Miguel Díaz Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República
Manuel Marrero Cruz, Primer Ministro
Alpidio Alonso Grau, Ministro de Cultura
Excelentísimo Sr. Lazare Eloundou Assomo, director del Centro de Patrimonio Mundial
Ministros y jefes de delegación del Grupo de los 77 + China
Invitados todos:
Agradezco la posibilidad de dirigirme a ustedes, en el marco de la Feria Internacional de Turismo de Cuba (FITCuba 2023), víspera del Primer Congreso Internacional de Patrimonio Cultural. No es casual que, por una parte, la feria de turismo en esta ocasión destaque dentro de sus prioridades a la cultura, y de modo particular, al patrimonio cultural, de la otra, que el Congreso de Patrimonio Cultural incluya dentro de las temáticas de interés para el debate y reflexión, las experiencias de gestión relacionadas con el turismo, sus retos y oportunidades.
En este contexto, la sesión que hoy desarrollamos deviene espacio articulador de experiencias, visiones y anhelos compartidos.
No es un secreto que el patrimonio construido por la humanidad despierta el interés de visitantes nacionales y extranjeros, ni que en este proceso se establecen lazos de interacción que favorecen la comprensión de las culturas locales y fortalecen las políticas de paz.
“La prioridad que los cubanos otorgamos a la conservación y socialización de los testimonios de nuestra historia y cultura, se expresa de manera inequívoca en la Constitución de la República”.
Los monumentos constituyen un capítulo singular de la cultura universal, testimonian nuestros orígenes, la capacidad transformadora y de resistencia de la especie humana y a su vez, refuerzan las identidades locales, nacionales y los valores universales compartidos. La esencia de la protección de edificaciones, conjuntos arquitectónicos y urbanos, paisajes e itinerarios culturales y en general, sitios del pasado, radica en su capacidad simbólica de contener significados para las presentes y futuras generaciones.
En Cuba, la protección al Patrimonio Cultural, incluyendo los monumentos, tiene sus antecedentes en los coleccionistas pioneros en el siglo XIX, la fundación de los primeros museos, la creación de la Oficina del Historiador de La Habana, las primeras normativas para la protección de los Monumentos Nacionales y el sistema institucional creado por la Revolución para estos fines. Destacan, por sus significativos aportes en tal empeño, personalidades como Emilio Bacardi Moreau, Oscar María de Rojas y Cruzat, Emilio Roig de Leuchsenring, Celia Sánchez Manduley, Marta Arjona Pérez, Antonio Núñez Jiménez y Eusebio Leal Spengler.
La prioridad que los cubanos otorgamos a la conservación y socialización de los testimonios de nuestra historia y cultura, se expresa de manera inequívoca en la Constitución de la República, que dispone dentro de los fines esenciales del Estado, el de proteger el patrimonio natural, histórico y cultural de la nación, así como proteger los monumentos de la nación.
Clasifican como Monumentos, diferentes elementos tipológicos que por sus valores merecen ser conservados, tales como: los sitios que constituyen la obra o el testimonio de la acción humana y de la naturaleza y pueden ser arqueológicos, históricos o paisajes culturales. Por su parte, los conjuntos, es decir, aquel grupo de bienes inmuebles distinguibles de su entorno por la unidad y coherencia de los elementos que lo conforman, como parte de ellos, pueden identificarse como urbanos, arquitectónicos y rurales.
Finalmente, existe una gran variedad de construcciones arquitectónicas, ingenieriles o escultóricas con diferentes usos; civil, doméstico, militar, industrial, religioso y ornamental-conmemorativo, que nos encontramos en la geografía cubana, como vivos testigos de una historia y cultura muy particular.
Dentro de esa diversidad de bienes, quiero destacar dos ámbitos, por su capacidad de ofrecer experiencias a compartir con el turista, a partir de la interacción con las personas y las culturas locales y por el demostrado aporte que, en la experiencia cubana, demuestra la articulación de políticas de gestión y desarrollo local a partir del turismo.
El primero son los conjuntos urbanos, espacios por excelencia de la cultura, donde se expresan de múltiples maneras las manifestaciones del arte, la literatura, los saberes de la cultura tradicional y la capacidad creativa de sus habitantes para generar nuevos modos de vida y, en consecuencia, expresiones culturales de su tiempo.
El segundo son los paisajes culturales, espacio físico resultante de la obra conjunta de las comunidades y la naturaleza, que ilustra la evolución de las sociedades y sus asentamientos a lo largo del tiempo, condicionado por las limitaciones y oportunidades físicas del entorno y por las sucesivas fuerzas sociales, económicas y culturales.
Las particularidades históricas del proceso de formación de la nacionalidad cubana se han nutrido de los procesos socioculturales que tienen lugar en estos espacios, tabaco, azúcar y café, entre otros, marcaron nuestra historia, aportaron un enorme caudal de conocimiento apreciable en las evidencias materiales que han llegado a nuestros días.
En general, de eso se trata cuando hablamos de Monumentos, de evidencias materiales del pasado, pero que su significado tanto para las comunidades que conviven con él, como para quienes lo visitan, adquieren un significado especial y devienen una experiencia gratificante.
