Premio literario Patria Chica: “Muchos hombros arrimados sostienen el sueño”
Tal vez primero la conocí a ella, a Mailín Castro. Tal vez ocurrió en Contramaestre, quizá fuera marzo del 2020, la Feria del Libro. Después, creo, lo conocí a él, a Osmel Valdés. Ya aquí estoy seguro, ocurrió en septiembre de 2022 en el Encuentro Iberoamericano de Jóvenes Escritores, en Santa Clara. Osmel y Mailín son poetas. Viven en el poblado de Baire, municipio Contramaestre, provincia Santiago de Cuba. Comparten vida, familia, amor, trabajo y… literatura.
En Santa Clara solíamos —en esa suerte de tiempo libre que conceden los almuerzos— hablar de historia. De nuestras guerras de independencia. Sucede que Mailín y Osmel, devotos de la historia patria, viven a un lado del sitio en el que Máximo Gómez guiara por vez primera cargar al machete.
Precisamente en Santa Clara supe del Premio Literario Patria Chica, del que ambos resultan fundadores y organizadores. De inmediato me puse a la orden. No pregunté detalles —quién auspicia, qué institución aporta presupuesto en función de invitar a autores premiados a Baire, asumir costos, pago de premios, labor de Jurados, el convite a autores relevantes.
Mailín y Osmel, humildes como son, de tales asuntos no hablaron. Ahora que acabo de fungir como Jurado en la IV Edición del Premio Literario Patria Chica, evento que recibe textos de escritores residentes en Cuba sin libro publicado, lo he sabido todo. O casi todo.
El pasado 4 de noviembre fue entregado el Premio. Al no lograr transporte no me fue posible asistir. Saber ahora todo —o casi todo— acerca de ese Premio me ha emocionado. Saber cómo se ha hecho realidad —¡por cuatro años consecutivos!—, cómo ha cobrado prestigio nacional un Premio Literario en una pequeña localidad del oriente cubano; saber que ese premio recibe hoy día obras desde todas las provincias del país; conocer las condiciones en las que se ha logrado eso… emociona. Emociona mucho.
Y es que parece una quimera. Una utopía. Una heroicidad, atendiendo a los tiempos que corren. Patria Chica es un premio literario único en Cuba. Hoy —¡más que nunca!— se necesita de quimeras reales, de utopías que dejen de serlo, de sueños que tomen cuerpo y alas y alcen vuelo, de seres que se tomen de las tripas y con ellas hagan corazón, pensando que la Cultura de la patria grande no sería posible si no se hace cultura desde cada patria chica, pensando en ese honrar que al decir del legado martiano honra, propuse a Osmel Valdés, una entrevista. Aceptó. Aquí está.
Osmel, Patria Chica es un Premio Literario. Resulta también un Proyecto de Desarrollo Local. Concretamente, ¿qué es Patria Chica? ¿Cuándo y cómo surge? ¿Qué ámbitos abarca?
Patria Chica es un sueño que ha caminado y camina poco a poco. Surgió como idea en mayo de 2020, en plena crisis de la COVID. José Manuel Álvarez, español de nacionalidad, pero cubano de corazón, apareció en mi casa para despedirse, iba de regreso a su país. Reunidos allí, junto al periodista Juan Carlos Roque y mi esposa Mailín, ofreció regalarnos 600 CUP con el deseo de apoyar el movimiento de lectores en la localidad. Con ese exiguo recurso nació la idea de un concurso Literario local, un evento que estimulara la creación literaria.
Nunca —lo confieso— imaginamos que se convirtiera en lo que es hoy, un catalizador para sueños semejantes, que llegara a conocerse en el país esta patria pequeña nuestra. Y ahí vamos, soñando, paso a paso, con muchos hombros arrimados para sostener el sueño.
