Manuel del Socorro Rodríguez: el bayamés pionero del periodismo colombiano
Manuel del Socorro Rodríguez es uno de los personajes de las letras que, pese a ser nacido en Cuba, se inscribe dentro de la historia literaria de otro país, la colombiana, lo cual se explica por la circunstancia de haber transcurrido buena parte de su vida en esa nación sudamericana, donde se le considera iniciador del periodismo.
Nació en Bayamo, una de las siete villas fundacionales cubanas, el 3 de abril de 1758 y la orfandad temprana lo obligó a asumir la responsabilidad de ocuparse de su familia porque, a pesar de que su padre había sido carpintero, Manuel aspiraba a llegar más lejos. Se mudó a la ciudad de Santiago de Cuba, y con esfuerzo se capacitó en ciertas habilidades, como la caligrafía y las Humanidades en general. Después formuló una petición al rey de España —Carlos III entonces— quien escuchó su solicitud y ordenó que se le sometiera a diversas pruebas, entre ellas copiar textos en prosa y en verso para conocer sus aptitudes para la caligrafía. El joven las pasó satisfactoriamente y alcanzó un título que respaldaba sus capacidades.
Tal interés por el conocimiento en una persona con marcadas penurias económicas revela que el bayamés Manuel del Socorro se tomaba en serio cuanto emprendía, y que, además, lo acompañaban la inteligencia y el tesón, la primera para escalar paso a paso los niveles del aprendizaje, y la segunda para seguir adelante aún bajo las condiciones más adversas.
Su empeño ante la vida llamó la atención de José de Ezpeleta, brigadier del ejército español en Santiago, quien lo llevó consigo en su viaje para tomar posesión del virreinato de Nueva Granada. Allí lo nombró bibliotecario público de la Real Biblioteca de Santa Fe de Bogotá, cargo que ocupó por el resto de su vida, lo señaló dentro del contexto de la sociedad colombiana, pero en poco mejoró su condición económica, pues siguió viviendo pobremente.
Fundó una sociedad o club para el estudio de las Humanidades, al cual asistían los vecinos de la alta sociedad y que se denominó tertulia eutropélica, no otra cosa que un lugar para el disfrute de la cultura y que devendría germen para la fundación del Papel Periódico, de Santa Fe, el 9 de febrero de 1791, cuya importancia puede medirse por el hecho de que sus páginas sirvieron de tribuna a los escritos de varios de los próceres de la independencia colombiana.
Pero no queda ahí su labor dentro del periodismo colombiano. En 1806, por petición del virrey, creó otra publicación: El Redactor Americano, de periodicidad quincenal, que circuló hasta 1809, y que igualmente prestó servicios a la cultura y a la política, dando cabida a noticias del exterior, al tiempo que habilidosamente conseguía esquivar algunas de las restricciones impuestas por la Corona española en el período que antecedió a la insurrección libertadora.
Rodríguez escribió “un buen número de composiciones poéticas de mediana inspiración”, según valoración del ilustre crítico Max Henríquez Ureña. También fungió de redactor de La Constitución Feliz, órgano de la Junta Suprema de Santa Fe, y una vez en marcha el proceso de la independencia, integró el Colegio Electoral de Cundinamarca, desde el cual prestó su colaboración al gobierno del prócer colombiano Antonio Nariño.
Murió en Bogotá el 3 de junio de 1819 –dos siglos y un lustro atrás- y se hallaba para entonces en tal estado de pobreza que los vecinos de la ciudad hicieron una colecta para costear sus funerales.
El caso de Manuel del Socorro Rodríguez es el de un cubano bastante desconocido en su tierra natal, pero cuya impronta se palpa y reconoce en la nación colombiana, donde se le honra.