De suyo hechos suyos

Hilario Rosete Silva
5/4/2017

Estoy frente a Papeles pineros. Primer volumen. Así constan en su cubierta el logotipo de Ediciones El Abra; el nombre del compilador, Julio César González Laureiro (La Habana, 1963); y un facsímil del mapa de la Isla de Pinos, hoy de la Juventud, que 185 años atrás confeccionara un acucioso agrimensor: el esforzado teniente de caballería Alejo Helvecio Lanier.

Fue editado por José A. Taboada y corregido por Carmen Cadenas Mecías. Sus 140 folios integran el prólogo del compilador a tres informes: la geografía adjunta al mapa mencionado, y las descripciones que de la Isla hiciesen, en 1826 y 1797, en ese orden, el médico galo José Labadía y el capitán de fragata Juan Tirry y Lacy.


Cubierta de Papeles pineros. Primer volumen. Fotos: Cortesía del autor

Luce elegante. En hojas blanquísimas, cierra con la bibliografía y un glosario preparado por la correctora: “sicigia”, “caserna”, “emenagogo”… El colofón reconoce a quienes trabajaron en su impresión y encuadernación: Primitivo Matos y Edisnilvia Mojena.

“Finalmente, Isla de la Juventud y El Abra publican Papeles pineros”, divulgaría La Jiribilla en un repaso de las ediciones territoriales presentes en la Feria Internacional del Libro 2017. “El Abra rescata la historia del territorio […] y publica recopilaciones de antiguos documentos, es el caso de Papeles pineros”, informaría a la Agencia Cubana de Noticias (ACN) Luidis Carmona, directora de la editorial.

¿Por qué dar a conocer su contenido con la voz “papel” en plural?

Estrena la naciente colección Papeles pineros —revela Julio César, experto del Fondo de libros raros de la Biblioteca Central Rubén Martínez Villena de la Universidad de la Habana (UH). El conjunto reunirá testimonios escritos de pasadas eras, útiles al rescate historiográfico; documentos sobre la Isla estarán al alcance de estudiosos y estudiantes locales y foráneos; la edición seguirá criterios temáticos.

El volumen inicial aborda la “génesis-preludio” de Reina Amalia, primera porción parcelada en la Isla. A diferencia de lo ocurrido en Cuba, la colonización de la segunda isla en extensión del archipiélago comienza tres centurias después; Nueva Gerona, por ejemplo, se funda el 17 de diciembre de 1830. En consecuencia, las fechas de los documentos van de fines del siglo XVIII al primer tercio del XIX.

Valdría subrayar el provecho o beneficio que se saca de esta papelería.

Más allá de la distancia entre la Isla de Pinos y la de Cuba, el trabajo no echa en saco roto que aquella siempre estuvo doblemente aislada: por las usuales limitaciones en recursos materiales; y porque no tiene buenos abrigos para las embarcaciones, donde puedan alzarse puertos idóneos, su plataforma insular es baja, para entrar y salir ha habido que dragar. Las circunstancias limitaron la movilidad de las personas en una u otra dirección y, en el caso de los investigadores, aparte del interés personal, minimizaron sus chances de revisar documentos esenciales al estudio de su historia custodiados, entre otras, por las bibliotecas Central de la UH, Nacional José Martí, y del Instituto de Literatura y Lingüística. La salida de la papelería aliviaría el problema.


Carta de la Isla confeccionada por Lanier en 1832.

El sabio que vive en usted tiene perseverancia, voluntad de compilar tales tesoros: un sinnúmero de ellos despertará de su letargo.

Hoy por hoy algunos estudiosos repiten lo ya escrito en pasajes publicados antes, aluden a “citas de citas”, pero aquí están los originales, las fuentes que inspirarán a otros autores. La obra fue precedida por el proyecto comunitario homónimo —de similares objetivos generales y específicos—, conducente al establecimiento de una especie de centro local de referencia en formato digital. Este primer libro versa sobre flora, fauna, geografía, topografía, costumbres, poblaciones; el segundo discurrirá sobre el descubrimiento; y el tercero, sobre su uso como lugar de deportación. Alguno deberá tratar la presencia norteamericana.

Volvamos al facsímil del mapa confeccionado por Lanier.

Como el propio Alejo Helvecio explica, su hechura sobrepasó la comisión que en 1831 le confiara el capitán general Francisco Dionisio Vives, para medir en la Isla de Pinos los terrenos de la nueva colonia Reina Amalia. Contiene dos detalles, uno en el borde izquierdo inferior y otro en el superior, correspondientes a las plantas de Santa Fe y Nueva Gerona, los dos primeros poblados.

¿Qué lugar ocupa en su quehacer personal Papeles pineros. Primer volumen?

Es un libro importante, conveniente, más a pobladores autóctonos interesados en el período. Le dediqué tiempo, traté de que luciese bien y tuviese una óptima terminación. Un hombre no deja de querer a los niños de su mujer habidos en un matrimonio anterior, ¡padre es quien cría!; llegan a concederse más atenciones a los hijastros que a un hijo. Pero es justo hacer la salvedad: no soy autor, sino compilador, hacedor del prólogo; de suyo, de forma natural, lo estructuré, lo hice mío; sin embargo, pertenece, lo construyeron otros. El hecho me obliga, más que a sentir por él menor o mayor satisfacción, a divulgarlo con absoluta humildad.