La oleada conservadora que enarbola la “ideología de género” llega a América Latina desde Europa y Estados Unidos. Es un fenómeno de carácter transnacional, con particularidades nacionales, organizado por las fuerzas conservadoras a través de marchas masivas y videos virales en las redes sociales, que han sido sus principales armas para hacerse visibles y crear crisis de ingobernabilidad.

El discurso de la “ideología de género”, el cual genera mucha confusión y dudas, y que se expande en los medios de comunicación, con la característica de que este discurso es más fácil de creer, que la alternativa de Igualdad, pues juega con todas las referencias culturales del machismo, afianzadas y normalizadas por las sociedades.

El activismo heteropatriarcal es un complejo mosaico de actores y discursos. Sin embargo, bajo esa heterogeneidad hay ciertos elementos que habilitan una cierta organización y confluencia. La agenda mancomunada que comparten, orientada a la defensa de un orden conyugal, monogámico, heterosexual y reproductivo, así como la identidad política con que se identifican. (Moran, 2017, p. 73) 

La co-coordinadora del Grupo de Trabajo CLACSO Feminismos, resistencias y emancipación, Alba Carioso (2020) en su análisis del contexto en América Latina y el Caribe nos comparte:

(…) se está viviendo un período en el que se ha venido produciendo una nueva imbricación entre lo político y lo religioso, dando lugar a procesos de des-democratización, con fuertes implicaciones antiderechos centrados en discursos antigénero, de restauración de la familia patriarcal tradicional y retoma de la disciplina sexual y social. La fórmula y calificativo “ideología de género”, que actúa como aglutinante simbólico, fue inventada para desvalorizar y crear temor por una posible disolución moral y caos, ocasionado por la legitimación de los derechos humanos de las mujeres, en especial de los derechos sexuales y reproductivos, y la aceptación de la diversidad sexual. Los Estados se cierran, ajustan, recortan políticas sociales y van contra los derechos conquistados; se persigue a migrantes; las derechas son gobierno y avanzan, criminalizando a los sectores populares. (p.3)

Los discursos fundamentalistas se diferencian según el campo de acción de los diferentes actores (el estado neoliberal, la escuela privada, las iglesias fundamentalistas y las empresas) cuyos argumentos expresan sentidos morales, religiosos, legales, políticos y hasta científicos: desde la moral se argumenta en una lógica dicotómica de “lo bueno” vs. “lo malo” o de “buenos” vs. “malos” para justificar determinada postura e ideas dominantes. Lo religioso afianza el poder de Dios y los escritos bíblicos. El uso de referentes normativos para justificar las acciones fundamentalistas, avala sus postulados apegados a la supuesta legalidad del orden de dominación global. La participación de reconocidas autoridades académicas con argumentos patriarcales y la invocación a fuentes científicas para legitimar la verdad de Dios frente a los postulados feministas afianza el fundamentalismo religioso como verdad absoluta. Desde el sentido político, se mantienen inamovible las relaciones de poder autoritarias.

“El activismo heteropatriarcal es un complejo mosaico de actores y discursos”.

Este mapa de actores y de estrategias de movilización, y los argumentos de estos grupos frente a las demandas de los feminismos y de los colectivos LGTBIQ+ es muy similar en toda la región de América Latina y el Caribe. El avance de la derecha conservadora-religiosa registra múltiples manifestaciones homofóbicas, a favor de la “moralidad” y la defensa de los valores de la familia tradicional. También, se observa un aumento de las prácticas políticas de grupos fundamentalistas de diversas orientaciones religiosas con incidencia política-institucional y movilización en favor de la “familia”, la “vida” y en contra de los derechos sexuales y reproductivos y la educación sexual integral.

Se han diversificado mucho las estrategias conservadoras, neoliberales y fundamentalistas para ofrecer apoyos financieros. Antes, los principales voceros y financistas era la jerarquía católica, ahora son líderes evangélicos, y organizaciones de la Sociedad civil, entre ellos están: el Frente Internacional por la familia, Provida, CitizenGo, Grupos juveniles cristianos, el financiamiento empresarial, entre otros. Es un modelo de financiamiento que se complementa a nivel global y que en cada país tiene características propias.

“(…) se observa un aumento de las prácticas políticas de grupos fundamentalistas de diversas orientaciones religiosas con incidencia política-institucional”.

