Una hermosa canción del trovador Silvio Rodríguez asegura que solo el amor engendra la maravilla. Y fue por ese sentimiento que Erduyn Maza y Arneldy Cejas, dos jóvenes dramaturgos y actores, transformaron una instalación ruinosa en la flamante sede del Teatro La Proa. Con ellos hablamos sobre sus trayectorias artísticas.

Erduyn Maza, ¿por qué te decidiste por las artes escénicas?

“Fue a partir de una convocatoria para un taller de actuación que vi en la Uneac un día, tenía unos dieciséis años, era prácticamente un adolescente.

De niño tuve siempre las mismas inquietudes que los demás. Soñaba con ser maestro, médico o bombero. Pero aquel día comencé a pensar seriamente en ser actor. El taller sería impartido por el destacado profesor Juan Arce, recientemente fallecido. Él fue mi primer maestro de actuación.

Después me quedé enamorado de la profesión y del teatro en general, hasta que me convertí en actor profesional. Yo era una persona introvertida en extremo y el teatro ha sido una herramienta psicológica muy buena para mí, pues ha hecho posible que aprenda a comunicarme con mis compañeros, con el público”.

En su vida, Erduyn Maza tiene dos grandes pasiones. La primera es actuar y la segunda, escribir.

Erduyn Maza, que además de actor es diseñador y creador de títeres, se graduó de Dramaturgia en el Instituto Superior de Arte (ISA), aunque con anterioridad había cursado estudios como técnico medio en Contabilidad y nivel medio de Actuación.

Subraya que en su vida tiene dos grandes pasiones. La primera es actuar y la segunda, escribir. No exactamente por ese orden, porque una no es más relevante que la otra; las dos ocupan el mismo lugar preferencial. Hay ocasiones en que el dramaturgo es más fuerte que el actor y viceversa.

Eres fundador de Teatro La Proa ¿Cómo llegas a esta agrupación, merecedora de ser una de las más importantes hacedoras de teatro de títeres en nuestro país?

“Fundamos Teatro La Proa en 2003, precisamente este año estamos conmemorando nuestro vigésimo aniversario. Parte de nuestro jolgorio son también las presentaciones efectuadas durante estos días en el Festival Internacional de Teatro de La Habana.

Fundamos Teatro La Proa en 2003, precisamente este año conmemoramos nuestro vigésimo aniversario.

“Teatro La Proa surgió por azares del destino. En esos años trabajábamos con unos amigos que habían creado un proyecto atractivo. Ellos tenían otros planes, me propusieron que entrara al grupo y así podría quedarme con aquel proyecto suyo.

“El proceso no resultó tan fácil como habíamos pensado inicialmente, porque fue preciso reelaborar la idea hasta que al fin fue aprobado formalmente el nuevo proyecto por las instancias correspondientes.

“Una vez oficializado, realizamos la función inaugural el primero de junio de 2003. Fue una presentación por el Día Internacional de la Infancia en el Jalisco Park. Tomamos entonces ese día como la fecha fundacional del Teatro La Proa.

“Aquella presentación inicial la protagonizamos la actriz Kenia Rodríguez y yo, que éramos en aquel momento los únicos integrantes.

“Poco a poco fuimos creciendo en repertorio y miembros del grupo. Arneldy, por ejemplo, entró en 2005. Uno o dos años más tarde se incorporó Blanca Felipe Rivero, como asesora. Y nos mantuvimos así largo tiempo.

Asumí el teatro para niños con el mismo rigor, de preparación y ensayos que cualquier artista de las artes escénicas, asegura Erduyn Maza.

“Llegó el día en que quisimos presentar nuestro primer gran espectáculo, titulado Romance en charco seco. Para hacerlo realidad, necesitábamos un mayor número de actores. Y a partir de ese momento comenzamos a crecer en integrantes hasta llegar a la actualidad que felizmente sumamos veintisiete”.

¿Por qué dedicar todo el accionar escénico de La Proa al teatro para niños?

“No escogí hacer teatro para niños porque, como he escuchado en algunas ocasiones, los niños son el público más sincero que existe. A decir verdad, los niños son sinceros en cuanto a expresar sus emociones. No tienen, sin embargo, ningún tipo de información ni de formación estética. Pueden entonces experimentar las mismas emociones y sentirse felices con un buen o mal teatro, o con un payaso que no tiene ninguna formación y es el principal protagonista en una fiesta infantil. Sencillamente los pone a brincar o a hacer payasadas divertidas. Pero no aprenden nada; no pocos consideran que la diversión es también un aprendizaje.

