El Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. Los carteles en concurso
En diciembre de 1979, se llevó a cabo en La Habana, la primera edición del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. Este evento significó, sin dudas, una plataforma de exhibición, intercambio y conocimiento de lo que estaba ocurriendo en América Latina, pero, también, este encuentro anual consiguió, a partir de seminarios, diálogos y encuentros, una reflexión sobre la necesidad de establecer posturas frente a la colonización cultural.
Paulatinamente, a los privilegiados espectadores habaneros, quienes asistían de manera sistemática a las salas cinematográficas, se sumó el público de otras capitales de provincias de la Isla, quienes, entonces, pudieron disfrutar también de las propuestas fílmicas ofrecidas por el evento.
Los espectadores cubanos resultaron beneficiados al tener la oportunidad de ver el cine producido en el continente y evaluar de forma más o menos crítica estos nuevos filmes a los que había ido teniendo acceso desde finales de la década de los años sesenta y durante los años setenta.
Si bien el concurso de carteles no comenzó hasta la tercera edición del Festival (1981) desde ese entonces, carteles cubanos y otros provenientes de países latinoamericanos fueron evaluados por un jurado, y durante el festival, ocupaban un espacio expositivo para el disfrute de quienes asistían al evento. Además, los carteles fueron una presencia constante en los cristales de las salas cinematográficas, delante de los cuales el público se detenía y quizás lo ayudaban a decidir cuáles de los filmes que promocionaban les podría interesar ver.
El Festival, además de la exhibición y del resto de las actividades programadas, significó una opción para constatar propuestas gráficas de diversas procedencias, a la vez que permitía comparar el cartel producido en el Icaic, muy diferente en términos de formato, técnica de impresión y concepción gráfica, con aquellos otros que acompañaban a los filmes en concurso y a otros concebidos para eventos relacionados con el cine.
Los carteles que obtuvieron el Premio Coral a lo largo de todos estos años corresponden, en gran medida a diseñadores brasileños, mexicanos, venezolanos, colombianos y cubanos.
En la quinta edición del festival el Premio Coral le fue otorgado al diseñador cubano Eduardo Muñoz Bachs por el conjunto de su obra, lo que demuestra su excelente desempeño gráfico en la realización de carteles para el Icaic.
El jurado de carteles, en las diferentes ediciones del evento, estaba constituido por diseñadores, dibujantes y críticos de arte: Fernando Pimenta, Ziraldo Alves Pinto, ambos de Brasil; Rafael López Castro, Germán Montalvo, de México; Santiago Pol de Venezuela, Joaquín Lavado (Quino) de Argentina, entre otros. Muchos de ellos con anterioridad habían presentado sus carteles a concurso y algunos obtuvieron premios. Por su parte, algunos diseñadores cubanos también fueron invitados como jurados: Raúl Martínez, Antonio Pérez (Ñiko), Umberto Peña, José Gómez Fresquet (Fremez).
Más adelante, y en muchas ocasiones, pintores cubanos fueron invitados a formar parte del jurado de carteles y aportaron su visión y otros puntos de vista en la valoración de las obras presentadas a concurso: Tomás Sánchez, Flavio Garciendía, Zaida del Río, Roberto Fabelo, Moisés Finalé, entre otros.
Algunos carteles premiados aún permanecen en el imaginario colectivo: Bye Bye Brasil de Carlos Diegues, Los sobrevivientes, Hasta cierto punto y Tiempo de morir, de René Azcuy; Niños desaparecidos y Gallego, de Eduardo Muñoz Bachs; Homenaje al diseñador René Azcuy de Nelson Ponce o Cuba libre de José (Pepe) Menéndez; La tarea prohibida de Germán Montalvo de México, por citar solo unos pocos.
Es de agradecer al Festival la inclusión del concurso de carteles en cada una de sus ediciones. Esto ha permitido al público cubano estar al tanto no solo de las propuestas fílmicas, sino que puede a través de esa ventana tener información acerca del quehacer en el mundo del diseño de la región.