Blas Nabel Pérez Camejo: el anhelo de servir
“Un libro es la siembra del conocimiento que atesora la humanidad”. Así me respondió, en cierta ocasión, Blas Nabel Pérez Camejo al preguntarle cómo definiría a ese antiguo instrumento del saber que es el libro.
He recordado tan sugerente definición ahora que este investigador, ensayista y diplomático se ha despedido de la vida en la capital cubana, a pocos meses de haber arribado a sus ochenta años de edad.
La obra escrita por Pérez Camejo a lo largo del tiempo confirma cómo logró, con enorme, paciente y probado tesón investigativo, enriquecer ese conocimiento que atesora la humanidad a través de las páginas de un libro.
Un rápido repaso a su bibliografía permite comprobar su evidente interés por estudiar, analizar, reflexionar, desde una inteligente mirada, sobre la huella dejada por figuras y hechos que han marcado la historia del mundo.
Así lo confirman libros como Acerca del Che Guevara. Testimonios (Editorial José Martí, 1991), Las culturas que encontró Colón (Editorial Abya-Yala, Ecuador, 1992) y Armenios en el Nuevo Mundo (Editorial Abya-Yala, Ecuador, 1998).
La zona más trascendente de su obra hay que buscarla, indudablemente, en sus artículos, ensayos y libros dedicados al estudio de la cultura rusa y a los vínculos que, a lo largo de la historia, sostuvieron Cuba y la antigua Unión Soviética.
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Imprescindible comentar aquellos momentos de la vida de Blas Nabel Pérez Camejo que propiciaron que, con el paso de los años, se preocupara y ocupara en la investigación de los temas desarrollados en sus libros.
Nacido en Vertientes, Camagüey, en 1944, Pérez Camejo se graduó en 1975 como Licenciado en Lengua y Literatura Rusas, en la Facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de La Habana.
Cursó estudios, igualmente, de Política Exterior Cubana, en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa García (1979) y de Derecho Internacional Público, en la Universidad de Alicante, España (1983).
“Ejerció el periodismo y durante sus últimos años era corresponsal en La Habana de España Exterior, el periódico de las comunidades españolas en el mundo. Colaboró sistemáticamente con La Jiribilla”.
Vinculado por décadas al servicio diplomático cubano, se desempeñó como consejero cultural y embajador en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, en la Federación de Rusia, Kazajistán, Dominica y Hungría.
Ejerció el periodismo y durante sus últimos años era corresponsal en La Habana de España Exterior, el periódico de las comunidades españolas en el mundo. Colaboró sistemáticamente con La Jiribilla.
Entre numerosos reconocimientos, le fueron otorgadas en Cuba la Medalla de la Alfabetización, la Medalla 40 Aniversario de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y la Medalla Enrique Hart.
Otros galardones recibidos fueron la Medalla Conmemorativa de la Unesco de Rusia por los 150 años de Vasili V. Vereschaguin, el Reconocimiento Miguel de Cervantes Saavedra de la Federación de Sociedades Españolas de Cuba y la Medalla de la Amistad de la Sociedad de Amistad Rusia-Cuba.
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Cuando Blas Nabel Pérez Camejo publica su libro Asir la luz. José Martí y Vasili V. Vereschaguin (Editorial Oriente, 2017), ya había dado a conocer otros estudios acerca del reconocido pintor ruso del siglo XIX.
Era autor de Bibliografía del pintor ruso Vasily Vereschaguin en Cuba 1889-1992 (The Vereschaguin House, Moscú, 1992) y coautor de Vasily Vasilievich Vereschaguin en la Galería Tretiakova (Editorial Sokrovicha Rossia, Moscú, 1992).
En las páginas de Asir la luz… el lector encontrará, en dos capítulos, un sustancial y documentado estudio de la obra del creador ruso, a partir de la aguda y escrutadora mirada crítica de José Martí.
La primera parte del volumen se encarga de relacionar y comentar pasajes de la vida y obra de Vereschaguin, nacido en 1842 y fallecido en 1904, pintor de escenas bélicas como forma de denunciar los horrores de la guerra.
Al análisis del texto «La exhibición de pinturas del ruso Vereschaguin», publicado por el Héroe Nacional en el periódico La Nación, de Buenos Aires, el 3 de marzo de 1889, se dedica el segundo capítulo del libro.
“En las páginas de Asir la luz… el lector encontrará (…) un sustancial y documentado estudio de la obra del creador ruso, a partir de la aguda y escrutadora mirada crítica de José Martí”.
