Mobila y La Habana
La historia del beisbol en Cuba se inicia en 1864, cuando dos hermanos habaneros y uno de sus amigos que regresaban de cursar estudios en Spring Hill College de Mobila, Alabama, introdujeron el primer bate y la primera pelota que se conocieron en la Isla.[1]
Sus nombres eran Ernesto y Nemesio Guilló Romaguera, hijos del propietario de un ingenio azucarero y varios negocios de locería y cristalería en las calles Dragones, Obrapía, San Luis Gonzaga y Oficios. Otro miembro del clan Guilló, Eduardo, poseía una fábrica de cigarros llamada Para Usted, proveedora de la monarquía ibérica y ganadora de medalla en la exposición de Londres en 1862.
El amigo se llamaba Enrique Porto del Castillo y su padre, Joaquín Porto, estaba asociado a una fábrica de cigarros en la calle Obispo. Las familias de ambos debían tener intereses en común, pues los chicos matricularon a la vez en mayo de 1860 y tenían como agente de contacto a Salvador Fernández, vecino de Mobila.
Al momento de iniciar sus estudios Enrique Porto, nacido en noviembre de 1846 no había cumplido aún los catorce años, mientras que Ernesto (1845) y Nemesio (1847) tenían entre quince y trece años de edad. Los Guilló llegaron a Mobile desde una academia de Pensilvania y Porto directamente desde La Habana. Además de los hermanos Guilló y Enrique Porto, también estudió en este colegio con anterioridad Lorenzo Bridat, quien estuvo entre los pioneros del beisbol cubano.[2]
En los archivos de dicha institución se conserva una parte de la correspondencia de los hermanos Guilló, Enrique Porto y Lorenzo Bridat con sus familiares en Cuba, así como registros de su comportamiento académico. En el reporte correspondiente a inicios de 1862, se notifica que el cuarteto de muchachos criollos observa buena conducta, son aprovechados en sus deberes escolares, muestran progresos académicos y gozan de buena salud. Solo en un caso, el de Nemesio Guilló, se menciona que su aplicación es “algo deficiente”.
En el índice de estudiantes aparece que los hermanos Guilló habían tenido previamente algún tipo de educación en Filadelfia, lo que indica que desde temprana edad tuvieron acercamiento a la cultura estadounidense y el idioma inglés. No es improbable que ya desde aquel momento hubieran presenciado alguna modalidad de juegos con pelota en la urbe del amor fraternal, tradicional centro deportivo en las primeras décadas del siglo XIX.
Spring Hill College era un colegio jesuita que contaba con tres modalidades de estudio: curso preparatorio, curso regular y otro orientado al comercio con una duración de tres años. Este último era especialmente atractivo para los padres que pretendían que sus hijos se dedicaran al ramo mercantil, como fue el caso de los hermanos Guilló y Porto, hijos de comerciantes habaneros.
Durante la Guerra Civil estadounidense los estudiantes cubanos no fueron llamados al servicio militar, aunque en las cartas a sus progenitores es evidente su predilección por las tropas sureñas cuyas victorias celebraron. Su principal preocupación era romper el bloqueo naval que la Unión había impuesto a la ciudad de Mobila y regresar a casa con sus padres, lo que finalmente hicieron en 1864, un año antes de finalizar el conflicto bélico.
