Esta es una mañana feliz porque, al celebrar los 30 años de vida artística de Viengsay Valdés, festejamos también la dicha de ser testigos de la carrera profesional de una bailarina extraordinaria.

Alcanzó el rango de primera bailarina en 2001 y, desde entonces hasta la fecha, ha trabajado creativamente para sostener esa categoría artística. Hoy la aplaudimos y alabamos su virtuosismo, afincado en una refinada técnica que le permite levitar en el escenario sin aparente esfuerzo, y le propicia bailar los clásicos y las obras más contemporáneas con similar maestría.

Ha representado los personajes con los que sueñan todas las bailarinas, aportando su singular perspectiva del hecho danzario. Impresiona su ejecución en el famoso y exigente Cisne negro, estremece su visión de la gitana Carmen, y emociona verla en Kitri, personaje que ha interpretado en diferentes compañías, con las pautas de tres escuelas de ballet, suceso nada frecuente, que solo una apasionada por la danza como Viengsay se atrevió a realizar, y con notable éxito en todas las ocasiones.

Viengsay ha representado los personajes con los que sueñan todas las bailarinas, aportando su singular perspectiva del hecho danzario. Imagen: Tomada de Prensa Latina

Dotada de una asombrosa capacidad física, ha superado todos los obstáculos para bailar y puede realizar alardes técnicos, que sostiene con una interpretación exquisita. La crítica ha calificado de milagro sus actuaciones, ha elogiado sus infinitos balances y sus giros de altísima velocidad, los que también provocan los aplausos atronadores del público en cada función.

Parece que la fuerza de su nombre marcó su destino, porque Viengsay Valdés es una mujer de recia voluntad, capaz de afrontar colosales retos y salir airosa. Asumió la dirección del Ballet Nacional de Cuba con enorme responsabilidad, lo cual ratifica su valentía, porque era la primera vez que los destinos de la compañía no serían conducidos por un miembro de la tríada fundadora: Alicia, Alberto y Fernando Alonso.

Viengsay trajo nuevos aires a la agrupación, ha gestionado la presencia en La Habana de coreógrafos que son hoy referencia mundial y ha invitado a compañías que han sido favorablemente acogidas por el público. También ha logrado que el Ballet Nacional de Cuba regrese a escenarios de distintas ciudades del país.

“Parece que la fuerza de su nombre marcó su destino, porque Viengsay Valdés es una mujer de recia voluntad, capaz de afrontar colosales retos y salir airosa”.

Obtuvo la Licenciatura en Ballet, en la Facultad de Arte Danzario de la Universidad de las Artes, ISA, en el 2019, con una investigación tutoreada por el inolvidable profesor Pedro Ángel y que fue distinguida con el Título de Oro.

Ha contribuido al desarrollo de las nuevas generaciones desde su rol de presidenta del concurso del Encuentro de Academias para la Enseñanza del Ballet, invitada por la querida maestra Chery, consciente de que es inspiración para los que se inician en el exigente universo de la danza.

Debo decir que es colaboradora de la revista Todaladanza y sus textos, reflejos del acontecer del Ballet Nacional de Cuba, siempre llegan a tiempo.

A veces me pregunto cuántas horas tiene el día de Viengsay. Las tareas de dirección de la compañía, el entrenamiento y los ensayos como bailarina, el rol de la maternidad, el de hija y el de esposa, forman parte de su cotidianidad. Y luego sube al escenario y deslumbra con su interpretación.

“Ha contribuido al desarrollo de las nuevas generaciones desde su rol de presidenta del concurso del Encuentro de Academias para la Enseñanza del Ballet, invitada por la querida maestra Chery”.

Ha recibido numerosos premios en muchos países y en Cuba, y ojalá pronto le otorguen el Premio Nacional de Danza que merece hace mucho tiempo; con frecuencia la invitan a galas de estrellas, y los bailarines más famosos del mundo quieren acompañarla en escena. Viengsay es una bailarina famosa. El público la espera a la salida del teatro para hacerse una foto con ella, los músicos le dedican sus composiciones, y varios libros registran parte de su biografía.

En mi memoria de espectadora quedó grabada la imagen de Viengsay bailando un clásico en el Teatro Nacional en la tarde, y en la noche asumiendo otro rol en la sala García Lorca durante una de las jornadas del Festival de Ballet de La Habana. Eso es una prueba reveladora de su compromiso con la danza, con el público que la reconoce como una figura de alta jerarquía artística, y con la compañía que dirige.

“Ha recibido numerosos premios en muchos países y en Cuba, y ojalá pronto le otorguen el Premio Nacional de Danza que merece hace mucho tiempo”.

En la ya larga y fructífera historia del Ballet Nacional de Cuba, las mujeres han sido grandes protagonistas. La legendaria Alicia, las cuatro joyas, las tres gracias, las que son hoy primeras bailarinas —Sadaise, Grettel, Annette— maestras, ensayadoras, coreógrafas. En esa ilustre lista se inscribe con letras mayúsculas el nombre de la victoriosa Viengsay.

Ha sido un placer verla bailar a lo largo de estos años y fue un estímulo compartir con ella las aulas del ISA. Agradezco su permanencia en esta tierra nuestra, laborando para que la escuela cubana de ballet, de la que es uno de los referentes, siga acumulando prestigio por el mundo.

Muchas felicidades, Viengsay, por estos 30 años de vida artística, que tu talento siga floreciendo para el regocijo de quienes te aplaudimos en cada salida a escena.