Innegablemente, los cambios en el uso de la tecnología llegaron para quedarse. Nadie puede negar la riqueza que aportaron a determinadas zonas de la música cubana y cómo esos aportes han sido fundamentales para su desarrollo e incluso para su internacionalización en determinadas zonas.

Por otra parte, ese uso de las tecnologías digitales —en un comienzo fue el MIDI— abrió un abanico de posibilidades a otros géneros musicales que se cultivan en Cuba y que han aportado incuestionablemente a ese progreso. Entre los ejemplos más notables de usar la naciente tecnología digital en los ochenta, fueron, en un comienzo, el proyecto Banda de Máquinas que fundara Edesio Alejandro y el grupo Síntesis; posiblemente la banda de rock cubana con una eficiente utilización de esos presupuestos; primero bajo el influjo de Lucia Huergo (por ahí también pasó Edesio Alejandro en cierto momento) y posteriormente bajo la influencia, el talento y la creatividad desbordante del músico X Alfonso, cuya impronta en eso que se ha definido como Música Alternativa Cubana (MAC) no ha sido lo suficientemente analizada.

Edesio Alejandro es uno de los ejemplos más notables en el uso de la tecnología digital en la música cubana.

Es justo mencionar que el uso de sintetizadores no era totalmente ajeno a la música cubana en los años previos; pero no tenía un carácter masivo como habría de ocurrir en los años posteriores; sobre todo en el campo de la música popular bailable.

Entre los pioneros del uso regular de sintetizadores en la música cubana —sin llegar a explotar todas sus posibilidades— se puede nombrar al pianista y productor discográfico Frank Fernández, que les da protagonismo en algunos discos de la Nueva Trova, y que los utilizaría con mayor profusión en el disco A Bayamo en coche, que marcó en debut del Conjunto Son 14 dirigido por Adalberto Álvarez. Paralelo a este momento, Chucho Valdés comenzará a utilizarlo regularmente en las presentaciones de Irakere en todos los espacios; mientras que el pianista Emiliano Salvador se vale de las posibilidades que ofrece el sintetizador para desbordar su creatividad en su disco debut con la Egrem, que llevaría por título Nueva Visión.

Otro ejemplo notable, tal vez uno de los de mayor peso, es el del grupo Afrocuba dirigido por el flautista Oriente López; quien desplegó siempre un “banco de sintetizadores” que de alguna manera enriquecieron tanto el sonido de esa agrupación como el de los discos y/o conciertos en que acompañaron al trovador Silvio Rodríguez por al menos una década.

Sin embargo, los músicos que mayor uso hicieron de las posibilidades creativas de los primeros sintetizadores fueron aquellos que se dedicaban a la música electroacústica, liderados por el compositor Juan Blanco. Esa relación incluye nombres como los de Carlos Fariñas, Julio Roloff, Calixto Álvarez, Roberto Valera, Jorge Maletá, Juan Piñera, el mismo Edesio Alejandro y Juan Marcos Blancos, quien asume la estética pop en muchos de sus trabajos, entre los que destaca “Fiebre de caballos”; un tema creado dentro de la órbita de compositores internacionales como Jean Michelle Jarrete, Yanny y otros que pensaban más en llegar a grandes masas (de hecho lo lograron) antes que en la experimentación per se.

“(…) los músicos que mayor uso hicieron de las posibilidades creativas de los primeros sintetizadores fueron aquellos que se dedicaban a la música electroacústica”

Curiosamente, gran parte de la obra de los compositores antes mencionados estaba más cerca de las artes escénicas o se creaba para ser recogida en los pocos discos que dedicados a este segmento de la música cubana se hicieron por la Egrem en ese entonces.

Por cierto, que para muchos músicos, críticos y público en general la música electroacústica era una suerte de apestado cultural al que no se le reconocían sus valores estéticos o se consideraba una propuesta super elitista o “música hecha por quienes no tienen suficiente talento como creadores”, incluso se llegó a afirmar que estaba divorciada de nuestra realidad por no incluir “bongoes, maracas y clave”.

El cambio tecnológico que implicó la llegada de los instrumentos digitales; —al menos en su estadio primitivo— y que fuera impulsado fundamentalmente por la música rock internacional; no fue entendido del todo por parte de la gran mayoría de los músicos populares cubanos que estaban más en función de disponer de un buen piano electrónico que del acercamiento a nuevas posibilidades tímbricas. Estaban, para decirlo en palabras del pianista César Pedroso, “(…) dejando atrás la organeta Vermona para entrar en el piano Yamaha”.

Llama la atención que la generación de músicos que comienza a emerger en los años ochenta, sobre todo a partir de la segunda mitad, no solo ya entiende y asume el uso de los sintetizadores como parte importante de sus propuestas, sino que se aventuran a explotar e incorporar sus posibilidades tímbricas y armónicas al torrente de la música popular bailable, a la canción y al universo de la Nueva Trova; y en ello destacan, en un comienzo aquellos, que estudiaron piano y violín fundamentalmente. Nombres como los de Miguel Ángel de Armas, o simplemente “Pan con Salsa”, Jesús Guanche, Miguel Núñez, Emilio Ricard el “Chambert”, Hernán López-Nussa, Gabriel Hernández, Fernando Soria; “Peruchín III”, Gonzalo Rubalcaba, y como puente entre dos generaciones destacan Víctor “Pucho” López y Emiliano Salvador.

Cada uno de ellos fue elaborando y desarrollando su propio modo de entender e incorporar al torrente de la música cubana las posibilidades que las nuevas tecnologías estaban aportando.

Entonces, aparece la figura del “tecladista” como elemento complementario en el mundo de lo popular bailable, y cuya función, inicialmente, fue la de “hacer colchones armónicos” hasta que evolucionó —elemento lógico— para ser complemento de todo el entramado musical que se estaba gestando y que desembocaría en dos corrientes musicales renovadoras: la Música Alternativa Cubana (MAC) y la Timba; que por mucho que se pretenda considerar antagónicas están fuertemente interrelacionadas y se influencian entre sí.

La irrupción masiva de los elementos digitales a la música cubana estaba preparando el camino para que comenzara a vivirse la “soledad del compositor” y que nuevas posibilidades creativas y de producciones discográficas tocaran a nuestras puertas.

Solo la música tradicional cubana fue ajena, por momento, a esta nueva tendencia… Por momentos.