Patria Chica como concurso convoca tres categorías: Cuento, Poesía y Literatura para niños. Caminando a trancos se nos ocurrió no quedarnos solo en la idea del concurso. Precisamente ahí comienza a gestarse el Proyecto de Desarrollo Local. El objetivo era, y es, ambicioso. Abarca cinco aspectos principales: estimular el movimiento literario local y el fomento de la lectura; retomar la historia local como puente con la literatura, que el binomio se alce como pilar de la identidad; destacar el protagonismo, silencioso pero rotundo, de la mujer en el campo artístico-literario; trabajar en función del rescate de las tradiciones locales y, por último, imbricar los cuatro aspectos anteriores con el cuidado y la preservación del medio ambiente.
Nunca —lo confieso— imaginamos que se convirtiera en lo que es hoy, un catalizador para sueños semejantes, que llegara a conocerse en el país esta patria pequeña nuestra. Y ahí vamos, soñando, paso a paso, con muchos hombros arrimados para sostener el sueño.
En cada provincia los Centros Provinciales del Libro y la Literatura, la Uneac, la AHS, las editoriales, las Casas de Cultura, patrocinan premios literarios y jornadas culturales, actividades apoyadas por los Gobiernos locales. Ello comprende un presupuesto institucional. El premio literario Patria Chica se convoca con periodicidad anual. Otorga a los premiados montos en metálico, estatuilla y diploma acreditativo, convoca a autores de prestigio a actuar como jurados, invita a autores reconocidos a la premiación —así como a los autores premiados— cubre transporte, alimentación, alojamiento… todos los costos. ¿Cómo se ha financiado hasta hoy y por cuatro años consecutivos el Premio Literario Patria Chica?
Al comienzo pensamos que lo hiciera como la generalidad de los premios literarios. El concurso lo convocamos a través de la Casa de Cultura. No tuvimos, sin embargo, ni entonces, ni ahora, la suerte de que el premio fuera incluido en el presupuesto. Decidimos no darnos por vencidos. Tocamos muchas puertas. En eso de no permitir que la adversidad nos sepulte Juan Carlos Roque ha sido el impulso. Hasta hoy hacemos gestiones al 200 por ciento para no quedar por debajo del límite de la mera funcionalidad. A muchos les gustó la idea, mas debo de ser honesto, a la hora de asumir compromisos las circunstancias variaron.
En aquel entonces nos reunimos con amigos, cooperativas, trabajadores por cuenta propia, artesanos, artistas plásticos, campesinos, fotógrafos, diseñadores, nos comunicamos con otros proyectos de desarrollo local. Explicamos a todos lo que nos animaba. La fórmula era: ¡aporten con lo que puedan! Y… así se hizo realidad el premio. Así, hasta hoy. Así por estos cuatro años.
Todo entrevistador debe realizar trabajo de campo. Investigar. Voy a preguntar por una figura que vaticino clave para el proyecto local y el premio literario Patria Chica. Una suerte de alma grande ¿Quién fue Felipe Neris Martínez, a quien en Baire llamaban Chupa? ¿Qué papel jugó en la génesis de Patria Chica? ¿Qué papel juega hoy aun hoy su muy enaltecedor ejemplo?
Felipe fue un hombre inmenso, desde el punto de vista físico y espiritual. Lamentablemente partió hacia la eternidad. Felipe era en el 2020 el presidente de la UBPC 24 de Febrero. Un puntal para cualquier tipo de apoyo económico a las actividades culturales en la localidad, a todo lo que considerara relevante para la salud espiritual de la nación.
El Patria Chica no hubiese tenido nacimiento saludable sin el aporte de Felipe y de su cooperativa. Sin pensarlo dos veces nos apoyó. Al instante. Y lo hizo cuando nosotros casi flaqueábamos. Felipe aportó casi todo lo que necesitábamos ese primer año. Aquí está todo, dijo, adelante. Al año siguiente ya no estaría entre nosotros. La muerte, caprichosa y artera como es, nos arrebató al amigo, al hermano. Por eso decidimos que el evento Patria Chica en su 2da edición se dedicara a él. Su ejemplo lo siguen hoy todos los que apoyan el Premio.
