Elogio de Hinkelammert
La Universidad de La Habana confiere hoy la categoría de Doctor Honoris Causa a uno de los pensadores sociales más importantes de nuestro tiempo, Franz Hinkelammert, ciudadano de Nuestra América.
La trayectoria de Franz Hinkelammert se ha caracterizado por un pensamiento crítico y coherente y su compromiso con la causa de los humildes. Nacido en Alemania en 1931, estudió economía, filosofía y teología en las universidades de Friburg, Hamburgo, Münster, y en la Universidad Libre de Berlín, de esta última fue profesor asistente entre 1959 y 1963. Allí se doctoró en Economía en 1960 con una tesis sobre “El desarrollo económico de la Unión Soviética”.
En 1963 viajó a América Latina y desde entonces se comprometió con las luchas de nuestro continente, como expresó en una entrevista: “América Latina es un sueño de mi juventud. Leí un texto de pequeño sobre Simón Bolívar y me fascinó. A partir de ahí, siempre quise venir a América del Sur. Cuando por fin pude venir, me fascinó más y cargo siempre con el anhelo de ayudar a transformar a América Latina”.
Llegó en los años iniciales del impacto de la Revolución cubana, un momento clave de la historia nuestroamericana, no vino como extranjero a observar un proceso, sino a integrarse a ese proceso y esa fue su proyección y actividad durante sus años chilenos.
“Nos sorprendió primero su humildad y luego que (…) siendo un economista, tenía una vasta formación humanista”.
En Chile realizó una destacada labor como investigador y profesor, primero en la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Alberto Hurtado (ILADES) y, posteriormente, en el Centro de Estudios de la Realidad Nacional (CEREN), de la Universidad Católica de Chile.
Lo conocimos en Chile, cuando recién cerrada la revista Pensamiento Crítico, viajamos a ese país en 1971, en compañía de Germán Sánchez Otero, para estudiar los problemas del desarrollo (cuestión en la que aún estamos empeñados) y desempeñarnos como profesores visitantes de la Universidad Católica de Chile. Tuvimos el privilegio de ser alumnos de él, en el seminario que sobre El Capital impartía a los profesores del CEREN.
En Cuba, Rafael Suengas nos había abierto el camino hacía El Capital, con Hinkelammert lo pensamos y esto lo subrayo. Desde luego, de las discusiones no estuvieron ausentes los temas de la Revolución cubana, del proceso chileno y de la dinámica latinoamericana de aquellos años.
Nos sorprendió primero su humildad y luego —debo decirlo sinceramente— que, siendo un economista, tenía una vasta formación humanista, cosa no común en los especialistas de esta disciplina. Era y es un pensador, él mismo se ha definido en una entrevista a la revista Caminos: “Empecé siendo economista, pero luego me interesé por investigar sobre las relaciones entre las ideologías, las utopías y la economía. Y como el campo de investigación se fue haciendo cada vez más amplio, obligadamente tuve que acercarme a otras disciplinas como la filosofía, la propia teología, pero siempre con el intento de integrar todo ese conocimiento. Si me quieren llamar teólogo, no me siento ofendido, ya que por el contenido que encierra esa palabra, de hecho, lo soy. A decir verdad, no creo mucho en eso de las definiciones. El mundo, la vida es mucho más compleja. Pero ya que insisten, me siento más cómodo como pensador”.
Además, para nosotros, jóvenes formados en otra cultura acerca de la religión, nos sorprendió también su marxismo y su conocimiento de sus fuentes originarias, cuestión que habíamos estudiado en el Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana, que también desapareció ese año y que, por cierto, en 2013 se cumplen 50 años de su creación. En otras palabras, topamos por primera vez con un marxista cristiano, profundo conocedor del pensamiento y la obra de Carlos Marx. Con él y con Norbert Lechner tuvimos empatía y nos olvidamos de los chistes acerca del carácter de los alemanes que oímos en nuestra adolescencia.