Las organizaciones antifeministas más potentes en alianza con las  transnacionales son: Con mis hijos no te metas, la cual se reconoce como movimiento social, nacido en Perú, en 2016, como oposición a las políticas públicas del gobierno peruano por su implementación del enfoque de género en la educación y en otras áreas de la administración pública, se manifiesta contra la “ideología de género”, entendido como un avance del “marxismo cultural”; y el Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia (Plataforma Iberoamericana creada en México, en 2017) que reúne a políticos y activistas cristianos. El propósito de esta iniciativa es tomar una visión y postura teológica, pero también social y política desde las iglesias cristianas (evangélicas) contra la “ideología de género”.

El Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia busca formular una pastoral evangélica sobre la familia, pero también sobre otros modelos de convivencia que hoy son parte de la realidad. Busca también realizar una reflexión sobre la actuación de los cristianos involucrados en la política y cómo la Iglesia debe incorporarse en la administración pública que requiere de profesionales comprometidos con un alto perfil académico, y sobre todo, con valores éticos.

Estos sectores, que podemos caracterizar de “nueva derecha cristiana latinoamericana” por analogía con la estadounidense, disponen actualmente de un creciente número de altavoces mediáticos: canales de televisión, emisoras de radio y, sobre todo, una presencia muy activa en las redes sociales, a través de las cuales hacen llegar su mensaje a diferentes sectores de la población, desde las capas más acomodadas hasta los sectores más humildes. (Bonet, 2022, p.53)

Las alianzas entre el neo-conservadurismo católico y la nueva derecha evangélica, representadas por el Opus Dei y el Camino Neocatecumenal, financian y promueven en la región la actitud fundamentalista, creando un clima cada vez más conservador e intolerante. La defensa a ciegas de preceptos basados en la ignorancia; la difusión de falsos argumentos y verdades a medias como doctrinas de la Iglesia, han puesto en tela de juicios las conquistas alcanzadas por los movimientos de mujeres, feministas y LGTBIQ+. Bethany Moreton (2022), una de las teóricas más importante en los estudios del neoliberalismo señala: “No hay duda de que el propio Vaticano ha encabezado el ataque en contra de una supuesta ‘ideología de género’ y la rígida ortodoxia del Opus Dei lo ha convertido en el principal combatiente en este frente antiigualitario”. (p.150)

“La defensa a ciegas de preceptos basados en la ignorancia (…) han puesto en tela de juicios las conquistas alcanzadas por los movimientos de mujeres, feministas y LGTBIQ+”.

Estas ideas fundamentalistas se refrendan en estereotipos patriarcales de la cultura machista, su coherencia se justifica en el discurso de odio que naturalizan la misoginia y la homofobia. Ante tal labor proselitista que atenta contra la dignidad humana, urge el enfrentamiento activo y cohesionado de los movimientos sociales anticapitalistas, las instituciones progresistas, y la sociedad civil, que apuestan por la dignidad y los derechos humanos.

Una de las organizaciones políticas que refrenda el fundamentalismo en Europa y América Latina en la actualidad es el partido Vox, quien respalda iniciativas contra derechos de las mujeres, de poblaciones migrantes y de la población LGTBIQ+. No solo en España, sino en países de Latinoamérica, donde cuenta con aliados que alinean sus fuerzas para incidir en los círculos políticos y educativos de la región latinoamericana.

En 2020, la Fundación Disenso —el laboratorio de ideas de Vox— publicó la Carta de Madrid, un documento que buscaba “defender la democracia y el estado de derecho frente al avance del comunismo en Iberoamérica”. De acuerdo con distintos analistas políticos, se trata de un intento del partido de ultraderecha español para incrementar su influencia en Latinoamérica con el discurso de la “batalla cultural”.

Los feminismos excluyentes, se agregan a los viejos y nuevos actores, adoptan una visión moral y conservadora de la sexualidad y el cuerpo y rechazan diversas formas de autonomía y derechos de género desde una posición privilegiada. Se oponen a la prostitución y la maternidad subrogada, sosteniendo que el feminismo solo afecta a las “mujeres biológicas”. Las violencias son jerárquicas mientras omiten otras opresiones, como la de clase y racial. También fomentan la transfobia y han sido identificados en investigaciones realizadas en Colombia y el Reino Unido con vínculos con movimientos conservadores y racistas.

