I

En el verano de 2015 viajé de Barcelona a Pisa. Durante el vuelo, no pude deshacerme de la presencia de Leonardo da Vinci. Días después, escribí el poema “Vuelo 2820”, el cual forma parte de mi poemario Aval de vida, aún inédito:

Vuelo a Italia.
Pobre Leonardo,
qué pena que no esté a mi lado.
Él que siempre soñó
con que el hombre volara,
nunca imaginó tamaño aparato,
sino un bello,
clásico cuerpo de efebo desnudo,
entre las plumas

                        de dos enormes alas

                                                       

II

Días atrás tuve el privilegio de reencontrarme con parecida situación…, pero desde la escultura, al recibir por WhatsApp las imágenes de un monumental Ícaro cubano, de alas de acero, que erige su imponente estructura en el centro turístico Cayo de Santa María, al norte de Caibarién, obra del artista villaclareño Mario Fabelo Estrada.

Si bien desde un inicio Fabelo Estrada me manifestó su interés por la escultura, mi primer contacto con su obra fue a partir de la exposición de pintura Buscando el Sol, inspirada en la figura de José Martí, inaugurada en el hostal El Costillar de Rocinante, sito en G y 21, en El Vedado habanero.  Un año después, aproximadamente, hice la curaduría y escribí las palabas del catálogo de su segunda exposición de tema martiano, En cuerpo y alma, inaugurada en la Galería El Reino de este Mundo, en la Biblioteca Nacional “José Martí”, el 27 de enero de 2023.

“Su escultura, por lo general, expresa una evidente unidad conceptual entre el expresionismo y el simbolismo”. Obra: “Hombre avión”.

Sin embargo, la escultura parece ser la manifestación llamada a encarar sus mayores urgencias creativas con un lenguaje ideoestético a la altura de nuestro tiempo. De ello no me cabe la menor duda. Su escultura, por lo general, expresa una evidente unidad conceptual entre el expresionismo y el simbolismo. Algo del suizo Giacometti le viene en el tratamiento textural y canon del cuero humano, en tanto que el simbolismo es su orgánica adaptación de los elementos a relacionar con el tema en cuestión, portador de una carga histórico-mitológica de la más antigua y sugerente de la humanidad.

En la escultura que nos ocupa, titulada “Hombre avión”, ello está dado por dos alas monumentales de acero forjado, en función de veleta, y su integración formal y conceptual a los valores universales de la persona humana de la que se manifiestan. Dicho en términos más llanos, apta para expresar su capacidad para soñar y aspirar al mejor de los viajes, en un tiempo en que el desarrollo tecnológico y científico alcanzado por nuestra especie se manifiesta a diario en los avances de la aviación, así como en los viajes de exploración al espacio exterior.  

“Ambas esculturas, a pesar de sus diferencias en cuanto a escala y función, parecen augurar nuevos y más largos vuelos.”

No obstante, ello no impide que la comentada escultura de siete metros de alto, se exprese bien apegada a la tierra donde a diario crea nuestro artista, al sugerirnos “la cola” de sus pies la estrella de nuestra enseña nacional. Otro tanto sucede con la segunda pieza de la muestra, la estatuilla “El peso de libertad”, también de acero forjado, aunque de escala menor, cuyas alas están concebidas con monedas nacionales de diferentes épocas.

En la misma, el humano alado que la particulariza, antes de alzar vuelo, nace y se desarrolla a partir de las sugeridas franjas de nuestra bandera. Ambas esculturas, a pesar de sus diferencias en cuanto a escala y función, parecen augurar nuevos y más largos vuelos. El camino de la obra escultórica de Mario Fabelo Estrada, al igual que los ingredientes de lo esencial humano contentivo en ambas propuestas, aunque bien anclados en el suelo patrio, definitivamente, parece estar en el cielo.

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