Cada año organizas Patria Chica junto a tu esposa, la joven poeta Mailín Castro, y junto al periodista, realizador audiovisual y promotor cultural Juan Carlos Roque. Mas… hay otros. Son todos a una, como en Fuenteovejuna, solo que no se trata de matar a comendador alguno: se trata de hacer cultura. ¿Quiénes son, qué hacen y cómo laboran en función del premio literario todas esas personas? ¿Cuál es el objeto social o empresarial de entidades comerciales y productivas de la zona como el CEPADEL, la UBPC 24 de febrero y Tropical Contramaestre S.A.? ¿Cómo se vinculan a Patria Chica para hacer realidad el Proyecto? ¿Sabes de algún otro sitio del país en el que nuevos actores económicos, entidades productivas y/o comerciales, auspicien un premio literario?
No conozco sitio alguno en el país en el que eso ocurra. No conozco de algún otro Premio Literario con las características del Patria Chica. El trabajo que hemos estado desarrollando Mailín, Roque y yo ha sido en gran medida un trabajo de seducción.
Hemos hurgado en las necesidades socio-espirituales de nuestra comunidad, y lo hemos hecho pensando no solo en los aquellos que aportan sino en aquellos a los que se beneficia; sobre todo, en ellos. Desde luego, no hay beneficiados sin aquellos que están dispuestos a beneficiar, sin personas que están en nuestra lista de amigos y sabemos dispuestos no solo a brindar apoyo moral sino también económico.
No todos han estado siempre, pero todos han estado oportunamente. Nunca aspiramos a un sponsor universal que asumiera todos los gastos.
A ellos acudimos inicialmente, cuando el Patria Chica era solo un latido. No todos, urge reconocerlo, respondieron igual. En nuestras mentes y nuestras manos habían muerto ya otros proyectos, igual de pretenciosos que el Patria Chica, precisamente porque no encontramos los ecos.
Ahí están Yendrik Mora, Yanier Valdés, Alexis Arévalo, Daniel Reyna, son muchos los nombres, a todos se les iluminó el corazón, el alma, las manos y el pecho cuando presentamos la idea, cada uno desde sus posibilidades, o más bien desde sus limitaciones, arrimó su aporte. No todos han estado siempre, pero todos han estado oportunamente. Nunca aspiramos a un sponsor universal que asumiera todos los gastos.
Entre los imprescindibles destaca Yendrik Mora, sociólogo, veterinario, campesino, investigador y gestor incansable, además de amigo entrañable. CEPADEL, que es un Proyecto de Desarrollo Local, especializado en diseños de empresas y proyectos agroeconómicos. La lista es interminable, hay varias cooperativas de producción agrícola, industrias locales, está Tropical Contramaestre S.A. Y artesanos. Y diseñadores. Muchos emprendedores locales. Destacable, por ejemplo, resulta el trabajo en el diseño de nuestro diploma, labor realizada por Yanier Bello, Alexis Arévalo y Yordano Garlobo. Agradecemos siempre al amigo escritor y diseñador Junior Fernández, por la originalidad del logo que nos regaló. Daniel Reyna, periodista y actor radial, es un colaborador incansable, encomiable su trabajo en función de agasajar a los niños en los talleres literarios. No terminaríamos de nombrar, realmente. Son muchos los que ponen su hombro. Patria Chica existe por ellos.
He sabido que Patria Chica ha contribuido, en labor seminal y germinativa, al surgimiento de otros movimientos literarios locales. Ahí está el Grupo Literario Verbum y el Movimiento de Bibliotecarios por la Promoción de la Lectura Leyendo Now. ¿Cómo ocurrió esto? ¿Qué objetivos persiguen ambos movimientos? ¿Cómo se articula Patria Chica con ellos?
Todos los que vivimos por y para la cultura tenemos sueños. Cada uno de esos proyectos habitaba antes en sus gestores. El Patria Chica ha servido como catalizador, a día de hoy todos estos movimientos están interrelacionados.
El Grupo Verbum está constituido por miembros de nuestros talleres literarios y responde a la necesidad que tienen los jóvenes de compartir su obra, de verla crecer.