Allí en Santiago, conocimos el movimiento de los cristianos por el socialismo. Con Hinkelammert y con Gonzalo Arroyo mantuvimos un diálogo, siempre agradable —aunque coincidiéramos o discrepáramos—, que nos ayudó, extraordinariamente, a entender las nuevas realidades de América Latina.
Durante su estancia chilena, Hinkelammert escribió varios artículos y cuatro libros: Economía y revolución, Ideologías del desarrollo y dialéctica de la historia, El subdesarrollo latinoamericano y uno que quisiéramos comentar por su actualidad, Dialéctica del desarrollo desigual.
Debido al golpe fascista de Pinochet tuvo que regresar a Alemania y, desde 1973 a 1976, fue profesor invitado en la Universidad Libre de Berlín. En 1976 volvió a residir en América Latina, primero como director de Postgrado en Política Económica de la Universidad Autónoma de Honduras, después como profesor e investigador del Consejo Superior Universitario de Centro América y, posteriormente, fijó su residencia en San José de Costa Rica. Allí con un grupo de teólogos y cientistas sociales latinoamericanos, entre ellos, Hugo Assman, Pablo Richards, Elsa Tamez, creó el Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI). Este centro de investigaciones es uno de los más importantes de la teología de la liberación y del pensamiento crítico en América Latina. Desde entonces, ha publicado más de cuarenta libros y múltiples artículos en la revista Pasos y en otras publicaciones.
“La trayectoria intelectual y política de Franz Hinkelammert ha estado unida a posiciones progresistas y revolucionarias en América Latina”.
Ha desarrollado una amplia labor en la formación de profesores e investigadores jóvenes, propiciando que participen en el seminario para investigadores del DEI. De Cuba han sido invitados numerosos jóvenes procedentes de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Instituto de Filosofía, Universidad Central de Las Villas y otras instituciones.
Ha estado en Cuba en diversas oportunidades, colaborando con el Programa FLACSO-Cuba, con el Centro Martin Luther King, el Instituto de Filosofía y en la Casa de las Américas participó como Jurado del Premio Casa en la edición del 2007.
En el 2006 ganó el Premio Libertador al Pensamiento Crítico, considerado el Nobel del pensamiento antihegemónico, por su libro El sujeto y la ley, el retorno del sujeto reprimido.
Sobre el mismo el filósofo cubano Jorge Luis Acanda ha dicho: “Este libro permitirá apreciar hasta donde esta mutua irrigación de una concepción materialista (no economicista) de la historia, con una teología que busca la plenitud del ser humano, no en un más allá abstracto, sino en el núcleo interno del más acá, constituye un aporte en la urgente tarea de pensar la Revolución”. Preside desde al año 2007 la Cátedra Pensamiento Crítico de la Universidad Nacional de Heredia.
La trayectoria intelectual y política de Franz Hinkelammert ha estado unida a posiciones progresistas y revolucionarias en América Latina y su obra, en general, constituye un aporte en la urgente tarea de pensar la Revolución y hacer la Revolución que pensamos, y muestra la articulación de un pensamiento marxista no dogmático, ni economicista con una reflexión teológica de la liberación radical y comprometida con los procesos políticos populares actuales de la región.
Sus estudios actuales se centran en la problemática del sujeto, de la vida, pensamiento y acción de las clases y pueblos explotados; de los pobres, de los hombres y mujeres que luchan por la emancipación humana. De ahí que el pensamiento de Hinkelammert sea de naturaleza crítico-emancipatoria. Los temas abordados en sus investigaciones y reflexiones, no sólo son de importancia dentro del debate científico-social, sino que también plantean problemas y cuestiones ligadas, directamente, a las formas de dominación, de opresión y control social a las que hay que resistirse.
La obra de Franz Hinkelammert se distingue por su sistematicidad, cada problema es analizado en su complejidad e interconexiones y esto es válido, tanto para las cuestiones teóricas, como para los estudios de procesos más empíricos o temas de coyuntura. A esto se añade el carácter pedagógico de la exposición que va mostrando nuevas conexiones y complejidades que permiten enriquecer el análisis.
