Helio Orovio era ya un destacado musicólogo, poeta, animador cultural, periodista y tenía muchos amigos (siempre los tuvo por su personalidad abierta a la colaboración y la enseñanza), pero le faltaba esa difícilmente explicable condición que es la “popularidad”, la de ser reconocido en la calle, ser saludado por quienes no conoces y atender a todos con una sonrisa.
Esa “condición” le llegó cuando ganó el que fuera por varios años el programa de participación popular de mayor teleaudiencia, el que cada semana fijaba a buena parte de la población frente al televisor y en el que un erudito en cualquiera de las manifestaciones de la cultura debía responder en vivo preguntas de creciente dificultad, hasta llegar a la última, la definitoria, la que le daba como premio un boleto y estancia de 15 días gratis en la Unión Soviética, distante 9 550 kilómetros de Cuba, de ahí el nombre del programa.
De su labor musicológica y musicográfica perdura una huella significativa. Sus obras en tal sentido son de obligada referencia.
Nuestro amigo Helio fue uno de los primeros y portentosos ganadores del viaje y, además, sin pretenderlo ni imaginarlo previamente, “se hizo popular”. Como alguien me dijo un día: “Te ven en la televisión cinco minutos y ya todo el mundo te conoce”. ¡Es de veras tremenda la fuerza de los medios!
Tuve el placer de conocer a Helio Orovio, en especial al musicólogo tremendo que fue, y ser su amigo. Se trató de una persona excelente, comunicador natural y sapiente profesor de quien mucho se aprendía escuchándolo.
De su labor musicológica y musicográfica perdura una huella significativa. Sus obras en tal sentido son de obligada referencia. Y aunque en primer lugar nos viene a la memoria su muy útil Diccionario de la Música Cubana (ediciones de 1984 y de 1992, ampliada), la bibliografía de Orovio sobre el tema es abundante, variada y digamos que, sobre todo, útil.
De sus libros del citado perfil, tenga el lector estos títulos: Música por el Caribe, 1990; 300 boleros de oro, 1991; El bolero latino, 1995; Fiesta Habana, 2000; Ritmo cubano, 2001; Músicos de Cuba, 2002… También, las monografías La Rumba, y El carnaval habanero, entre otras.
Cualquiera de los mencionados volúmenes es una joyita enciclopédica y contiene una información que es resultado de los muchos desvelos de su autor y del conocimiento de los temas por haberlos vivido, porque Orovio también podía hablar con entera propiedad de ese músico que llevaba dentro y nunca lo abandonó.
Nacido en Santiago de las Vegas, provincia de La Habana, el 4 de febrero de 1938, y en posesión de un título universitario (en la carrera diplomática), hubo dos pasiones mayores en su vida: ese pequeño terruño natal, al cual mucho cuidó de honrar, y la música.
Orovio hizo estudios de guitarra y percusión con Vicente González Rubiera y Walfredo de los Reyes, respectivamente; integró el conjunto Jóvenes del Cayo, con el cual viajó a Estados Unidos en 1959, y las orquestas Habana Jazz y Casablanca.
Sin embargo, nuestro amigo Helio además escribió poesía y se inserta con pleno derecho en esa legión de autores que al triunfo de la Revolución rondaba los 20 años y hervía en deseos de darse a conocer.
También, periodista y escritor de artículos en publicaciones nacionales y extranjeras; etnólogo y folklorista.
Porque para algunos puede ser novedoso, relaciono a continuación estos otros libros de su autoría: Este amor, 1964; Contra la luna, 1970; El huracán y la palma, 1980; Antología de la poesía brasileña, 1990; La cuerda entre los dedos, 1991; Las dos mitades de Calvino, 2000. También, Órbita de José Z. Tallet y Poesía y carácter de María Villar Buceta.
Léase este fragmento de Helio:
Una conversación en la penumbra,
o bajo el sol de la playa caribeña,
sobre la arena de oro,
Adán y Eva del trópico.
Ay, qué nostalgia, el corazón
se pone melancólico,
no hay remedio, solo tu cuerpo
salva, el sonido de tu palabra
como un caracol mágico.
También, periodista y escritor de artículos en publicaciones nacionales (El Mundo, Cuba Internacional, Unión, Revista de la Biblioteca Nacional, Bohemia, La Gaceta de Cuba, El Caimán Barbudo, Juventud Rebelde, entre muchísimas más) y extranjeras; etnólogo y folklorista.
Amén de conferenciante, guionista, promotor de la cultura, asesor musical de programas televisivos, de documentales del Icaic y portador en sí mismo de una exquisita cultura, Helio fue un hombre de pueblo por su carácter y capacidad de comunicarse, modestia sincera, caballerosidad y bonhomía.
El prestigio que Helio Orovio alcanzó como musicólogo se extendió por todo el Caribe hispanohablante. Su nombre es parte de la historia musical del país. Murió en La Habana el 6 de octubre de 2008, a los 70 años y aunque la frase puede resultar manida, es ciento por ciento real: su partida fue una pérdida sentida para la cultura cubana. ¡Un abrazo, amigo Helio, dondequiera que estés… seguro siempre acompañado de un tecito con ron!