Los sitios del Patrimonio Mundial suscitan un interés de los visitantes. La lista de estos bienes portadores de valor universal excepcional alcanza la cifra de 1 157 bienes en 167 estados.
Cuba hoy cuenta con nueve sitios en la Lista del Patrimonio Mundial, siete de ellos culturales: La Habana Vieja y su sistema de fortificaciones, inscrita en 1982; Trinidad y el Valle de los Ingenios en 1988; Castillo San Pedro de la Roca del Morro de Santiago de Cuba, 1997; Valle de Viñales, 1999; Paisaje arqueológico de las primeras plantaciones de café del suroriente de Cuba, 2000; Centro Histórico Urbano de Cienfuegos, 2005 y Centro Histórico de Camagüey, 2008.
A partir de la riqueza y diversidad de bienes que forman parte del Patrimonio monumental, que hoy cuenta con protección jurídica, 290 monumentos nacionales, 206 monumentos locales y 55 zonas de protección, se trabaja con vistas a ampliar su presencia en la lista del patrimonio mundial, teniendo en cuenta la necesidad de una mayor credibilidad y balance de la lista, por lo que se ha priorizado el análisis del valor universal, excepcional, de bienes menos representados y que, visto desde la perspectiva del visitante, pueden ser de mayor interés por ofrecer nuevas experiencias y conocimientos.
Los bienes culturales propuestos son:
– Escuelas de Artes de Cubanacán: Este conjunto, constituye uno de los ejemplos más sobresalientes de la arquitectura cubana del Movimiento Moderno y un hito de la arquitectura de la Revolución. Las escuelas, han devenido en la obra arquitectónica cubana más importante y divulgada, internacionalmente, desde mediados de la década del 60 por haber sido concebidas como una unidad dentro de la diversidad de cada autor, imbricadas a la naturaleza del sitio y con el uso de recursos materiales locales y técnicas constructivas tradicionales.
– Cabaret Tropicana: A lo largo de casi un siglo de existencia ha desarrollado un sello propio, de reconocido prestigio dentro de la cultura del espectáculo a nivel mundial, son apreciables también sus atributos arquitectónicos de alta significación, que lo convirtieron en un modelo a seguir en el diseño de los edificios para la función de ocio y su valor asociativo a personalidades de la cultura de todo el universo.
– El Vedado: Ciudad jardín temprana, fue el ensanche urbano más importante en Cuba durante la etapa colonial. Constituye uno de los primeros espacios habaneros con estructura previamente planificada, en él se produjo una excepcional amalgama cultural que transita del período colonial a la influencia de la Europa decimonónica y a la norteamericana.
– Universidad de La Habana: Expresión de momentos trascendentales de la historia y la cultura continentales, en particular el tránsito de la postrimería del imperio español a la emergencia y crecimiento de la influencia norteamericana en la región. Es una excepcional evidencia de la interpretación de los códigos eclécticos y neoclásicos en un conjunto universitario y la función de la universidad en el desarrollo y expansión de la urbe.
– Acueducto de Albear: Proyectado y construido por el más importante de los profesionales que trabajaron en Cuba en el siglo XIX, Francisco Albear y de Lara. Es una muestra del arribo de las ideas de la Ilustración a través de los ingenieros militares formados en España y constituye una evidencia de las preocupaciones higienistas y el afán de modernización que marcaron el desarrollo de La Habana decimonónica. Posee una alto valor tecnológico y científico que trascendió las fronteras cubanas por lo que obtuvo Medalla de Oro en la Exposición de París de 1878.
– Farmacia Triolet: Conserva todos sus bienes fundacionales, su valor universal radica en testimoniar, íntegramente, la evidencia material e intangible de las mejores prácticas universales para la obtención y uso de medicamentos, en su mayoría de origen natural, a la par, constituye un ejemplo eminentemente representativo de un conjunto tecnológico que ilustra casi un siglo de quehacer del hombre en el perfeccionamiento de las prácticas medico farmacéuticas.
– Paisaje cultural de Santiago de Cuba: La ciudad sobresale por su paisaje, historia, configuración urbana y diversidad cultural. Ha sido testigo de un importante intercambio de valores humanos a lo largo de un período de tiempo en el desarrollo de la arquitectura, tecnología, artes monumentales, urbanismo y paisajismo y fue escenario de acontecimientos históricos de trascendencia nacional y mundial.
– Sitios de memoria de la esclavitud: El conjunto de bienes que integran la serie, testimonian la colosal interrelación de valores, tradiciones y conocimientos a lo largo de casi cuatro siglos de esclavitud, que incluye el proceso de formación de paisajes culturales; el sistema esclavista de plantaciones y la actividad minera constituyeron el arquetipo de la utilización de las tierras del nuevo mundo en el proceso de colonización y en consecuencia, el soporte económico, social y cultural de las sociedades de su tiempo.
*Intervención del vicepresidente del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural en el en el marco de la Feria Internacional de Turismo de Cuba (FITCuba 2023), víspera del I Congreso Internacional de Patrimonio Cultural.