Con las bibliotecarias de las instituciones educativas de la localidad tenemos la doble conexión del trabajo de divulgación en las escuelas del municipio y la labor en el círculo de lecturas. Nos sentimos muy unidos porque nuestros objetivos son comunes. No nos limitamos a la Literatura. En el caso de Leyendo Now, ahí está el corazón de Ivett Sánchez, líder de las bibliotecarias de la localidad, una mujer que no ha querido renunciar a su noble vocación.
¿Cuál es la participación en la organización del premio literario Patria Chica de la Casa de Cultura Zoila Rosa García Arias y de la Dirección Municipal de Cultura en Contramaestre o de la Uneac en Santiago de Cuba?
Aportan el nombre, lo institucional, equipos de audio, el espacio. En la Casa de Cultura el apoyo llega desde los instructores; a ello se suma que la actual metodóloga de creación es mi esposa Mailín. A todas luces, y en honor a la verdad, lo digo con toda humildad, la actividad más relevante que se realiza en la cultura del municipio resulta ser el Patria Chica, que ya tuvo este año connotación nacional. Como dijera Silvio Rodríguez: el sueño se hace a mano y sin permiso, con todo el que desee sumar manos y esfuerzos; aquí no deseamos protagonismo. El único objetivo es servir, como dijera el Apóstol, en silencio y desde abajo, protagonismo el de las manos que se sumen, manos con un mismo objetivo: la cultura de la nación.
En entrevista reciente a TV Santiago declaraste que el Premio Literario Patria Chica resulta “la parte visible y hasta ahora realizable, de un proyecto de desarrollo local que pretende influir en cinco esferas cotidianas”, a partir de lo que identificaste como “problemas y necesidades crecientes” de la localidad. Baire, para todos los cubanos, es portadora de una muy rica historia patria. Es sitio sagrado. Cerca cayó en combate José Martí. Aún más cerca se halla Remanganagua, el sitio de su primer enterramiento. A un costado de la casa donde tú y Mailín viven tienen el sitio en el que tuvo lugar la primera carga al machete. Se debate hoy acerca de la importancia del conocimiento y amor por la historia de la nación —vital en el momento actual—, de las deficiencias en cuanto a su enseñanza y de la necesidad de mayor atención por los diferentes medios. En ese contexto se vislumbra el enorme potencial que puede emanar de un proyecto como Patria Chica, no solo desde lo literario sino —y muy especialmente— desde lo histórico, lo emancipador, lo patriótico, como manantial de prístinos valores. Confieso desconocer las problemáticas locales en lo que se refiere a lo medioambiental, los problemas de género y las tradiciones en la localidad. ¿Qué vislumbras que podría hacerse realidad en cada uno de estos acápites? ¿Cuáles son tus sueños? ¿Imaginas un evento que aúne peregrinación, homenaje y sendas conferencias en el sitio de la primera carga al machete y Dos Ríos? ¿Sería posible?
Que estemos hablando de las perspectivas de un proyecto que tiene por estandarte cinco aspectos nos dice que el fenómeno literario es hoy apenas la parte visible de ese proyecto. Los otros cuatro aspectos revisten, desde nuestro punto de vista, exactamente la misma importancia. Vivimos en un pequeño pueblo que ha sido protagonista de sucesos históricos de magna relevancia para la patria toda, hechos que para muchos se han diluido en el tiempo, en la memoria, hechos heroicos que hoy solo se evocan en algún acto político, un aniversario, todo muy formal, muy almidonado. La trascendencia de esos hechos parece para no pocos haberse perdido.
La historia está ahí, las tarjas, los sitiales, los monumentos, pero no tienen toda la vida que emana desde su potencial, esa potencialidad en la cual la vida brota desde la vida, se les pasa por un lado como se pasara junto a un árbol. Se tiene la impresión, terrible, angustiosa, de que esos hechos, imperecederos como son, puedan ser talados como se han talado muchos de nuestros árboles.
