Desde su fundación la novel compañía había tenido que enfrentar no pocas incomprensiones y una casi total apatía en las esferas oficiales, por su histórico empeño de crear en Cuba la primera compañía profesional de ballet. Sólo el prestigio internacional de que ya gozaba su ilustre y máxima inspiradora hizo que el empeño no muriera casi al nacer.
“La historia de las relaciones del Ballet Nacional de Cuba con la FEU, definidas por la propia Alicia como un matrimonio feliz, es una de las páginas más hermosas de la cultura cubana en la etapa de nuestro bochorno republicano”.
Ocho años después de su fundación, aquel jueves 28 de octubre de 1948, la hoja de servicios a la cultura de la Patria del entonces llamado Ballet “Alicia Alonso” —a partir de 1955, Ballet de Cuba—, había ganado un sólido prestigio en los sectores de la intelectualidad progresista y en los sectores populares, que pudieron tener contacto con esa siembra artística. En ella figuraba un quehacer coreográfico que incluía treinta y nueve títulos llevados a la escena, en los que aparecían obras capitales del repertorio dieciochesco como La fille mal gardée; joyas del estilo romántico, como Giselle y el Grand pas de quatre y del clasicismo, como El lago de los cisnes, Coppelia o La bella durmiente, junto a creaciones contemporáneas como La siesta de un fauno, de Nijinsky; Las sílfides, de Fokine o el Apolo de Balanchine, obra maestra del neoclasicismo.
En ese ámbito de la creación, el conjunto brindó estímulo a la labor de coreógrafos cubanos como Enrique Martínez, Cuca Martínez, Ramiro Guerra, Alberto Alonso y la propia Alicia. Puestas en escenas por prestigiosos invitados extranjeros, entre ellos la inglesa Mary Skeaping, autora de dos montajes especiales, Cascanueces y El lago de los cisnes, posibilitaron un mayor enriquecimiento de la cultura danzaria de los cubanos. De forma paralela a ese trabajo creador, se acometió una labor de divulgación masiva del arte del ballet, al sacarlo de los espacios del teatro tradicional para llevarlo a estadios, anfiteatros y plazas públicas de la capital y de numerosas ciudades a lo largo y ancho del país; a catorce países de Latinoamérica y los Estados Unidos, durante ocho giras internacionales.
En esa hostil atmósfera, el hoy Ballet Nacional de Cuba encontró en la Federación Estudiantil Universitaria, la gloriosa FEU, su más sólido baluarte. Fueron sus esclarecidos dirigentes quienes, en 1950, lograron arrancar al gobierno de Carlos Prío Socarrás una insuficiente subvención estatal que permitió a la novel compañía subsistir y crear la Academia de Ballet “Alicia Alonso”, donde jóvenes con talento, pero de escasos recursos económicos, recibieron becas de formación técnico artística y se gestó el método técnico, ético y estético de la hoy mundialmente reconocida Escuela Cubana de Ballet.
La historia de las relaciones del Ballet Nacional de Cuba con la FEU, definidas por la propia Alicia como “un matrimonio feliz”, es una de las páginas más hermosas de la cultura cubana en la etapa de nuestro bochorno republicano. La organización estudiantil acudió en la ayuda del conjunto cada vez que fue víctima de empresarios onerosos, que la extorsionaron en sus exitosas giras artísticas; compartieron numerosos empeños culturales como funciones especiales en el ámbito estudiantil y en los Festivales de Arte Universitario celebrados en 1954 y 1955.
Cuando en 1956 Alicia denunció en Carta Pública a la dictadura batistiana por retirar la escasa ayuda que se recibía del Estado, por no prestarse ella y el resto de la compañía a las maniobras propagandísticas del sanguinario régimen, fue la FEU el máximo vocera de esa denuncia. El 15 de septiembre de ese año, la organización estudiantil planeó un Acto Nacional de Desagravio, que tuvo lugar en el Stadium de la Universidad de La Habana, ocasión en que se produjo la súbita aparición del líder estudiantil Fructuoso Rodríguez, quien fustigó a la tiranía y dio el mayor apoyo a la labor realizada por Alicia, Fernando y demás integrantes de la agrupación danzaria.
En esa ocasión, la FEU entregó un ramo de rosas rojas que Alicia siempre vio como un hermoso símbolo de futuro y de la unión entre ambas agrupaciones. Después del triunfo de la Revolución, en cada aniversario de ese memorable acto, la FEU hizo llegar el ramo de rosas rojas a la gran bailarina como testimonio de tan hermosa relación.
En la mañana del pasado 15 de septiembre, aniversario 67 de ese histórico acontecimiento, el presidente nacional de la FEU, Julio Emilio Morejón, encabezó un emotivo acto celebrado en el Anfiteatro del Centro de Convenciones “Enrique José Varona” de la Universidad de La Habana (UH), en que se recordaron tan hermosos nexos, se entregaron reconocimientos al BNC y se ofreció el espectáculo didáctico Un encuentro con la danza, la técnica, la expresión y los estilos, que condujo el autor de esta crónica, acompañado por los bailarines principales Chavela Riera y Yasiel Hodelin.
Como hermoso cierre, una representación de la organización estudiantil y del BNC, esta última presidida por Aurora Bosch —una de las históricas Joyas del BNC— colocaron el tradicional ramo de rosas rojas junto a la escultura de la Alonso, ubicada en el Gran Teatro de La Habana que lleva su glorioso nombre. Histórica mañana con la satisfacción de un honroso deber cumplido.