La Casa de Cultura del barrio Jesús María
Un encuentro en el que la danza tuvo protagonismo escénico se celebró en la Casa de Cultura “Julián del Casal” del municipio capitalino Habana Vieja, los días 22 y 24 de marzo.
En el evento, demostrativo del trabajo realizado a lo largo de un año por los instructores de arte de esa institución, participaron una decena de agrupaciones e igual número de solistas, quienes demostraron sus habilidades danzarias en un amplio recorrido por las distintas modalidades de esta manifestación artística, que inició con bailes cubanos tradicionales, pasó por la rumba y el flamenco e incluyó además danzas folclóricas y contemporáneas.
Si bien el desempeño artístico de niños, adolescentes y jóvenes concitó prolongados aplausos por parte de los asistentes al encuentro, las mayores ovaciones, sin embargo, fueron tributadas a los integrantes del proyecto sociocultural Necesitamos tu sonrisa, quienes tuvieron a cargo el cierre del colorido y hermoso espectáculo.
Fundado hace nueve años, Necesitamos tu sonrisa es un sueño devenido realidad para casi un centenar de padres y principalmente para su gestora Raquel Hernández. Su labor, inspirada en el amor infinito a las personas con síndrome de Down, especialmente niños y jóvenes, le ha permitido “encauzar y desarrollar las aptitudes para el arte que poseen estas personas, y solo es necesario dedicarles tiempo para descubrirlas”, dijo esta incansable promotora de formación empírica.
Añadió que “el proyecto cuenta en la actualidad con cincuenta integrantes entre niños y jóvenes, los cuales reciben tres veces por semana talleres de música, danza y teatro”.
Aseguró que uno de los mayores logros de Necesitamos tu sonrisa es “su extensión a otras provincias del país como Ciego de Ávila, Sancti Spíritus, Cienfuegos, Pinar del Río, Artemisa y Mayabeque, lo que le confiere en la práctica carácter nacional”.
“… el proyecto no ha centrado su labor únicamente en la formación de habilidades artísticas. Ha logrado descubrir y desarrollar la inteligencia que poseen estos niños y jóvenes que padecen de síndrome de Down”.
Con su quehacer cotidiano y la entrega sin límites de sus profesores, los integrantes de este proyecto patentizan “que en la vida no existen imposibles”, así dijo Olga Rivero, madre de Alexmaris Pérez Rivero, una joven de veinte años de edad, quien aseguró que le “encanta venir a la Casa de Cultura. Aquí aprendo a cantar y a bailar y eso me hace sentir muy, muy feliz”.
Desde hace ocho años Alexmaris forma parte del proyecto. “El trabajo que se ha realizado con estos niños y jóvenes es realmente maravilloso. Su manera de comportarse, su conducta dentro y fuera de sus hogares, ha cambiado para bien extraordinariamente. Es decir, que el proyecto no ha centrado su labor únicamente en la formación de habilidades artísticas. Ha logrado descubrir y desarrollar la inteligencia que poseen estos niños y jóvenes que padecen de síndrome de Down”, agregó Olga Rivero.
Acreedores del Premio de Cultura Comunitaria, entre otros reconocimientos, Necesitamos tu sonrisa efectúa cada dos años un festival en el cual convergen la danza, la música y el teatro. El último, celebrado recientemente en La Habana, “demostró una vez más cuanto puede lograrse cuando hay entrega y sobre todo mucho amor por lo que se hace”.
“La Casa de Cultura ‘Julián del Casal’ emprende sistemáticamente talleres de creación y apreciación artística de todas las manifestaciones del arte, incluyendo literatura, impartidos por sus instructores”.
Esa misma dedicación y empeño imprimen a su quehacer diario dos instructores de música del conjunto de siete que conforman el colectivo de la Casa de Cultura “Julián del Casal”, radicada en el legendario barrio de Jesús María. Ellos son los de más experiencia y se nombran Belkis Lidia Guará y Alberto Hechevarría Ruiz.
Mientras Belkis Lidia se ha dedicado a descubrir y formar a generaciones de solistas desde 1994, Alberto Hechevarría se desempeña como instructor de arte hace treinta y seis años y al propio tiempo es jefe de cátedra de esa manifestación artística. Ambos atesoran como mejor y mayor premio el orgullo de formar ahora a los hijos de aquellos que años atrás fueron sus alumnos.
“Además de formar solistas —explicó Belkis Lidia—, he trabajado igualmente en la formación de coros. En estos momentos dirijo un coro infantil que está integrado por veinticinco niños. Se trata de un coro municipal que es invitado frecuentemente a diversos eventos, en los que ha sido merecedor de varios premios”.
“Me gusta y disfruto enormemente la labor que realizo. Para mí representa un placer inmenso enseñar a los niños y jóvenes el arte que les permite la interpretación de los distintos géneros de la música cubana, esa que nos identifica como nación en el mundo entero”, confesó.
Por su parte, Alberto Hechavarría destacó entre sus innumerables logros, resultado de su intensa labor como instructor de arte, “la creación del proyecto Cuerdas y Voces, ganador de un premio Cubadisco en la categoría de mejor proyecto cultural”.
De igual manera, su trabajo es notorio en la realización de talleres “para niños, jóvenes y adultos encaminados al aprendizaje de la guitarra como instrumento identitario de nuestras tradiciones”.
¿Y qué sensación experimentan ustedes cuando de paso por las calles, hombres y mujeres, algunos de ellos hoy músicos profesionales, los saludan afectuosamente y les llaman profe?, les pregunto.
Las respuestas fueron muy similares: “una emoción indescriptible, y nos percatamos entonces de que ellos son una parte importante de nuestras vidas, de nuestro trabajo, de lo que fuimos capaces de sembrar, de crear”.
Junto a una gran variedad de actividades culturales dirigidas a todos los grupos etarios de su comunidad y de la capital en general, así como la creación de diez proyectos socioculturales, la Casa de Cultura “Julián del Casal” emprende sistemáticamente talleres de creación y apreciación artística de todas las manifestaciones del arte, incluyendo literatura, impartidos por sus instructores. Anima con ello la formación de nuevos talentos dentro del movimiento de artistas aficionados, quienes nutrirán, en su mayoría, las aulas de las escuelas de arte, de las cuales saldrán, a la vuelta de unos años, los futuros artistas encargados de representar a la cultura cubana en los más disímiles escenarios.