Según el relato de Nemesio Guilló al periodista Guillermo Pi del Diario de la Marina en 1924, sesenta años después, lo que hicieron estos jóvenes luego de su regreso, reunidos en El Vedado frente a los baños de mar de Ramón Miguel, fue ejercitarse en una modalidad rudimentaria de beisbol conocidas como fongueo[3], consistente en:
Tres pelotas cogidas al aire o al primer bote eran tres outs y daba derecho a su vez para hacer uso del bate. También era out si la pelota daba contra una pared y se recibía de rechazo, si iba sobre un árbol se esperaba a que cayera para recibirla y contarla también como out (…) En ese lugar de frente a los baños de El Vedado, y en otros espacios apropiados de la misma barriada por donde se encuentra la iglesia del Carmelo, y el que después se llamó terreno del club Habana, comenzaron a formarse grupos de muchachos que jugaban a la pelota en la forma ya descrita. Por cierto que costaba enorme trabajo proporcionarse pelotas y bates, las que eran de dos colores, blanco y rojo, (…) El uniforme de los jugadores consistía de camisa blanca, pantalón de dril blanco, largo, botines negros, una corbata que era de color azul o rojo, de acuerdo con el color del club, y en lugar de gorra sombrero de pajilla. Con esa indumentaria se pasaron fongueando cuatro años… [4]
Continúa diciendo Guilló: “Hay que tener presente que el primer club que se formó fue el Habana, el primero que se compuso de diez players por las nuevas reglas que habían desterrado las del «balltown», y fueron veinticinco cubanos entusiastas, todos ellos muchachos que regresaban de los colegios americanos, los que fundaron el glorioso team rojo hace la friolera de cincuenta y seis años”.[5]
Los nombres que Nemesio Guilló cita como fundadores son: Leopoldo de Sola, Ernesto Guilló, Alfredo Maruri, Enrique Canal, Emilio Sabourín, Ricardo Mora, Esteban Bellán, Francisco Saavedra, Rafael Saavedra, Roberto Lawton, Octavio Hernández, Manuel Lorenzo Bridat, Lavotal, Bulnes y él mismo. En el caso de Bellán se trata de una imprecisión en su recuerdo, pues no se encontraba en Cuba en aquel momento y su regreso a la Isla ocurrió en los primeros meses de 1874.
De lo anterior se desprende que el Habana BBC ya estaba fundado en 1868, aunque su núcleo inicial debió estar conformado desde el año anterior. La sincronía entre el grito de independencia de Carlos Manuel de Céspedes y el origen del club Habana refuerza la narrativa patriótica y nacionalista que el beisbol expresó en el último tercio del siglo XIX y principios del siglo XX y Nemesio Guilló debía estar orgulloso del enorme valor simbólico que representaba esa coincidencia.
De acuerdo a sus palabras, el primer desafío celebrado por este club ocurrió en Matanzas contra un equipo de marineros estadounidenses “que enterados que los Claveles Rojos estaban hombreándose en la capital, y buscando contrarios, les mandaron a decir que fueran a batirse a Matanzas, cosa que aceptaron los criollos y allá se fueron al Palmar de Junco (…) los cubanos del Habana, dieron una paliza soberana a los marineros americanos y regresaron a la capital orgullosos de su hazaña, cundiendo con ello el entusiasmo para mayores empresas beisboleras”.[6]
Está comprobada la visita de jóvenes habaneros del ramo del comercio a Matanzas, el domingo 1 de septiembre de 1867, donde se enfrentaron a un equipo de estadounidenses (no sabemos si entre estos algunos eran marineros, aunque no es imposible que lo fueran) en el Palmar de Junco[7], pero el resultado fue un empate, no una victoria abrumadora de los cubanos, lo que nos parece un tanto exagerado si tomamos en cuenta la escasa experiencia competitiva de los habaneros.
Este partido constituye la referencia más antigua de un juego de pelota entre dos equipos en Cuba y fue resumido en la prensa matancera en los días siguientes: “Ayer llegaron a nuestra ciudad varios jóvenes del Comercio habanero, socios de un juego de pelota establecido en la capital. Dichos individuos jugaron por la tarde un partido con los aficionados norteamericanos que tienen establecido su club en el Palmar de Junco; y según nos informan quedó el partido tabla, debiendo de resolverse en otra ocasión próxima”.[8]
Es muy revelador el hecho de que tres periódicos norteamericanos, The Evening Star y Daily National Intelligence de Washington y el New York Herald, entre una miscelánea de noticias procedentes de Cuba, publicaron idéntica nota acerca de este suceso los días 10 y 11 de septiembre de 1867 con el siguiente texto: “El Habana base ball club retó y jugó su primer partido con el club de Matanzas el domingo pasado, pero sin resultado. Hoy juegan de nuevo”.[9] Si los periódicos norteños estaban en lo cierto, entonces el martes 10 de septiembre de 1867 debió solventarse la disputa pospuesta desde el domingo anterior en el Palmar de Junco.
