Blas Nabel Pérez: Un Caballero de la Cultura
Blas Nabel llegó a La Jiribilla en el 2022, a sugerencia de otro colaborador entrañable, Fernando Rodríguez Sosa. Era enero, y su primer texto: “Rusia en la vida y obra de José Martí”, revelaba dos de sus pasiones más arraigadas, estableciendo el derrotero de sus futuras colaboraciones.
Poseedor de un conocimiento vasto y una asombrosa facilidad de palabra, y haciendo gala de una cortesía exquisita, tuvimos la suerte de que convirtiese en costumbre pasar regularmente por la revista, a conversar, según dispusiese de tiempo.
En sus visitas, solía comenzar hablando del tema de su último artículo publicado, o del siguiente en “cola”. Artículos que versaban, por lo general, sobre el arte, la cultura e historia rusas, sus protagonistas más destacados y, cubano hasta la médula, sus contactos con nuestro país.
Poseedor de un conocimiento vasto y una asombrosa facilidad de palabra, y haciendo gala de una cortesía exquisita, tuvimos la suerte de que Blas Nabel convirtiese en costumbre pasar regularmente por la revista a conversar.
Estudioso apasionado del periplo vital de Martí, en numerosas ocasiones abordó los vínculos de este con la cultura rusa; tomando como eje los textos martianos sobre los pintores rusos, y sus opiniones sobre la cultura, religión e idiosincrasia eslava, desde la certeza compartida del valor del arte para la plena realización humana.
Pero más allá del tema de sus artículos de “turno”, nos regalaba un sinfín de anécdotas nacidas de su implicación en los sucesos de “los años duros” y, sobre todo, de su extenso servicio diplomático en la URSS donde, entre otros acontecimientos, le correspondió atestiguar el proceso de desaparición del campo socialista.
Anécdotas en las que relacionaba fechas y personajes relevantes de la historia rusa, soviética y cubana, al punto de que en más de una ocasión le comenté que debía escribir sus memorias porque, hablar con él, era asistir a una lección magistral de Historia vivida de primera mano.
Solía reírse, pero justo ahora, que ya no volverá a compartir un poco de sus estudios y su tiempo con nosotros, no puedo evitar la certeza de que, como escribió el Maestro a quien tanto quiso, en su crónica sobre Emerson, también en él se han cumplido las palabras: “Va a reposar, el que lo dio todo de sí, e hizo bien a los otros”.
La sabiduría, cultura y sensibilidad de Blas Nabel nos acompañarán por siempre. Gracias, Yunieski, por inmortalizar esos recuerdos tan especiales.