En la localidad hemos hecho visible a la literatura. Ahí están los jóvenes del Banco Verde, el Grupo Literario Verbum, el Grupo Café Bonaparte, del cual fui miembro fundador junto a nuestro tristemente fallecido y nunca olvidado Eduard Encina y muchos otros.
Ese es uno de los puntos sobre el que pretendemos actuar: potenciar desde el Proyecto las oportunidades y prerrogativas de la mujer, maximizar sus fortalezas y oportunidades, minimizar las debilidades y amenazas.
El Patria Chica quizá ha conseguido visibilizar todo eso, quizá ha actuado como pequeño destello que ha iluminado toda la potencial vitalidad. La presencia y la obra femenina en todos estos sucesos resulta mayoritaria. No creo que exista un problema de género. Existe un problema sociocultural, un contexto que ofrece aun hoy al hombre más oportunidades que a la mujer, más opciones para desarrollar su obra.
Ese es uno de los puntos sobre el que pretendemos actuar: potenciar desde el Proyecto las oportunidades y prerrogativas de la mujer, maximizar sus fortalezas y oportunidades, minimizar las debilidades y amenazas.
Con respecto a las tradiciones, pensemos, por ejemplo, en el pilón empleado para macerar el café; el empinador; el guarapo; el tamal; el prú; entre otras muchas costumbres no solamente atenazadas por las circunstancias sino amenazadas por el descuido, la desmemoria, la tala, esa que no solo nos despuebla de árboles, sino que intenta despoblarnos por dentro de lo que hemos sido, somos y estamos obligados a ser.
Tristemente estamos dejando de ser lo que fuimos. El siglo XXI significa tecnología, desarrollo. Pero tecnología y desarrollo no significan desabrigarnos el alma. Ese dúo no puede hacernos dejar de ser lo que desde el alma hemos sido y somos. Por el contrario, puede y debe fortalecerlo.
Pienso que el Patria Chica debe de seguir siendo la voz literaria, y serlo no solo alrededor del 4 de noviembre, esa sagrada fecha patria. Porque no se trata de ser voz por y para un día, o por y para un tema, se trata de ser voz todos los días
En cuanto a lo medioambiental, éramos un punto geográfico de vegetación exuberante. Caobas, cedros, majaguas y robles adornaban nuestros parques, calles y campos. Es triste constatar hoy que han ido desapareciendo hasta tornarse rarezas. Tuvimos un río alguna vez, desde las entrañas de Cuica hasta el vientre de valles fértiles, hoy hemos convertido toda esa naturaleza antes feraz en un vertedero. Deseamos recuperarlo. No es imposible.
Por estos días la naturaleza, caprichosa y sabia como es, con intensas lluvias ha limpiado los cauces, nos ha devuelto los ríos. Corresponde a nosotros recuperar los árboles, plantarlos en el pueblo, en los alrededores.
Pienso que el Patria Chica debe de seguir siendo la voz literaria, y serlo no solo alrededor del 4 de noviembre, esa sagrada fecha patria. Porque no se trata de ser voz por y para un día, o por y para un tema, se trata de ser voz todos los días, de abarcar todos los temas necesarios, luchar por un devenir útil, no solo para los escritores o para todo el movimiento artístico de esta y otras localidades, sino útiles para toda la comunidad.
Las Escuelas deberían incluir la visita a esos sitiales históricos, están ahí, ni siquiera se emplearía transporte, basta con una mera caminata. Hacerlo como parte del programa de enseñanza, impartir una clase sobre historia en el sitio donde precisamente se hizo esa historia, potenciar investigaciones, ensayos, debates alrededor de esos hechos y la vida de sus protagonistas. En esa dirección estamos dispuestos a trabajar.
Resulta necesario dar a conocer la obra silenciosa de muchas mujeres tragadas por el tiempo, la desmemoria y el aislamiento. Tenemos diversas ideas para fortalecer el Proyecto, tenemos sueños. Ser útiles es el único objetivo. Servir a la comunidad, a la nación, a la cultura.