Los desplazamientos con propósitos deportivos entre ambas ciudades continuaron en los años siguientes; a fines de 1874, el Habana BBC se trasladó nuevamente hasta Matanzas, y celebró un partido con un equipo local que constituye, hasta la fecha, el primer juego documentado con la descripción del partido, una antigua hoja de anotación y la actuación de un juez y un anotador.
Este juego irregular se celebró el domingo 27 de diciembre de 1874 en el Palmar de Junco y su resultado fue una aplastante victoria del Habana sobre Matanzas por 51 “corridas” a 9. La descripción del desafío fue publicada originalmente en Aurora del Yumurí el día 29 y reproducida, con informaciones adicionales sobre el desarrollo del juego, por El Artista de La Habana, el 31 de diciembre de ese año. De allí dice que lo copia Wenceslao Gálvez en su libro El Base Ball en Cuba en 1889. Dos años, el 10 de febrero de 1887, El Sport ya lo había reseñado con información de la nota aparecida en Aurora del Yumurí.
La actividad beisbolera de la primera mitad de la década de 1870 en La Habana y Matanzas, donde se afirma que existen clubes legalmente constituidos y celebran desafíos con autorización del gobierno colonial contradice la afirmación, aportada por Aurelio Granados y Nemesio Guilló de que “en el año 1869 fue suprimido el base ball por decreto del Gobernador y Capitán General de la Isla, por estimarlo un juego antiespañol, insurrecto, que como asunto tendencioso yanqui venía a sembrar en la Isla el desamor a España” y que “estuvo oscurecido el sport (…) hasta el año 1878”.[10]
Mi opinión es que debemos tomar con cautela estas afirmaciones relativas a la supresión del juego de pelota en fecha tan temprana como 1869, momento de muy escaso desarrollo del beisbol, con la existencia de un único club y experiencias deportivas muy limitadas, todo lo cual hace difícil admitir que su presencia fuera razonablemente contraria a los intereses políticos metropolitanos y ello provocara algún tipo de prohibición.
1878 es un año fundamental en la historia del beisbol cubano pues, tras el fin de la Guerra Grande, los clubes deportivos fueron favorecidos por la aplicación de la legislación civil en correspondencia con la Constitución española de 1876. Entre los hechos más significativos de aquel período estuvo la constitución oficial del Habana BBC en el mes de septiembre[11], y en fecha muy cercana ocurrió el surgimiento del Almendares BBC, los que con el conjunto de Matanzas, que había jugado en la capital en el mes de abril, decidieron organizar el primer campeonato con carácter organizado iniciado el 29 de diciembre de 1878.
Antes del inicio del primer campeonato se efectuaron desafíos de exhibición de los que aparecen referencias en la publicación estadounidense The New York Clipper, que seguía con interés el panorama atlético insular desde su corresponsalía habanera. Estos clubes con vida deportiva efímera llevaron los exóticos nombres de Smokers y Nautilus y se enfrentaron dos veces en el verano de 1878, el 10 y 27 de julio, ante una concurrencia de quinientas personas en un terreno que no ha sido identificado. En el Nautilus jugaron varios de los futuros integrantes del Almendares BBC, entre ellos los peninsulares Leonardo Ovies, Alfredo Lacazette y Antonio Alzola.[12]
Otro juego previo al campeonato ocurrió el 1 de noviembre de 1878 entre Habana y Almendares y, a contrapelo de lo que será la historia posterior de enfrentamientos entre ambos, esta vez el triunfador fue el club azul por amplio marcador de 17 carreras por cinco. Almendares contó con su capitán Leonardo Ovies, el segunda base Alfredo Lacazette, los hermanos Carlos y Teodoro Zaldo y el receptor Antonio Alzola.