Por eso, cuando analiza las sociedades burguesas, no solo explora el discurso con el que se presentan, sino también examina sus textos religiosos y teológicos, y los discursos publicitarios. El Reverendo Raúl Suárez abundará, sin duda, en los aspectos teológicos del pensamiento de Franz.
En las últimas décadas ha dedicado gran parte de sus estudios al fenómeno de la globalización y el neoliberalismo con originales puntos de vistas. Para Hinkelammert la globalización es inherente a la expansión del capital y, por tanto, sus inicios pueden situarse en los albores del capitalismo, transitando por varias etapas y procesos, hasta llegar a la etapa actual.
Es un proceso complejo que no se reduce solo a la economía y como proceso real e ideológico se basa en la lógica mercantil y en la utilización de los recursos de la realidad —incluidos la ciencia y la técnica—, en función de la ganancia.
Esa lógica encuentra en el neoliberalismo su altar mayor, pues este, no es solo una teoría económica, sino una concepción de la sociedad en función del mercado.
La aplicación consecuente —y tenemos que decirlo así— de esa lógica mercantil ha invadido todos los aspectos de las sociedades en el Norte y en el Sur hasta convertirlas en sociedades de mercado, lo cual implica la tendencia a la mercantilización de todas las relaciones sociales, tanto entre las personas como con la naturaleza.
En esas sociedades el mercado se va transformando en el centro de la vida social y personal e impregna la ética con una visión mercantil, la organización de lo social, la producción artística e incluso, la constitución de los proyectos de vida. No es casual que la aplicación de las políticas neoliberales vaya acompañada de un crecimiento de la violencia en múltiples formas y de fenómenos de desestructuración social.
Como resultado de lo anterior hay un conjunto de transformaciones que amenazan en ser “naturales”: los políticos no responden a sus electores, sino al mercado. La soberanía del Estado está limitada por organismos financieros supranacionales que utilizan los mecanismos de la deuda para dictar políticas económicas, no se salvan los ciudadanos, sino los bancos, se desmonta el llamado Estado del Bienestar en países del Norte y conquistas sociales en países del Sur; se atenta contra el derecho a una vida digna con el desempleo, la precarización del trabajo y la llamada flexibilización, formas en las que se presenta hoy la depauperación absoluta y relativa del proletariado. Todo esto va acompañado de un proceso de exacerbación del individualismo y de deterioro de las relaciones humanas.
El manto ideológico de lo inevitable cubre ese proceso al que los poderes fácticos refuerzan mediante la utilización de los medios masivos de comunicación. Todo ello apunta contra la racionalidad productiva y la reproducción real —ecológica, biológica y social— de la especie humana. Es la fábula del que serrucha la rama del árbol en la que está sentado y piensa que puede salvarse. La oposición y resistencia a estos procesos —nos señala Hinkelammert— no solo es un deber ético, sino también útil, si entendemos la utilidad como bien común, interés de todos.
Como señala en El nihilismo al desnudo, en los tiempos de la globalización, es necesaria “una ética del bien común. La relación mercantil, al totalizarse hoy, produce distorsiones de la vida humana y de la naturaleza, que amenazan esta vida. Satisfacer necesidades resulta condición que decide sobre la vida y la muerte. La relación mercantil totalizadora, en cambio, no puede discernir entre la vida y la muerte, pasa por encima de la vida humana y de la naturaleza, sin criterio”. Esto no es algo abstracto, se basa en el principio de la vida, todos tenemos derecho a existir y, por tanto, debemos luchar por un mundo en que todos podamos vivir con dignidad.
Para Hinkelammert, el carácter crítico de las ciencias sociales nace de su responsabilidad y específicamente, de la responsabilidad del científico social.
