remita a la jerarquización de la cultura como pauta de significados con implicaciones directas sobre el posicionamiento intelectual e ideológico del sujeto; su compromiso moral y ético a partir de valores que se refrendan como parte del ordenamiento social y según intereses clasistas, por cuanto la cultura se objetiva en el habitus cuyo compromiso y alcance es múltiple y complejo; de percepción de valores y de acción.
“Sirva entonces esta publicación como motivación ante el encargo de explicitar el papel de la memoria de la cultura como construcción estructural y universo de significación”.
Sea también, por tanto, referente imprescindible a partir de ahora como material de consulta para el estudio inagotable del Maestro y de la danza y cultura cubanas.
Gracias a Marilyn y a Ediciones Alarcos por posibilitar nuevamente este reencontrar/nos con Ramiro. Y nada mejor que hacerlo con una cita de ese libro medular de él; de sus estudios teóricos de nuestra cultura, Teatralización del folclor y otros ensayos.
Sí, creo en la necesidad de la teoría en la danza porque aguza el intelecto, afina las ideas y penetra en el pensamiento del creador. Y quizás la danza, por ser quizás el arte más sensorial, más dado a la irracionalidad del sentimiento y las emociones, enfundado en la visceralidad del cuerpo humano, bello y hermoso instrumento, pero limitado a músculos y huesos, articulaciones y un complejo sistema nervioso, difícil, aunque no imposible de controlar, sea el arte más necesitado de cultivar la intelectualidad, especie de exorcismo racionalista contra el atletismo danzario, tan usual como peligroso para nuestro arte (Pueblo y Educación, La Habana, 1989. p. 14).
* Presentación del libro Cien años con Ramiro Guerra, de Marilyn Garbey Oquendo, durante la feria del Libro de La Habana, 22 de febrero 2024 en la Casona Vicente Revuelta.