Los rojos alinearon con su receptor estrella Esteban Bellán, los futuros adalides Emilio Sabourín y Francisco Saavedra en los jardines, el pionero Nemesió Guilló en el right short y actuó como lanzador el polivalente Ricardo Mora.[13] A diferencia de los juegos entre Nautilus y Smokers que fueron con nueve jugadores, el del 1 de noviembre contó con diez peloteros al campo, incluyendo el llamado right short, un jugador que se movía entre primera y segunda[14], lo que constituyó un rasgo dominante del beisbol amateur cubano del siglo XIX por lo menos hasta la década de 1890.
Las reglas del primer campeonato oficial fueron discutidas el 22 de diciembre de 1878 en la casa no. 17 de la calle Obrapía.[15] Asistieron en representación del equipo Almendares Adolfo Nuño, Carlos Zaldo y Joaquín Francke, y por el club Habana acudieron Ricardo Mora, Manuel Landa y Beltrán Senaren. Fungió como secretario Ernesto Guilló. Los matanceros no enviaron delegados, pero dijeron que cumplirían las condiciones propuestas en la cita.
El premio consistiría en una bandera de seda blanca fileteada con los colores del club vencedor y la inscripción “Championship, 1878”, y su costo correría a cuenta de los equipos perdedores; también se entregaría como obsequio a los jugadores una medalla de plata con la inscripción Isla de Cuba, Base Ball Championship 1878, sufragada a partes iguales por cada club, y se encargó su elaboración al Habana BBC.[16] Se acordó como días de competencia los domingos y días festivos en el Cerro, Vedado y Matanzas.[17]
El juego inaugural se celebró el domingo 29 de diciembre de 1878 en los terrenos de Tulipán, que pertenecía al club Almendares y se encontraba entre las calles Falgueras y Vista Hermosa, contiguo al Colegio de Delgado, en la barriada de El Cerro y resultó una cerrada victoria de Habana sobre Almendares 21 carreras a 20.
Como dato de interés, no lejos de allí vivía en aquel momento el joven José Martí, en la calle Tulipán no. 32, con su esposa Carmen Zayas Bazán y su hijo José Francisco, quien nació el 22 de noviembre de 1878, un mes antes del inicio del torneo de pelota. Es presumible que Martí no debió ser ajeno a un evento inédito en Cuba como era la celebración de un campeonato de beisbol.
La crónica de aquel primer desafío en un campeonato organizado refería:
Ayer el partido se efectuó en el Tulipán entre Almendares y Habana. A las 1 50 pm se dio inicio al juego. La octava entrada, en su primera parte terminó 20 x 13 a favor de los almendaristas. Pero el Habana hizo 8 carreras y se fue arriba. En la novena el Almendares no hizo carrera y perdió el desafío. Los asistentes aclamaron a los vencedores y unos y otros miembros de los clubs se saludaron fraternalmente con calurosos hourras. El desafío terminó a las 5 35 pm. Presenció el juego gran número de personas, contándose entre ellas muchas y elegantes señoras y señoritas conocidas de nuestra sociedad.[18]
Los jugadores de ese certamen inicial fueron los siguientes:
Habana BBC: Francisco Saavedra, Eduardo Cadaval, Ramón Saavedra, Manuel Landa, Emilio Sabourín, Ricardo Lawton, Ricardo Mora, Nemesio Guilló, Esteban Bellán, Beltrán Senarens, Enrique Canals y Rodrigo Saavedra.
Almendares BBC: Adolfo Nuño, Leonardo Ovies, Carlos Zaldo, Teodoro Zaldo, Antonio Alzola, Alfredo Lacazette, Alejandro Reed, Standhope, Zacarías Barrios, Fernando Zayas, Joaquín Francke y Néstor Barbón.
Matanzas BBC: Federico Delgado, Ricardo Amieva, Alfredo Hernández, Samuel Tolón, James Sands, Manuel Amieva, Carlos Poujaud, Francisco Domínguez, José Dolores Amieva y Ricardo Martínez.