No pretendo incursionar en todas las aristas del pensamiento de Hinkelammer, en aras del tiempo permítanme referirme a la amplitud y alcance de sus investigaciones a partir de una comunicación suya que cito in extenso:
Después de la publicación de mi libro El sujeto y la ley, en 2003, en Costa Rica (este libro se publicó, posteriormente, en Cuba en el año 2007, en la editorial del Centro Martin Luther King), me dediqué especialmente, a la investigación de los mitos de la sociedad moderna, en especial la capitalista. Su mito básico es que no tiene mitos, sino que ha sustituido los mitos de sociedades anteriores, por lo que hoy se llama la racionalidad.
Criticando eso, me fui al análisis de lo que son los mitos básicos de la sociedad capitalista hasta hoy: el mito del progreso infinito, por un lado; el mito de la autorregulación del mercado por el otro. En nuestra sociedad, hasta hoy — sobre todo en nuestros medios de comunicación y, por tanto, en la opinión publicada— se consideran a estos mitos, como verdades a las cuales no se consideran “míticas”.
Considero dos críticas básicas. Por un lado, la crítica que hace ver que, efectivamente, se trata de mitos y que subyacen a la racionalidad hoy considerada como la única: la racionalidad del mercado, que es la racionalidad instrumental del cálculo medio-fin. Por otro lado, la consideración, absolutamente, necesaria de que el reconocimiento, de que alguna tesis sobre la realidad es “mítica”, no significa de por sí que es falsa o sin valor. Por tanto, apareció el problema de los criterios de verdad sobre los mitos del mundo mítico. Por tanto, si consideramos los mitos básicos de la sociedad capitalista-moderna hoy, esta consideración no es ya la refutación. Hace falta refutar estos mitos.
Entonces, hay que ver cómo lograr una definición adecuada de los mitos. Lo que considero yo como mitos son las reflexiones de todo tipo sobre la relación vida-muerte en la existencia humana. Se trata de una reflexión necesaria, a la cual la racionalidad instrumental de cálculo de medio-fin apenas tiene acceso.
Hoy, más que nunca, necesitamos estas reflexiones. Pero lo que domina es encerrar todo (el) pensamiento en la racionalidad medio-fin, pase con el mundo lo que pase.
Hice un análisis de esta problemática en mi libro con el título: Hacia una crítica de la razón mítica. El laberinto de la modernidad. Materiales para la discusión, publicado en el año 2007, en Costa Rica (Editorial Arlekin).
Posteriormente, continué estas reflexiones hacia el campo de la crítica de la economía política en el cual había ya entrado, más intensamente, con unos libros escritos de conjunto con Henry Mora, economista de la UNA en Heredia, Costa Rica, sobre todo con el libro: Hacia una economía para la vida. Preludio a una reconstrucción de la economía. (Editado primero en 2005, en la editorial DEI, Costa Rica)
Seguí estas reflexiones sobre la crítica de la economía política en la línea de la ley que atraviesa toda la obra de Marx, en forma de una crítica de la ley del valor. Es la ley que se sustenta en la ética de la ética formal y es como tal, la ética del mercado, expresada en su nitidez, en el actual código civil de las sociedades burguesas de hoy. La crítica de la ley del valor de Marx es a la vez la crítica de esta ética formal.
Esta crítica tiene un antecedente muy importante, precisamente, en el pensamiento judeo-cristiano del primer cristianismo. Es la crítica de la ley que hace Pablo de Tarso. En una publicación desarrollé esta relación analizando a Pablo de Tarso, no tanto como teólogo, sino como el gran filósofo y pensador de su tiempo. Haciendo eso, aparece una dimensión histórica del pensamiento marxista cuya consideración, a mi entender, puede profundizar la validez de la crítica de la ley del valor, también en la tradición del pensamiento marxista. Desarrollo eso en el libro: La maldición que pesa sobre la ley. Las raíces del pensamiento crítico en Pablo de Tarso. Se publica la primera vez en 2010, en Costa Rica (Editorial Arlekin). Pronto aparecerá una edición ampliada en la misma editorial.