Interesantes resultan los juicios expuestos por el Maestro en ese artículo, escrito luego de visitar, en Nueva York, la muestra de la pintura del artista. Al comentar esos criterios, Pérez Camejo escribe:
La obra de Vereschaguin llama poderosamente la atención del Apóstol, lo que mostraba era algo nuevo, original e inesperado, claro en su veracidad.
Opinó con brillante pluma sobre los cuadros y tapices del pintor con sus temas militares, sus guerreros, evidencias de su verdadera ideología pacifista.
(…)
Martí vio en profundidad el carácter de la pintura de Vereschaguin, tanto la que trataba asuntos bélicos como la paisajística y de inspiración bíblica, y extrajo lecciones que se convirtieron en pilares de su pensamiento estético (…).
Casi medio centenar de piezas, representativas de diversos períodos creativos de Vasili V. Vereschaguin, se reproducen —tanto en blanco y negro como en color— en las páginas de Asir la luz…
Un libro que logra acerca al lector a la pintura del artista y enriquecer los estudios realizados, dentro y fuera de Cuba, sobre el legado del más trascedente revolucionario e intelectual del siglo XIX cubano: el Héroe Nacional José Martí.
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Con León Tolstoi. Epistolario cubano (Editorial Cubaliteraria, 2023), Blas Nabel Pérez Camejo logra, mediante una valiosa correspondencia, revelar interesantes facetas de la personalidad del insigne escritor ruso.
Se trata de un libro singular, en cuyas páginas se presenta un documentado estudio de las cartas recibidas desde la mayor de Las Antillas por el autor de Guerra y paz, entre fines del siglo XIX e inicios del XX.
Son misivas atesoradas en el Museo León Tolstoi, en Moscú, donde se estiman en 16 000 los documentos conservados, entre cartas, postales y notas, enviadas y recibidas por el creador, quien siempre sostuvo una fecunda relación epistolar.
Entre las 245 cartas escritas en español custodiadas en esos fondos, sobresalen en este libro las misivas remitidas por varios obreros presos en la cárcel de La Habana, acusados de organizar y participar en una huelga llevada a cabo en 1903.
Varias de esas epístolas, relacionadas no solo con la huelga sino también con la represión contra los huelguistas, suscitaron interrogantes al escritor que, por obvias razones de seguridad, no pudieron ser respondidas por sus remitentes.
Una mirada a pasajes de la vida de León Tolstoi y la recepción en Cuba de su obra —con valoraciones de intelectuales de varias generaciones, estilos y tendencias de los siglos XIX y XX— complementan esta entrega.
“Se trata de un libro singular, en cuyas páginas se presenta un documentado estudio de las cartas recibidas desde la mayor de Las Antillas por el autor de Guerra y paz, entre fines del siglo XIX e inicios del XX”.
Una de esas opiniones apareció en las páginas de Revista Cubana, en 1891, con la firma del periodista y narrador Martín Morúa Delgado, quien reflexiona sobre algunos de los escritores de Rusia y, al acercarse a León Tolstoi, asegura:
Hemos seguido a este eminente autor, procurando observarle de cerca en sus continuas dudas, en sus constantes investigaciones de la verdad, en su batallar perpetuo por el descubrimiento de la perfección humana, y con él nos hemos envuelto en los laberintos de sus filosofías, sin acercarnos nunca a otra conclusión que ésta: Tolstoi, más que un autor literario, más que un novelador moderno, es un talentoso propagandista. ¿De qué? De la reformación social, del mejoramiento humano, de la confraternidad universal.
Leer cartas, estoy convencido, es siempre una provechosa experiencia que permite descubrir mundos insospechados, no solo de quienes las escribieron sino también de quienes las recibieron.
Tal afirmación puede comprobarse con la lectura de León Tolstoi. Epistolario cubano, en que Pérez Camejo indaga y reflexiona en una correspondencia que también contribuye a develar momentos de la propia historia de la humanidad.
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Numerosos recuerdos y remembranzas conservaba Pérez Camejo de su experiencia diplomática en varios países y de sus exhaustivas investigaciones en archivos y bibliotecas de otras latitudes.
En esta propia publicación, La Jiribilla, narró algunas de esas anécdotas que, como muchos le sugerían, era la génesis de un futuro empeño de mayor alcance, quizás un libro con las memorias de su vida.
En una carta fechada en Fernandina, el 16 de febrero de 1893, enviada por José Martí a su compatriota Serafín Sánchez, el Héroe de Dos Ríos afirmaba que «servir es mi anhelo y ver felices a los hombres».
Leamos, o volvamos a leer, los artículos, los ensayos, los libros, legados por Blas Nabel Pérez Camejo a su tiempo y al tiempo por venir, y esa será la prueba inconfundible de que servir siempre fue su anhelo.