La Directiva de la primera Liga de Base Ball la integraron como presidente: Leopoldo de Sola; Tesorero: Alfredo Maruri y secretario: Antonio Pérez Utrera. Los anotadores fueron Arturo Lacazette y Ernesto Guilló y se desempeñó como árbitro en la mayoría de los partidos Leopoldo de Sola.[19]
En los primeros años contendieron por el premio principal los equipos Habana, Almendares, Matanzas, Progreso, Colón y Fe. Una muestra de la organización inicial de estos torneos y la deficiente observación de las reglas fue el caso de la participación del equipo Colón en la temporada de 1879-80.
Dicha decenapresentó dos peloteros profesionales estadounidenses con nombres falsos, Urban Carpenter y George Macullar, los que debieron cobrar un jugoso contrato, y pese a ello fueron admitidos, no sin la protesta de algunos órganos de prensa que observaron con razón que: “Si los otros clubs no tienen también jugadores profesionales, la adquisición del premio no tendrá mérito, puesto que las fuerzas serían notablemente desiguales”.[20]
En el conjunto Colón la posición de Carpenter fue la receptoría, mientras que Macullar se desempeñó como pitcher. El verdadero nombre de George Macullar era James F. “Jimmy” Macullar, apodado “Little Mac”, quien jugó short stop desde 1879 hasta 1886 con Syracuse Stars, Cincinnati y Baltimore. Urban Carpenter era Warren William “Hick” Carpenter, quien participó como tercera base entre 1879 y 1892 en los equipos Syracuse Stars, Cincinnati y Saint Louis. Ambos eran jugadores zurdos.
Tras sus dos primeras victorias el Colón fue impugnado por los habanistas y se vio obligado a retirarse. Curiosamente, los rojos contaban en sus filas con un profesional de larga data en la pelota estadounidense como Esteban Bellán, quien sin embargo no fue molestado.
El inestable panorama del beisbol cubano en sus primeros años aparece descrito en un editorial del semanario Base Ball en el verano de 1882:
Muchos clubs, apenas comenzada la campaña, se han encontrado sin jugadores porque aquellos que le habían prometido figurar en él no han querido hacerlo y en tal situación o han jugado con los pocos que les han quedado o se han retirado de la arena; porque con arreglo a la Guía de los Estados Unidos una vez transcurrido el plazo que ella señala, en manera alguna pueden los clubs que componen la Liga reformar la lista de sus jugadores que hayan presentado. Y no era esto lo peor. Con todo de ser mala la organización de nuestra Liga, no bastaba que fuese una sola, sino que se multiplicaba en un sinnúmero de liguistas, sin razón de ser, sin armonía, fuente casi siempre de desunión, de ocurrencias desagradables, porque lejos de formadas con personas que conocían el juego, con honrosas excepciones, generalmente la componían jóvenes que por muchos que fuesen sus méritos, no tenían otro para merecer la delegación que su apasionamiento por el club que iban a representar.[21]
En los meses siguientes se propuso crear una Liga Cubana, cuya misión sería agrupar todos los conjuntos existentes en el país, admitir o rechazar las listas de jugadores y adjudicar todos los premios. La Liga General de Base Ball de la Isla de Cuba gestionó los destinos del juego de pelota organizado en el último tercio del siglo XIX; entre sus funciones estaban, previo pago de una cuota de $5 oro por los clubes que la integraban, la administración de justicia, disposición de las reglas del juego y organización de los torneos en sus diferentes instancias.
Asimismo, le correspondía redactar informes relacionadas con cuestiones burocráticas de los campeonatos y actuar con carácter de órgano consultivo en materias de su competencia. En teoría debía funcionar como una especie de Tribunal Supremo imparcial, pero fue muy notable entre sus miembros la influencia del club Habana y durante algún tiempo fue El Pitcher, periódico de tendencia habanista, el órgano oficial de La Liga.
