Casa del Alba Cultural: Arcadia cubana

Félix Bolaños Leyva
14/12/2017

Paseando por la calle Línea, en el Vedado capitalino, atrapa la atención del caminante una casona de dos plantas, sostenida por columnas griegas y teñidas de color amarillo. En esta mansión, de estilo neoclásico, tiene su sede la Casa del Alba Cultural en La Habana, que cumple en este 2017 ocho años de trabajo por la cultura.

El inmueble, que fuera construido en 1914 por el matrimonio conformado por José Pedro Roig y María Luisa Pérez, formó parte del patrimonio familiar hasta 1936, cuando pasa a ser propiedad de Las Damas Isabelinas de Cuba, una asociación cultural perteneciente a la Iglesia Católica. Luego del triunfo de la Revolución en enero de 1959 albergó al Movimiento Cubano por la Paz, hasta el año 2008, en que el Ministerio de Cultura decide su recuperación y reparación como sede del proyecto Casa del Alba Cultural.


La Casa del Alba Cultural en La Habana

 

Este proyecto tiene su génesis en la Tercera Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Asociación de Estados del Caribe, celebrada en el año 2001, y donde el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías, presenta la idea original de crear la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de América, “como vía de unión económica, social y política de los pueblos latinoamericanos y caribeños frente a las intenciones injerencistas y hegemónicas del gobierno norteamericano”, representadas en la iniciativa Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA). Y quedó así fijada la voluntad de hacer realidad esta Alternativa, la que asumía “como uno de sus objetivos el desarrollo de planes culturales conjuntos”.

Es así como se funda la Casa del Alba Cultural, el 13 de diciembre de 2009, con la presencia del querido comandante Chávez y del general de ejército  Raúl Castro Ruz, presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba.


Momento de la inauguración, con mandatarios latinoamericanos, junto al presidente cubano Raúl Castro

 

Desde su fundación hasta nuestros días la Casa ha resultado una plaza atractiva para la realización de un cúmulo de actividades culturales encaminadas a “enriquecer la vida social y cultural y a la vez favorecer la expresión y desarrollo de las ideas y la creación artística y literaria”.

La programación mensual de la casa se apoya en un conjunto de actividades sistemáticas que responden a ese presupuesto de alentar el surgimiento de nuevos valores de las letras y las artes latinoamericanas, al tiempo que se destina a la promoción, desarrollo, apreciación y conservación de la cultura de los pueblos al sur del Río Bravo.

Entre esos espacios destacan: "Gracias a la vida", consagrado a la literatura y conducido por la poeta Lina de Feria; "Nuestra América", donde se realizan músicos jóvenes y consagrados, que de alguna manera cultivan los ritmos y cantos de esta zona geográfica; "Canto de todos", dedicado a la trova en un esfuerzo conjunto entre Vicente Feliú y el joven cantautor Mauricio Figueral, para promover las distintas generaciones de trovadores, y "Balcón Latinoamericano", para el debate, la reflexión y el conocimiento de la historia y la actualidad de América Latina.

Otro espacio de igual modo interesante es "En Confluencia", donde han sido homenajeadas personalidades de la talla de Zoila Lapique, Eduardo Torres Cuevas, Leo Brouwer, Guido López Gavilán, Jesús Ortega, Digna Guerra, Eduardo Abela y Lizt Alfonso, por solo dar fe de algunos de ellos.

Asimismo la casa sirve de marco propicio para la exposición de muestras de artes plásticas, la puesta en escena de obras teatrales, la visualización de materiales cinematográficos y la presentación sistemática de reconocidos músicos, como Gerardo Alfonso, Tony Ávila, Anne Garcés, Idania Valdés y Ruy López Nussa, quien aprovecha su espacio (La Academia) para la promoción de las nuevas generaciones de instrumentistas que se forman en las escuelas de arte fundadas por la Revolución.

Como expresé en otra ocasión, la Casa del Alba Cultural recuerda aquella Arcadia de la antigua Grecia: una comarca bucólica donde la felicidad, la tranquilidad, la sencillez, la paz y el ejercicio de la música, el teatro y la poesía, se unían con la naturaleza en una relación única e inigualable.

Como aquella Arcadia, cantada y descrita, además, por diversos poetas y artistas del Renacimiento y el Romanticismo, este reservorio para el arte y la literatura se alza hoy como un regalo para ese paseante prevenido, en pleno corazón del Vedado capitalino.

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