Por supuesto, una conferencia en el lugar de la primera carga, un recorrido por los sitios históricos de la localidad, peregrinaciones a Dos Ríos, sagrado lugar de la caída del Apóstol; seguir hasta Remanganagua lo que hemos llamado La Ruta al Corazón, por todos esos sitios por los que transitó el cadáver del Apóstol, son acciones que nos gustaría llevar a cabo, hacerlo desde un programa, contar con alguna seguridad presupuestaria. Hoy, lamentablemente, no tenemos esa seguridad. Hoy solo tenemos sueños.
Este 2023 decidieron que Patria Chica dejara detrás las fronteras locales y se erigiera como Premio con alcance nacional. Indudablemente ello incrementó el trabajo de los organizadores, y demandó una contribución mayor de las entidades que lo auspician en materia de aseguramiento y financiamiento. ¿Qué hizo posible ese paso? ¿Juzgas que la recepción y prestigio alcanzado por el evento entre los jóvenes escritores del país resultó determinante? En mitad de la muy difícil situación actual —momento en el que no pocos siguen y persiguen solo el provecho personal—, ¿cómo reaccionaron las personas naturales y jurídicas auspiciantes?
Inicialmente pensamos en un evento de carácter local. El éxito de la primera y segunda edición nos hizo proponernos extender el alcance, llevarlo a la provincia de Santiago de Cuba. Así hicimos en la tercera convocatoria. Ese año, sin embargo, para nuestra sorpresa, llegaron obras de otras provincias, obras que no pudimos recibir porque la convocatoria estaba cerrada a lo provincial.
Era, desde luego, un reto tres veces mayor decidirse por el carácter nacional; no obstante, decidimos abrir la cuarta convocatoria a todo el país. Implicaría mayores gastos, garantizar transporte y hospedaje a autores premiados; hacerlo, aunque residieran en provincias lejanas y reformular el concurso en cuanto a recepción, fallo e invitación.
Implicaba presentar a nuestros sponsors un desglose económico mayor al de los años anteriores. Sin embargo, desde el inicio dieron un sí rotundo y unánime. La idea de tener en el terruño a escritores de toda la nación fue una inyección de adrenalina para todos, aunque tuvieran que aportar más financiamiento y recursos.
Eso, por supuesto, no nos liberó de sustos y carreras de última hora. Sufrimos, por ejemplo, que no resultara posible traer a los jurados por falta de transporte. A veces con un sí rotundo no basta. Pero seguimos trabajando, aprendiendo y apostando por el Patria Chica. Hacerlo es el esfuerzo pequeñito que aportamos a la patria grande.
¿Cuántas obras participaron en el IV Premio Literario Patria Chica recién concluido? ¿Qué actividades se enmarcaron en el mismo? ¿Desde qué provincias se enviaron obras?
En esta convocatoria participaron un total de 98 obras; de ellas, llegaron a manos del Jurado solo 87. Recibimos obras desde todas las provincias del país, menos del Municipio Especial Isla de la Juventud. En los dos días del evento, hubo visitas a escuelas locales con programas literario-musicales, celebramos peñas literarias con la participación de trovadores y escritores invitados de otras provincias. El día 4 de noviembre, aniversario de la primera carga al machete, se hizo un homenaje en el sitio en el que en 1868 tuvo lugar esa acción. Fue un éxito el espacio El Patio de los Flamboyanes, dedicado a los niños.
Al final, celebramos la premiación del concurso, los autores premiados leyeron sus obras; también lo hicieron los escritores invitados de varias provincias del país. En la noche cerramos el evento con El Círculo de Eva, un espacio para honrar el quehacer femenino en el arte local.
El Patria Chica, hasta hoy, es un concurso de iniciación. Para los premiados en esta convocatoria, por ejemplo, fue este el primer logro, la primera vez que reciben un premio. Eso nos satisface. Es lindo hacer camino a otros, construir. Y es maravilloso ser útiles. Eso quiere Patria Chica. Ser útil.