Un asunto de importancia para unificar criterios sobre las prácticas de beisbol era la necesidad de contar con una guía del juego adaptada a las condiciones de la realidad cubana, donde no existían peloteros profesionales, participaban diez jugadores y no se pagaban sueldos a los árbitros y anotadores. La primera divulgada en la Isla fue la traducción realizada en 1879 de la Guía de Albert Spalding por integrantes del club Habana.[22]
Las reglas se publicaron de nuevo en agosto de 1880 y volvió a aparecer en 1882 en una traducción a cargo del periodista y promotor deportivo Roberto S. Spencer, quien era propietario de la imprenta que publicó la primera historia del beisbol de Wenceslao Gálvez en 1889 y cuya hermana, Juana Spencer, alias Florinda, era una conocida cantante lírica, filántropa y aficionada al juego de pelota, autora de la primera reseña escrita por una mujer de un desafío de beisbol en enero de 1879.[23]
“(…) la hegemonía del equipo Habana y su control sobre la Liga marcaron buena parte de la historia del beisbol organizado del siglo XIX”.
En paralelo al Primer Premio se desarrollaban campeonatos de inferior categoría llamados de segundo, tercer y cuarto premios en los que tomaban parte jugadores en desarrollo de los grandes clubes Almendares y Habana, junto a otros de menor calidad como Alerta, Alarma, Esperanza, Cometa, Pensamiento, Providencia, Chicago y Siboney. Entre noviembre de 1879 y febrero de 1880 se disputó un segundo torneo donde resultó victorioso el club Progreso de La Víbora.
La temporada de 1881-82 fue pródiga en justas peloteras, pues se celebraron ligas de segundo, tercer y cuarto premios entre los meses de diciembre de 1881 a junio de 1882. Se disputaron premios particulares y torneos infantiles y juveniles como los que sostuvieron los equipos Habana Infantil, Alianza, Iris y Corazón Rojo.[24] También existió un Fe Infantil en 1884 al que pertenecieron las futuras luminarias Alfredo Arcaño y Adolfo Pérez Utrera.
Los certámenes siguientes demostraron hasta qué punto no se alcanzaron los propósitos referidos a la mejor estructura de la Liga, el aprendizaje cabal de las reglas y la participación de otras poblaciones de la Isla en los torneos y federaciones establecidas en La Habana, con la excepción de Matanzas y Cárdenas.
Las discordias entre los clubes lejos de solucionarse se agudizaron, lo que provocó protestas infinitas, que algunos equipos se retiraran de la competencia y la disolución de clubes históricos como el Almendares en 1887. En una perspectiva general, la hegemonía del equipo Habana y su control sobre la Liga marcaron buena parte de la historia del beisbol organizado del siglo XIX.
Notas:
[1] Guillermo Pi, “Nemesio Guilló fue quien trajo a Cuba el primer bate y la primera pelota”, Diario de la Marina, 6 de enero de 1924, sección de sports, p.1
[2] Los hermanos Bridat ingresaron en diferentes años de la década de 1850: Antonio (1852-53), Federico (1855-56) y Lorenzo (1858-59).
[3] En la reseña de la entrevista con Nemesio Guilló el periodista sugiere una analogía entre fongueo y town ball (o ball town), lo que evidencia su desconocimiento de que el town ball es una modalidad regional muy parecida al beisbol: “En la primera mitad del siglo XIX se practicaba en Filadelfia un juego que se llamaba “town ball”, pero que era muy similar al “base ball”. Era una de esas variaciones regionales que se fueron dando en Estados Unidos como eran el “juego de Massachusetts”, el “juego de Nueva York” o el propio “town ball”. David Block asegura que “el town ball era uno de los diversos alias regionales del base ball antes de 1845.” Es precisamente en Filadelfia donde surge en 1833 el “Olympic Ball Club”, un equipo que practicaba el “town ball” pero que en 1837 da un paso significativo para el béisbol organizado al publicar su reglamento interno bajo el título de “Constitución del Olympic Ball Club de Filadelfia”. César González Gómez, “La evolución del Beisbol: de la Edad Media a los Knickerbockers”, http://www.origenesdelbeisbol.com
[4] Guillermo Pi, op. cit.
[5] Ídem.
[6] Ídem.
