María E tuvo la iniciativa: Cada uno debía contar, en apretada síntesis, cómo fueron las vacaciones de este año 2023. Víctor, como siempre engorroso y críptico, dijo: “Ha sido un verano tórrido del cual prefiero abstenerme de opinar. Que sean los dioses quienes nos libren del hastío de revictimizarnos”, ante lo cual, nadie le hizo el menor caso, y él se sumergió en un letargo. Fefa, aguerrida, resumió su julio y su agosto mostrándonos la herida que un perro bóxer produjo en su mano derecha, o, mejor dicho, la cicatriz que un poderoso colmillo dejó tatuada cerca de su muñeca derecha. “En síntesis, este verano ha sido uno de los peores de mi vida. Llevé a mis hijos peludos Sultán y Aquiles a la playa, y tres bóxer que merodeaban por la arena se nos lanzaron encima, y aunque Aquiles resultó ligeramente mordido en una de sus patas, Sultán se defendió muy bien, y en la huida, ya ven, uno de esos bestiales caninos me clavó su afilado diente”.

“¿Y no llamaste a la policía?”, preguntó Cándida con su habitual candidez. “Claro, claro que llamé, pero me dijeron que cómo se me ocurría molestar a las fuerzas del orden por una riña perruna en primer lugar, y a sabiendas de que no hay combustible en segunda instancia, y que cómo iban a trasladarse hasta la costa, de qué manera, compañera, a ver díganos usted”, añadieron, contó Fefa mientras se acariciaba los bordes de su cicatriz. Hilda, por su parte, extrajo de su bolso una pequeña libreta, donde había escrito frases claves para su resumen. Comenzó a leer: “Pago en zona ¿alguien sabe qué es?”

“Ni idea”, respondimos a coro. “Pues están muy mal, compañeres, tienen que actualizarse. ¿Y otra cosa llamada Pago en línea?, a ver, que levante la mano quien sepa qué es En línea”. “Es algo que hay en las bodegas”, aportó Cándida. “Yo lo he visto, creo que es una forma de pago que solo los jóvenes entienden, pero como ningún joven suele ir a la bodega, pues…”

“¡He ahí una forma de mantenernos en el atraso!”, agregó Hilda con cierto enojo. “Todos, absolutamente todos debemos utilizar pasarelas de pagos digitales, querides”, agregó ante nuestro asombro. Víctor salió de su modorra de repente para cuestionar a Hilda con innumerables preguntas: “¿Incluso a los carretilleros, al del bocadito de helado, al gordo de las lechugas en el agro, a la muchacha de las zanahorias que vende al lado de Víctor Hugo en el parque homónimo, y a los taxistas también, y a la señora que vende cloro afuera de 19 y B, y al borrachín que ofrece comino, bijol y clavos de olor, acaso también hay que pagarles transfermóvicamente?”

En ese momento, Cándida comenzó a abanicarse, Fefa repartió café, María E tomó la palabra rompiendo el hielo que se había formado entre Víctor e Hilda, “A ver, vamos a calmarnos, por favor. Hilda, siempre avanzada por su condición de científica líder a nivel nacional, solo intenta modernizarnos, Víctor, pero como todo proceso nuevo, no existe respuesta para todo. Ella seguramente que nos detallará los pormenores. ¿No es cierto, Hilda?”

“Efectivamente, compañeres. No debemos caer en pesimismos. Por ejemplo, sé de muchos centros laborales donde ya el aditamento conocido como Solapín, es obsoleto. Ahora las recepcionistas, los custodios, los encargados de las puertas con entradas y salidas, muestran un código QR en sus móviles, y así se identifican, ¿qué les parece esta modernidad?”

“¿Incluso a los carretilleros, al del bocadito de helado, al gordo de las lechugas en el agro, a la muchacha de las zanahorias que vende al lado de Víctor Hugo en el parque homónimo, y a los taxistas también, y a la señora que vende cloro afuera de 19 y B, y al borrachín que ofrece comino, bijol y clavos de olor, acaso también hay que pagarles transfermóvicamente?”

“Pero… ¿los custodios deben identificarse, o los visitantes? Yo no entiendo nada, la verdad”, acotó Cándida. “Todos, todos debemos ser debidamente identificables, reconocibles y ubicables”, respondió Hilda. “Esto parece una película futurista mala, por eso yo prefiero que los dioses nos amparen” añadió Víctor. “Ay, si yo hubiera sabido eso antes”, añadió Fefa, “hubiera localizado al dueño de los bóxer y le hubiera tomado una foto digital para las fuerzas del orden, aunque claro, a esa hora y con semejante recado, y con el colmillazo que recibí, en lo menos que hubiera pensado es en la digitalización”, reconoció. “Pero una pelea de perros no amerita ninguna transformación, por favor, no seas intensa, Fefa”, señaló Hilda, y continuó leyendo su libretica de notas. “Grosso modo, existen tres variantes de pago, todas en versión digital, obvio: En zona, Pago en línea y la modalidad llamada transferir efectivo, todas las cuales modernizan, agilizan, actualizan, aceleran, aligeran y hacen viable los pagos por bienes y servicios, y por todo esto, nos colocamos al nivel de los países más modernos, digamos, por ejemplo, los pueblos escandinavos”.

“Yo prefiero no parecerme a Islandia, y seguir pagando con el billetico de toda la vida”, señaló Víctor, para añadir a continuación: “Por eso yo apelo a deidades sin límites. Elegguá puede señalarnos los caminos, o Thor, o Loki, por ejemplo, para ponernos a tono con Escandinavia, ya que Hilda apela al mundo vikingo”. “¿Y no sería mejor que directamente Santa Bárbara nos ayudara?”, preguntó Cándida en un susurro, ante lo cual Hilda saltó enfurecida para ilustrar a Víctor con: “Islandia es nórdica, Islandia no es escandinava, un poquito de cultura geográfica, por favor.”

“Queridos, queridos todos”, intervino María E. “Nos estamos alejando del tema, hago un llamado a la cordura. Mis vacaciones fueron, al igual que las de Cándida, un poco difícil en términos bancarios, porque ambas pasamos varios días en la búsqueda y captura de cajeros que tuvieran fondos suficientes y eso se debe a…” “A que no acudieron a las bondades de los pagos transfermóvicos, obviamente”, terció Hilda. “Y tú, tú Hilda tan científica, ¿tú sí sabes cómo usar el trío ese que resumidamente se reduce a “En..Pago…Transferencia? Pregunto para que nos enseñes, sabichosa como eres, o de lo contrario”, dijo Víctor, “hago una plegaria a Odín, dios nórdico o escandinavo, da igual.”

“¿Y no sería mejor que directamente Santa Bárbara nos ayudara?”.

“!Víctor, por favor, no me provoques. Yo no he usado ninguna de las modalidades, pero me las estudio con empeño y nocturnidad. El mundo, la ciencia, la tecnología avanzan, mijo, avanzan. Es más, concluyo con una orden para todes, pero sobre todo para ti: Bancarízate, Víctor, Bancarízate!”

María E recogió del suelo el abanico de Cándida, Fefa retiró el servicio de café, Cándida se echó a llorar, Víctor se fue sin despedirse, aunque antes, se persignó. Hilda comenzaba a autenticarse en Transfermóvil cuando se dio por concluida la reunión esa tarde de agosto, de modo que no es posible saber hasta cuál paso del proceso digitalizante llegó. Que son varios, por cierto, son varios los pasos.