Paralelamente a estos análisis, he estado desarrollando unas tesis sobre la actual crisis económica publicada bajo el título de: “La rebelión de los límites, la crisis de la deuda, el vaciamiento de la democracia y el actual genocidio económico-social”.
Para Hinkelammert, el carácter crítico de las ciencias sociales nace de su responsabilidad y específicamente, de la responsabilidad del científico social. El acento de Hinkelammert no está en la criticidad, sino en la responsabilidad. Pensando como investigador creo que tenemos que combinar la investigación de lo inmediato con lo perspectivo, los decisores están urgidos por resolver el obstáculo inmediato, nosotros como científicos sociales tenemos que contribuir, desde nuestra esfera, a la solución de los problemas inmediatos, pero también pensar e investigar si las soluciones inmediatas no traerán problemas futuros que debemos prever y también proveer elementos para su enfrentamiento.
En sus análisis ha mostrado el carácter teológico de algunos argumentos de las teorías económicas en boga, por ejemplo, la mano invisible del mercado (un trasunto de la divina providencia), no es más que la reducción del conjunto caótico de acontecimientos que responden a los múltiples intereses de los capitalistas, a una intencionalidad que puede calificarse de divina y, por tanto, supuestamente, proveerá la felicidad para todos.
Y aquí señalo un aspecto importante de su pensamiento, el relativo a que la teoría económica debe incorporar la ética, los valores. En definitiva, no hay economía pura, porque detrás de las decisiones económicas hay concepciones sociales a las que sirven esas decisiones.
Comencé hablando de nuestro primer encuentro con Hinkelammert en Chile, en tiempos de la Unidad Popular, en los años en que me iniciaba en los estudios de la problemática del desarrollo y el subdesarrollo, ubicándome fuertemente en la corriente de pensamiento dependentista.
A Franz también lo sitúan dentro de ese núcleo de pensamiento con un enfoque particular, por eso quisiera referirme también a uno de sus libros que fue una de mis lecturas de aquellos tiempos, se trata de Dialéctica del Desarrollo Desigual, aparecido originalmente, como parte de la publicación Cuadernos de la Realidad Nacional número 6, correspondientes a diciembre de 1970, el objetivo del mismo era aclarar las formas de superación del subdesarrollo de la sociedad latinoamericana (pág. 7). Este libro contiene tesis que el tiempo ha dejado atrás y una serie de planteamientos y consideraciones que, a mi juicio, mantienen gran actualidad.
A lo largo de este texto, se argumenta la tesis de que “la superación del subdesarrollo es la superación del total de la vida social que denominamos subdesarrollo” (pág.12) … “y que el sistema subdesarrollado comienza a superar su propia condición cuando se ha comenzado una vía de desarrollo socialista”. (pág. 13)
Si algo le reprocho a la mayor parte de las llamadas teorías del desarrollo es que, en la práctica, se convierten en teorías del subdesarrollo, porque tienden a describir el fenómeno del subdesarrollo, pero son parcas en la indagación real de los caminos para superarlo, en el caso de los dependentistas, en la época en que se escribió este libro, si bien la corriente radical señalaba el socialismo como salida, no indagaban sobre las particularidades que podía y debía tener en nuestro continente. En el caso del cuaderno del CEREN se plantea desde el principio, como uno de sus objetivos “demostrar que el socialismo tiene una especificidad propia según el contexto histórico en el cual se construye y que, por supuesto, exige no entender cualquier cosa por socialismo y obliga a dar a este, un carácter concreto, de acuerdo a las particularidades del momento y del lugar donde se pretende construir”. (pág. 12)
Dado que gran parte de este texto se dedica a explorar las características de una acumulación socialista como proceso de liberación desde el subdesarrollo y cómo ciertos conceptos nos hacen prisioneros de determinadas imágenes, es bueno aclarar, después de haber releído el libro, que la concepción de Hinkelammert de la acumulación socialista, se entronca con una acumulación social, a la que he definido como que no se limita, solamente, a la acumulación económica, sino que se refiere a un conjunto más amplio, porque si el propósito es la creación de una nueva sociedad, las transformaciones revolucionarias constituyen una acumulación social. Con este concepto identifico la acumulación económica y los procesos dirigidos a la transformación del ser humano: la educación, la salud, la seguridad social, la creación de valores y la participación de diversos modos en el quehacer político, cotidianamente.