[7] La familia Junco era una antigua familia matancera de hacendados, comerciantes y propietarios, cuyas fortunas relacionadas con el azúcar se remontan a finales del siglo XVIII, cuando Manuel y Bernardo Junco fomentaron ingenios en la zona de La Cumbre. En total, el clan Junco llegó a poseer trece fábricas de azúcar diseminadas por toda la provincia de Matanzas. Uno de sus miembros, Vicente Junco Sardiñas, construyó el célebre Palacio de Junco, actual Museo Provincial de Matanzas.
[8] Aurora del Yumurí, Matanzas, año 40, 3 de septiembre de 1867, p. 3.
[9] The Evening Star, Washington, 10 de septiembre de 1867, p. 3; New York Herald, 10 de septiembre de 1867, p. 7 y Daily National Intelligence, Washington, 11 de septiembre de 1867, p. 3. Agradezco a Lázaro Miguel González Chávez y César González Gómez la consulta de estos informes de prensa.
[10] Guillermo Pi, op. cit.
[11] Constitución, Estatutos y Reglas para el Orden del Habana Base Ball Club, de La Habana, Isla de Cuba, establecido y organizado el 17 de septiembre de 1878, Habana, Imprenta El Tiempo, 1878, 14 pp. Citado por: Carlos M. Trelles, Bibliografía Cubana del siglo XIX (1869-1878), Matanzas, Impr. de Quirós y Estrada, 1913, t. V., p. 307. Esto lo corrobora Enrique Morejón cuando dice: “La vida legal del club “Habana” data del año de 1878 en que fue aprobado su Reglamento por el Gobernador General de la Isla y elegida su primera Junta Directiva”, “El Habana BBC”, El Fígaro, El Fígaro, año XVI, no. 46, 9 de diciembre de 1900, p. 558.
[12] Lázaro Miguel González Chávez, Baseball organizado en Cuba: La Habana 1878-1881, Miami, Unosotros Ediciones, 2023, pp. 32-38. La fuente primaria de esta noticia es el periódico estadounidense The New York Clipper, 27 de julio y 17 de agosto de 1878.
[13] “Base Ball in Cuba”, New York Clipper, 16 de noviembre de 1878, p. 5.
[14] En 1881 el semanario Base Ball advertía al Cárdenas BBC: “Al «Cárdenas BBC» debemos decirle dos palabras solamente y son que en las prácticas deben formarse dos ten y no nine, pues ya en esta se juega con la nueva posición de right short stop, situada entre las bases 1ª y 2ª”, Base Ball, año I, no. 5, 30 de octubre de 1881, p. 2.
[15] La Voz de Cuba, 27 de diciembre de 1878, p. 3.
[16] Diario de la Marina, 27 de diciembre de 1878, p. 2. Al año siguiente el premio consistió en: “Un trofeo de madera, compuesto de dos bats, una pelota y una cachucha y además un gallardete sencillo con la inscripción Champions 1879”, La Discusión, 20 de noviembre de 1879, p. 3.
[17] Wenceslao Gálvez y Delmonte, El Base Ball en Cuba, Habana, Imprenta de los Herederos de Santiago S. Spencer, 1889, pp. 85-86.
[18] La Voz de Cuba, 31 de diciembre de 1878, p. 2.
[19] Raúl Diez Muro, Historia del béisbol profesional de Cuba, 3ª edición, La Habana, 1949, p. 67.
[20] La Discusión, 18 de octubre de 1879, p. 3.
[21] Base Ball, año I, no. 42, 16 de julio de 1882, p. 1.
[22] Guía del “Base Ball”,traducido por tres miembros del Habana BBC conteniendo las reglas completas de este juego con las innovaciones adoptadas en 1879, Habana, Imprenta El Tiempo, 1879, 60 pp.
[23] La Familia. Revista quincenal de artes, ciencia y literatura dedicada a las madres cubanas, Habana, vol. I, no. 15, 1 de enero de 1879, p. 244.
[24] El término “infantil” debe tomarse como jugadores más bien adolescentes, pues una nota aparecida en la prensa en 1886, referida a los clubes Gimnasio Habana y Perla infantiles, refiere que el “champion que los barbudos bebés van a disputarse, no puede ser más nutritivo”, La Lucha, 30 de octubre de 1886, p. 3.