“Considero que el teatro tiene que ir más allá y es una de las razones por las que me decidí a hacer teatro para niños, aun cuando representa un compromiso y requiere de una sólida formación. Asumí el teatro para niños con el mismo rigor, con el mismo nivel de investigación, de preparación y ensayos que cualquier artista de las artes escénicas, lo mismo que haría un artista de ballet o un músico que debe saber todo lo relacionado con el instrumento que practica.

Para nosotros un títere es igual a ese instrumento del músico o los pasos que debe ejecutar un bailarín. Imagen: Sonia Almaguer

“Para nosotros un títere es igual a ese instrumento del músico o los pasos que debe ejecutar un bailarín. Es decir, lleva mucho aprendizaje y un alto rigor artístico y técnico. Y escogimos este tipo de teatro por su alto nivel de compromiso, por el alto nivel estético que tiene que haber a la hora de presentar una obra.

Sabemos que el teatro para niños es un reto. Para nosotros el niño no es un proyecto futuro, es un ser con necesidades específicas para cada etapa de su vida.

“Otro aspecto a tener en cuenta es que en no pocas oportunidades se subestima la inteligencia del niño. Hacemos un teatro para niños alejado completamente de ñoñerías y de maniqueísmo, pudiéramos decir. Para nosotros el niño no es un proyecto futuro, es un ser con necesidades específicas para cada etapa de su vida. Un niño no es un instrumento que estamos educando para el futuro y tenemos el deber de enseñarlo, mas no para después sino para la etapa que está viviendo en ese momento.

“Sabemos que el teatro para niños es un reto. Por ejemplo, el lenguaje a utilizar en las obras para adultos no podrá ser nunca el mismo que para aquellas dirigidas a los niños. Ese es un conocimiento importante que hay que tener siempre presente”.

¿Satisfecho? ¿realizado profesionalmente?

“Sí, tanto en la actuación como en la dramaturgia. Es en La Proa donde siento que he crecido realmente sobre el escenario; antes había pertenecido al grupo Caleidoscopio, donde conocí el mundo de los títeres.

“En La Proa he alcanzado mi formación completa. Todos sus integrantes, los que ya no están y los actuales, han sido parte de mi formación, han sido mi escuela. En este sitio hemos festejado los logros y, también, nos hemos caído y nos hemos vuelto a levantar”.

Hacemos un teatro para niños alejado completamente de ñoñerías y de maniqueísmo.

Dedicado a los 85 años del natalicio del prestigioso actor de teatro, cine y televisión Sergio Corrieri y a su valioso legado, se desarrolla por estos días en La Habana el Festival Internacional de Teatro. ¿Cuánto te aporta este evento que deviene espacio ideal para aquellos que, como Erduyn Maza, apuestan por el arte vivo sobre las tablas?

“El festival nos aporta intercambios necesarios, experiencias y sobre todo conocimientos. A mi juicio es una vitrina a través de la cual puede percibirse lo que se hace en las artes escénicas en Cuba y otras regiones del mundo, a partir de la participación de varias agrupaciones procedentes del extranjero.

En general, nos permite conocer el prestigio que ya posee el teatro cubano, una plaza que tenemos la obligación de defender siempre y, al propio tiempo, corrobora cuanto ama al teatro el público habanero de todas las edades”.

Casi al concluir esta entrevista preguntamos a este talentoso y creativo dramaturgo, director general de Teatro La Proa, acerca de sus planes para el futuro. Sin embargo, muy someramente se limitó a mencionar un trascendental proyecto que llevarán a cabo de conjunto con agrupaciones de México y Corea. “Lo demás, los detalles específicos me los guardo, los reservo para que ese gran proyecto que nos ilusiona a todos, se convierta en realidad”, dijo.

Más allá de sus innumerables conquistas, salimos convencidos de que este colectivo de actores, aferrado a su amor por el teatro y su incalculable ingenio, será capaz de ofrecer hasta un grandioso espectáculo artístico en un lejano escenario del mismísimo planeta Marte.

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