Es un proceso en el que, hombres y mujeres, al participar de la dinámica de transformación social, se transforman a sí mismos, hasta integrar lo nuevo (realidades y conductas) a lo cotidiano, “lo natural”, lo que es así y debe ser así, condicionando las conductas y las relaciones, acorde con el nuevo marco perseguido, de modo cada vez más natural.
El conjunto de temas abordados es amplio, menciono dos problemáticas que están presente hoy en nuestra realidad.
- La acumulación socialista y la producción con medios tradicionales.
- La acumulación socialista en espacios económicos pequeños.
La empírea soviética fue transformada en la teoría del socialismo, en realidad esta es una teoría aún por desarrollar, con razón Fidel en el 2005 dijo que un error había sido creer que alguien sabía algo sobre cómo llegar al socialismo. Esta carencia está presente en el texto que revisamos, en el que se señalan, por ejemplo, la necesidad de desarrollar una teoría de las clases en el socialismo y la necesidad de una teoría de las relaciones mercantiles en el socialismo.
“Y es que el socialismo no es un acto, ni el fin de la historia, sino un proceso continuo de conflictos, aciertos, errores, soluciones”.
La existencia de relaciones mercantiles en el socialismo no es un mal necesario que hay que soportar, es una realidad que exige la creación de otras realidades, por lo que aprovecho para señalar uno de los planteamientos del libro que nos hace pensar: “El socialismo no es la superación de las relaciones mercantiles y no puede serlo. Es dominación sobre las relaciones mercantiles” (pág. 168). Hacer realidad esto es un extraordinario desafío, en tanto indica la necesidad de buscar los medios para controlar/superar los desequilibrios producidos por las leyes mercantiles.
Y es que el socialismo no es un acto, ni el fin de la historia, sino un proceso continuo de conflictos, aciertos, errores, soluciones, en la dinámica de un proyecto que se reinventa en la búsqueda de una sociedad que sea capaz de ofrecer la mayor suma de felicidad posible (Bolívar). Lo que se vincula a la sociedad con todos y para el bien de todos (Martí).
El pensamiento de Hinkelammert llegó a Cuba en los años que se han calificado como grises de la década del 70, cuando reinaban en el terreno ideológico los perseguidores de cualquier nacimiento, para esos cerebros cuadriculados, Hinkelammert era un diversionista ideológico, pero como la vida sigue su curso, aquellos que sin esgrimir razones lo estigmatizaban, son apenas un recuerdo en algún momento y a veces ni eso, y hoy tenemos la satisfacción de entregar en una de las universidades más antiguas de Nuestra América y bastión de las luchas por la emancipación humana, el Doctorado Honoris Causa a un notable pensador y sobre todo, de los que ha echado su suerte con los pobres de la tierra.
En las páginas finales del texto, avizora que en América Latina estaba surgiendo un nuevo proyecto socialista, distinto de los anteriores y fundamentaba su afirmación en que ese proyecto surgía de una alianza entre grupos ateístas y grupos cristianos, al estar sustentado en el encuentro de ambas tendencias, el humanismo cristiano y el humanismo marxista se identificaban en la praxis.
Parece que está hablando hoy. Ese es uno de los méritos de este texto y de otros de Hinkelammert, su vigencia.
Muchas gracias.
Nota
Palabras pronunciadas en el acto del otorgamiento de la categoría Doctor Honoris Causa en Filosofía al destacado pensador Franz Hinkelammert, celebrado en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el 11 de enero de 2013.