Es noticia que Rodrigo Sosa y Roberto Fonseca han unido sus talentos, miradas creativas y estéticas musicales para el resultado que, pronto, podrá ser disfrutado: Olokun. Uno, quenista argentino radicado en Cuba, también compositor, defensor del proyecto La Quenística, y con anteriores trabajos de referencia en el ámbito del latin jazz, la música clásica y experimental. El otro, pianista cubano, compositor, productor y arreglista, músico más que jazzista y con una vertiginosa carrera con amplio reconocimiento internacional. ¿Una combinación explosiva?
Y bien que sí. “Explota” de alguna manera esta unión en un disco que, a todas luces, ha sido un atrevimiento, un “enano” complacido, y como expresara Sosa: un regalo para la quena.
“A mediados de 2022 nos encontramos en los Estudios Abdala para grabar el tema del Jazz Plaza siguiente. Fonseca convocó a muchos artistas, incluyéndome a mí para grabar quenas, agudas y graves, y al final del día, cuando estábamos Fonseca, el sonidista Orestes Águila y yo en el estudio, surgió esa química entre los tres y fue precisamente Orestes quien sugirió la idea de unirnos. Fonseca pensó entonces en lo oportuno de grabar un tema mezclando los diferentes colores de la quena.
“Acepté de inmediato. A la semana siguiente grabamos ‘El yambú de mi abuelo’, el primero del álbum, y lo hicimos con los músicos convocados a partir de las melodías trazadas por Fonseca. Lo que sucedió en el estudio fue alucinante, todos quedamos emocionados y en mi caso, me sentí feliz desde ese instante.
“El bajo se hizo con una quena, digamos, barítono. Me quedé enamorado de esa sonoridad. Quedamos en grabar algo nuevo más adelante, y llamó a Pancho Amat y después a Bárbara Llanes, invitados de lujo con los que pudimos contar. Cuando teníamos tres temas grabados, pensamos en que el proyecto debía crecer. La idea fue que conformáramos un disco mío, con Fonseca como autor, productor, arreglista y director musical”.
¿Cómo fue el trabajo de conjunto entre ustedes?
“El proceso creativo fue espectacular, de lo más lindo que he vivido. Tuvimos una comunicación fluida, transparente… Anhelábamos que cada tema transmitiera un mensaje diferente desde distintos formatos instrumentales. Se siente la raíz aunque se improvisa mucho, incluso con la quena, pero no pensando tanto en las escalas del jazz sino desde la música folclórica, muy renovado.
“Trabajar con Fonseca me hizo crecer mucho como instrumentista. Su nivel de madurez es inmenso. Yo aprendo cada día, vivo etapas marcadas por el tecnicismo de tantas horas de tocar para practicar, lo que puede ser muy perjudicial para expresar espontáneamente lo que uno desea en un momento dado. Entonces, él fue muy sabio para calmar esa impronta mía de querer darle demasiada técnica a la quena y supervisó los solos de todos los temas en el disco, y algunos fueron compuestos por él para ayudar en la sinceridad del instrumento. No siempre es tocar mil notas sino dos, sabiendo bien cuáles son esas dos, me decía. Fue un coach de quena, muy preciso, y me guardo esa experiencia para mi vida profesional”.
“El proceso creativo fue espectacular, de lo más lindo que he vivido. Tuvimos una comunicación fluida, transparente”.
¿Abre este disco una nueva etapa en tu trabajo musical?
“Es el cuarto disco de La Quenística y para mí forma parte de una línea de continuidad en mi trabajo, aun cuando Quena Barroca, el álbum anterior, sea con música de Vivaldi. En mi comunicación con la quena es una continuidad siempre y todo lo hecho en el pasado contribuye en un presente, que hoy es Olokun, espiritual y astral.
“Cada tema, para mí, propone un mundo sonoro diferente pero que se conectaba uno con otro porque la quena es, en definitiva, la columna vertebral.
“Es el disco más folclórico que yo he hecho con la quena. Ha sido volver a la raíz después de haber trabajado tanto en el latin jazz, en la música clásica, música experimental. Es un disco en el que me siento muy identificado. Es como si Fonseca hubiese conocido toda la vida este instrumento de origen andino, por lo que su riqueza y sensibilidad como compositor es evidente. Es un regalo muy grande para la quena”.
“El yambú de mi abuelo”, “Gnawa habanero”, “No digas mentiras”, “Alma”, “En la caliente”, “Music for a film without a film”, “Tuareg” y “Olokun” conforman el fonograma, grabado entre septiembre de 2022 y marzo 2024, como resultado de una coproducción entre Colibrí, la Egrem y El Cerrito Records, con el apoyo del Centro Nacional de Música Popular y CrearTv del Ministerio de Cultura.