“(…) urge el enfrentamiento activo y cohesionado de los movimientos sociales anticapitalistas, las instituciones progresistas, y la sociedad civil”.

Estudios recientes señalan (Vega, 2019; Dussel, 2019), que la teoría de la prosperidad es atractiva para sectores pobres y de las clases media baja que buscan una movilidad social a través de una doctrina disciplinada que eleve su autoestima y les ayude a progresar en la vida. Ritualidad, participación en el culto; comportamiento puritano, validación de binarismo sexual, complejo de elegido, cultivo de la acogida y cercanía personal y afectiva en tiempos de sufrimiento, campañas de sanación y bautismo, y celebración de macroconciertos conviven con donaciones para construir megatemplos y otras infraestructuras, encuentros en hoteles de lujo. La combinación entre pensamiento estático y elementos modernos y tecnológicos es parte del carácter seductor de estas iglesias altamente desconcentradas.

El antifeminismo ultraliberal, descrito en el artículo “Antifeminismo: Una forma de violencia digital en América Latina” escrito por Jordi Bonet (2022), es otro de los actores visibles de la marea azul en la región, los cuales:

(…) propugnan la victimización imaginaria que afectaría a los hombres que estarían en una posición de sumisión, lo que genera una suerte de inversión simbólica. A diferencia del antifeminismo religioso, este nuevo antifeminismo se desarrolla sobre todo en sociedades más secularizadas y está representado en Argentina por comunicadores y políticos paleolibertarios como Javier Milei e intelectuales-influencers como Agustín Laje, y en el caso de Chile, por José Antonio Kast, quien combina elementos de antifeminismo secular y religioso. Un caso más extremo de esta alianza entre ambos antifeminismos es el de Jair Bolsonaro en Brasil. (p. 35)

La estrategia cultural y discursiva para atraer jóvenes es democratizar el mensaje, transformarlo en una “ideología del bien común”, preocupada por la situación de los más pobres, alentando las actividades de beneficencia y filantropía de sus miembros, pero sin transformar las estructuras de opresión económicas y sociales.

La encarnación del mal, lo diabólico es hoy el enemigo creado por lo que el psicoanalista y escritor Jorge Alemán llama la “derecha ultraderechizada”. El término “casta” extraído por la ultraderecha es lo que hace posible una visualización directa de los enemigos malignos a suprimir. La derecha siempre recurre a formas de dominación cultural, y en los tiempos del siglo XXI la retórica estridente, burda y falsa crea plataformas de creyentes que sugieren una inquisición moderna.

“La estrategia cultural y discursiva para atraer jóvenes es democratizar el mensaje”.

El integracionismo religioso es otra de las estrategias de expansión de los grupos antifeministas y conservadores, que ya se venía avizorando desde los años 70, sobre todo desde Estados Unidos, y se expandió a la región de América Latina y el Caribe.

En el mapeo de los actores se encuentra el backlash: los movimientos de varones enojados y el posmachismo. El término “varones enojados”, se ha utilizado para describir a hombres que experimentan ira o frustración en relación con cuestiones de género y que se oponen a ciertos aspectos del feminismo. Estos hombres pueden sentir que los cambios sociales y culturales impulsados por el feminismo han llevado a una pérdida de poder o privilegios tradicionales que se les atribuían. El enojo de estos hombres a veces se manifiesta en forma de un backlash o reacción contra el feminismo y los avances hacia la igualdad de género.

En el contexto actual de reconfiguración y beligerancia de los sujetos conservadores, los actores Provida forman parte del mapeo de los fundamentalismos religiosos, cuando reduce el proyecto de vida de las personas y las familias a simple reproducción biológica de la especie humana, obviando la capacidad crítica y la autodeterminación de las mujeres.

Es importante reconocer y denunciar la similitud de estas tendencias feministas con las perspectivas obsoletas del conservadurismo religioso y de las derechas, así como con movimientos racistas, colonialistas y extractivistas. Se debe salvaguardar la universalidad de los derechos humanos y reenfocarnos en el propósito de los feminismos y en la lucha contra un sistema binario, excluyente, racista, patriarcal, neoliberal y xenófobo.

Referencias bibliográficas: