En diversos países de América se organizan anualmente festivales de salsa, vale decir de música relacionada con el son y la guaracha cubana; por consiguiente, no se concibe un evento musical americano sin la presencia de Cuba.
En la ciudad de Bogotá, Colombia, donde la música cubana es la reina, se organiza por la Alcaldía de la ciudad, desde 1997, el Festival Salsa al Parque, muchas veces hasta con la presencia de doscientos mil asistentes. El espacio pertenece al Parque Simón Bolívar, el más grande de la ciudad, donde se efectúan las presentaciones en un prado abierto. Casualmente, en ese mismo año, en Cuba se fundó la Feria Cubadisco, con la presencia de nada menos que el colombiano Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura, a quien entrevisté en esa fecha en la que se organizó también “El son más largo del mundo”, en el salón de La Tropical, un acontecimiento trascendental en la historia de la música del siglo XX.
Para que me cuente sobre Salsa al Parque, entrevisto al especialista y estudioso de la salsa internacional don César Pagano, de Colombia, quien ha participado en ese evento y es autor del libro El imperio de la salsa.
¿En el Festival Salsa al Parque, Cuba siempre ha estado presente?
En 1997 se realiza la primera versión de Salsa al Parque; las agrupaciones cubanas casi siempre han participado o se contratan a cubanos residentes en el país. Pero, esta vez, la ausencia de Cuba es total, algo imperdonable. Siempre se invitaban a las más gustadas bandas cubanas: Los Van Van, NG La Banda, Revé, Adalberto Álvarez, Manolito Simonet, Havana D´ Primera, etc. La música cubana es, en Colombia, algo como una experiencia religiosa, ya eso es sabido: el son, la guaracha y una serie de ritmos cubanos llegaron desde la colonia con muchos emigrantes cubanos que se establecieron en este país. Todo eso hace que la música cubana sea parte de la vida de Colombia. Es difícil que los más grandes cantantes y orquestas cubanas no hayan visitado Colombia; desde Los Matamoros, La Casino de la Playa, Benny Moré, Celina González, Buena Vista Social Club y todas las grandes bandas salseras.
¿Cómo cataloga esta última edición de Salsa al Parque?
He dicho que es como un sancocho de mediocridad, abundan los desaciertos, y cualquier elección afortunada se pierde como la luz del relámpago que se ahoga en el mar. Históricamente, los festivales especializados de música se preocupaban por la calidad antes que la celebridad.
¿Quiere decir que Salsa al Parque en sus inicios nunca priorizó el asunto comercial?
La muestra de ello es que en sus primeras ediciones los grandes invitados eran grupos con sonidos experimentales, como Guaco, y de Cuba, los timberos que hicieron esa música revolucionaria encabezada por NG La Banda, la que manda.
“En 1997 se realiza la primera versión de Salsa al Parque; las agrupaciones cubanas casi siempre han participado o se contratan a cubanos residentes en el país. Pero, esta vez, la ausencia de Cuba es total, algo imperdonable”.
¿En el evento también se brindaban talleres teóricos que tanta falta hacen para entender la música continental?
Se brindaban talleres teóricos con explicaciones nuevas y profundas para los músicos locales o clínicas de percusión en universidades; ahora todo se redujo a simples conversatorios en discotecas. Las equivocaciones resaltan con dos grandes ausencias: una de país, como es ignorar a la isla más rica en música del continente americano, y la otra de género, al desconocer a la mujer. En Cuba hay decenas de agrupaciones femeninas; a Bogotá la han visitado orquestas como Anacaona. Las mujeres son la representación de más de la mitad de la humanidad y en la actualidad, justamente, se les reconoce la importancia que históricamente no habían tenido. El mundo actual lucha por la integración de la mujer, por su empoderamiento.
¿En otras ciudades colombianas la música cubana no falta nunca?
En este momento, la música contemporánea de Cuba es más fuerte en cantidad y calidad que la salsa agonizante: en los próximos días en Cali hay un festival de timba, dos días con sonidos frescos y contemporáneos, y en Medellín estarán presentes los sonidos tradicionales en la Noche Cubana.
Hablemos de Colombia…
En cuanto a las orquestas nacionales también hay falencias. En los últimos años han destacado, entre otras, Sonido 70, Clandeskina o Calibre; que gozan de calidad. Podemos pensar en una gloria nacional olvidada y quizá el salsero más importante que haya tenido Colombia a nivel internacional, Edy Martínez, quien debió tener una actuación especial con una banda gigante y a manera de despedida.
¿A veces quieren inmiscuir a otros géneros no salseros (soneros) en estos eventos?
Lo más aberrante es la aparición —o resurrección— del merenguero Wilfrido Vargas. No existe justificación o argumento válido para la presencia de un personaje de un género ajeno aunque haya grabado salsa; no maneja ni la clave cubana ni la clave salsera, y sus canciones están llenas de textos anodinos e infantiles como “El baile del perrito”. Lo más grave es que se abre un boquete para que en próximas ediciones sean más los estilos musicales foráneos, mediocres y comerciales que reemplacen la música relevante, social, alegre y rebelde. Para diversos estilos musicales existen en Bogotá Salsa al Parque en el rock, el hip hop y hasta la ópera. La salsa lleva la clave, el tumbao y el montuno cubano; de lo contrario, es otra cosa.
“En este momento, la música contemporánea de Cuba es más fuerte en cantidad y calidad que la salsa agonizante (…)”…
César Pagano es un experto en música de todo el continente americano, hay que reconocerle su trabajo perseverante y sostenido. Defensor de la música cubana hasta sus últimas consecuencias, César tiene su casa de Bogotá como un cuartel general de los cubanos que pasan o residen en Colombia. Las cosas son como son y hay que decirlas, sobre todo en estos momentos de agresividades contra la música cubana; esa que hincha las venas de la cultura de América y del mundo.