Los festivales son espacios propicios para conocer a otros creadores y conectar redes. La 39 edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara ha confirmado esa premisa. La propuesta de hacer una entrevista a un “Talents” me resultó atractiva para intentar conocer un poco de la obra de uno de mis compañeros.

En esa búsqueda, quise indagar en el trabajo de Wellington Amorim de Oliveira, quien acaba de concluir en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV) la especialidad de Fotografía y ha trabajado en varios proyectos con recorrido internacional en festivales y muestras.

Nuestro diálogo, breve y sincero, es punto de partida para una conversación mayor que nos debemos, quizás en La Habana, en su natal Sao Paulo o en algún festival en el que posiblemente coincidiremos.

Wellington me gustaría empezar por tu trabajo. ¿Cuál es la función de un director de fotografía en la concepción de una obra audiovisual?

Siento que el papel de un director de fotografía cuando se vincula con un proyecto para la realización de una película, más que tener en cuenta un listado de equipos y de atender durante el rodaje que las luces estén bien colocadas, la exposición muy buena, la fotometría correcta…, es aportar la imagen que la película necesita para expresar lo que el guion plantea y la propuesta que el director tiene.

En ocasiones, encuentras películas donde las personas dicen “la fotografía está increíble, pero la película va de esto…”, y me quedo pensando si realmente está increíble. Porque siento que la fotografía tiene que aportar a la película y al guion. Si está por arriba o por debajo, entonces quizás no sea la fotografía correcta para esta película.

Para Wellington un director de fotografía debe aportar al filme la imagen requerida en base al guión y la propuesta del director. Foto: Cortesía del entrevistado

Por eso, el director de fotografía tiene como tarea aprender bien y transmitir en imágenes las sensaciones que el guion quiere transmitir y la propuesta narrativa.

¿Cómo la EICTV ha fomentado un crecimiento en tu desarrollo profesional?

Antes de llegar a la EICTV ya hacía mis propias películas, pero siento que después de entrar a la escuela, a nivel de referentes, el nivel de dimensión de lo latinoamericano y la comprensión de lo que pasa en otros países, siento que ha ampliado mi perspectiva.

En la escuela tenemos talleres que son muy técnicos, pero como la escuela está ubicada en un país con limitaciones económicas, hace que no tengamos acceso a muchas tecnologías de última generación y eso hace que para producir una película, tener los mejores equipos es tener la mejor idea.

¿Cómo perviven en ti tus orígenes?

Yo siento que nosotros siempre cambiamos, es imposible ser el mismo cuando entras al río y vuelves al otro día, ya no es la misma persona ni tampoco el mismo río. Pero todo mi trabajo tiene como base este barrio que se llama Campo Redondo, en las afueras de Sao Paulo y que a finales de los años 90 fue considerado por la ONU el barrio más peligroso del mundo.

El joven realizador siente que después de entrar a la EICTV el nivel de dimensión de lo latinoamericano y la comprensión de lo que pasa en otros países ha ampliado su perspectiva. Imagen: Tomada de EICTV

Yo crecí en este contexto y hoy para mí hacer cine es poder llevar otra visión a este barrio. Porque cuando voy a la EICTV, cuando viajo a festivales en otras partes del mundo, yo siempre estoy hablando de este barrio, mis películas se proyectan allí, es imposible deshacer esos lazos de mi existencia.

Ahora que terminé de estudiar en la Escuela, volveré allí y haré la segunda edición de un festival de cine comunitario, donde se proyectarán filmes y se harán talleres para las personas de la zona. Ese es como el sentido de aprender cine, para regresar a compartir con mi barrio.