Los músicos, además de Rodrigo Sosa y Roberto Fonseca, fueron Ruly Herrera en el drums; Yandy Martínez en el bajo eléctrico y el contrabajo; Lázaro Rivero (El Fino) en el bajo eléctrico; Andrés Coayo, Yaroldy Abrey y Adel González en la percusión; Dayron Ortiz en las guitarras eléctricas; Thommy Lowry, Roberto García y Lázaro Amauri Oviedo en la trompeta; Jorge Sergio Ramírez en el saxo barítono y en el saxo alto; Emir Santacruz en el saxo tenor; Yoandy Argudín en el trombón y en los coros Ilena Peña, Liz Claudia Morales González Quevedo, Carol Reyes y Leidy Marrero Abrantes.
¿Trazarán alguna estrategia para la difusión del álbum?
“Preparamos una gira nacional para presentar el disco. En las próximas semanas publicaremos fechas porque consideramos que es necesario. Yo apuesto por presentar en vivo todas las canciones, en un contexto en el que la tecnología favorece cualquier grabación y en un escenario es diferente, y el público también lo percibe así. En las plataformas digitales estará pero el contacto directo con la gente es vital”.
La portada es hermosa y muchos pueden pensar que se “montó” en Photoshop…
“Grabamos un making of del trabajo para la portada para que quede constancia de que no usamos Photoshop. (Sonríe)
“Soy un fiel creyente de que un disco se compone de la música, que es su esencia, el título y la portada. Así se cierra el círculo de la búsqueda de lo que queremos ofrecerle al público.
“El disco se grabó en dos años y medio, por los compromisos de cada uno. Tuve tiempo de analizar cada tema y pensar bien en los elementos identificativos del álbum. Tuve la libertad de escoger el título y el diseño de la portada. Los que me conocen saben que tengo vínculos muy fuertes con la religión yoruba, y teniendo en cuenta que el álbum es muy espiritual, escogí Olokun, que es la diosa de esta religión que vive en las profundidades del mar. Existe el dilema de si es hombre o mujer, y para mí fue el nombre perfecto para este trabajo discográfico.
“Soy un fiel creyente de que un disco se compone de la música, que es su esencia, el título y la portada. Así se cierra el círculo de la búsqueda de lo que queremos ofrecerle al público”.
“Luego quise que la foto de portada fuera justamente ahí, en las profundidades del mar, y la tomamos gracias a Pipín Ferrera, apneísta recordista mundial y fotógrafo submarino, quien aceptó el reto de que yo bajara a esa dimensión con la quena. Entrené durante un mes para lograr, mediante las técnicas respiratorias, llegar a casi cuatro metros bajo el mar.
“La atelier encargada de mis vestuarios diseñó el atuendo que usé: una mezcla de samurai con un atuendo de maestro yoda, y los zapatos del escenario. Tomé las clases y se hizo la foto.
“Hoy no se piensa con esmero en la portada, la contraportada y el libro interno informativo que lleva un álbum dentro, porque lo que preocupa hoy es subir los temas a las plataformas digitales y, en todo caso, solo se ve la portada. Incluso ahora que se quieren publicar vinilos, donde se puede disfrutar un poco más este arte físico es en la portada. Entonces hay que trabajar. Estoy muy feliz con lo que logramos; es consecuente con la música y me complace saber que los recursos y el tiempo invertido dieron un resultado de calidad.
“Anhelábamos que cada tema transmitiera un mensaje diferente desde distintos formatos instrumentales”.
“Además, estamos en el proceso de filmar un videoclip bajo el mar con el tema ‘Olokun’, para que siga la línea propuesta. El disco en sí es muy cinematográfico, y es parte de la obra de Fonseca, que siempre es muy visual y toca el corazón”.
Ya disfruté de la ventaja de escuchar el álbum, y realmente conmueve, no solo la sonoridad que se logró sino también escuchar poesía…
“Incluir poesía en las voces de sus autores fue una idea muy acertada de Fonseca. Por eso en los temas escuchamos la voz de Luis Carbonell, de Nicolás Guillén. La voz en el tema ‘Alma’, muy especial, es la de mi madre Zonia Rolín, quien escribió ese poema. En el tema ‘Tuareg’ se escucha a Kusilla Catunta, en la recitación de un poema original en lengua quechua, ‘Khuyay khuyay’, cuya autora es Kuyay Ñawi. Fue un detalle extraordinario porque, como sabemos, es la que identifica a los pueblos donde la quena surgió como instrumento.
“Estoy muy feliz con Olokun. La quena se fortalece, la música crece y todos ganamos”.