Habana Concerto de José Maria Vitier: luces en una ciudad
En los umbrales del año 2022, la ciudad de La Habana ovacionó a uno de sus más ilustres hijos. José María Vitier García-Marruz recibió el Premio Nacional de Música 2021, conferido por el jurado integrado por la directora coral Digna Guerra (en el rol de presidenta), la musicóloga Laura Vilar, y los compositores Joaquín Betancourt, Guido López Gavilán y Edesio Alejandro.
En el catálogo de José María Vitier sobresale la composición de música de cámara, orquestal y cinematográfica, lenguajes que aportan luces sobre un creador minucioso, versado en estas materias. Es imprescindible mencionar las piezas camerales Ellos heredarán la tierra (1985) y Tango del desierto (1992). Asimismo, entre su producción de banda sonora resalta la música para las películas El siglo de las luces (1992; inspirada en la novela homónima de Alejo Carpentier) y Fresa y Chocolate (1993; nominada a los Premios Oscar). Incluso, el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano es identificado internacionalmente con la melodía-tema escrita por José María Vitier.
En Habana Concerto es evidente la inclinación de José María Vitier hacia la búsqueda de los orígenes históricos y culturales del ser cubano.
Obras como las mencionadas, junto a las piezas Tema del Mar, Fin de siglo, Balada del amor adolescente, y otras de reciente creación, constituyen el respaldo para este reconocimiento entregado al artista. Sin dudas, la colosal suite Habana Concerto, grabada íntegramente y estrenada por la Orquesta del Lyceum de La Habana y su director José Antonio Méndez Padrón, el 14 de noviembre de 2021 en el Teatro Martí, constituye una de las obras cumbres de José María Vitier.
Precisamente, el álbum Habana Concerto resultó nominado a la presente edición del Premio Cubadisco 2023. Integran la obra diez movimientos, dividos en tres conciertos, el primero, para flauta, titulado “Pórtico”; el segundo, para violín, denominado “Mediopunto”; y el tercero, para piano, titulado “Vitral”. Estos conciertos fueron grabados e interpretados por los solistas Niurka González, Javier Cantillo y Marcos Madrigal, respectivamente.
La vasta cultura del compositor se manifiesta en su relación con otras artes como la arquitectura, según se aprecia en los títulos de las piezas que integran Habana Concerto. De igual modo, un referente ostensible en su obra musical es la literatura de sus progenitores, Cintio Vitier y Fina García Marruz, a quienes la cultura cubana debe considerables contribuciones.
Existen numerosos atisbos de una posible inspiración por parte del compositor en las obras pictóricas de su esposa, la artista visual Silvia Rodríguez. Pues la cualidad colorida y luminosa de las imágenes que él traduce en música, parecieran extraídas de alguna de las reconocidas serigrafías que ella ha producido a lo largo de su carrera. Precisamente, en el estreno de Habana Concerto en el Teatro Martí, tres serigrafías a gran escala producidas por Silvia Rodríguez acompañaron la puesta en escena.
El compositor se manifiesta inquieto por descubrir desde el arte musical, los entresijos de la religiosidad y la identidad. Es evidente su inclinación hacia la búsqueda de los orígenes históricos y culturales del ser cubano. Esta preocupación no es inusitada, pues el maestro Vitier es heredero por linaje directo de aquellos intelectuales que integraban el grupo Orígenes en la década de 1940, entre los que se encontraban relevantes exponentes de la literatura cubana como Cintio Vitier, Fina García Marruz, José Lezama Lima y Eliseo Diego.
Entre estos lazos especiales construidos por el compositor a lo largo de su vida y su carrera, es insoslayable su dedicación al piano. Como medio sonoro que, por su amplitud de registros y texturas, representa potencialmente a una orquesta, el piano en la creación de Vitier deviene lo que una cámara en manos de un documentalista o una pluma en manos de un escritor: un eficaz medio narrativo del ambiente sonoro-social circundante. La Habana es captada, desde la impresión del pianista, según su naturaleza primigenia: una ciudad portuaria, festiva y lozana, en perenne transformación cultural; una urbe centenaria que se regenera en cada acorde, síncopa y gesto sonoro.
En su obra pianística, Vitier se muestra partidario del romanticismo decimonónico de Ignacio Cervantes, desde una visión contemporánea. Técnicamente, su lenguaje compositivo es consecuente con su formación académica; y, si bien muestra una apertura hacia estilos como el blues, no renuncia a aquellos ritmos y rasgos típicos de la cubanidad expresada en música.
La danza y la contradanza, heredadas desde el siglo XIX, se convierten en arquetipos de la creación de José María Vitier, por la cualidad que poseen ambos géneros de plantear una forma musical establecida, de equilibrio arquitectónico indubitable, y por la posibilidad de incluir dos grandes secciones que dialogan y contrastan en cuanto a carácter, recursos técnicos y expresividad.
“El compositor se manifiesta inquieto por descubrir desde el arte musical, los entresijos de la religiosidad y la identidad”.
En su música para orquesta, el compositor no se conforma con los recursos técnicos ya conocidos, sino que explora sonoridades y combinaciones instrumentales novedosas. Cualidades como esta afloran en la obra Habana Concerto, en la que se aprecian el uso de diversos géneros de la música popular cubana desde un trabajo filigranezco de la orquestación; así como géneros de otras latitudes como el funk y el rock, ritmos que emergen en el segundo de los conciertos que integran el álbum, titulado “Mediopunto”.
Sin dudas, el maestro Vitier es merecedor de esta nominación al Premio Cubadisco 2023. Así lo validan su dinámico pensamiento, constantemente à l’avant-garde; y su permanente espíritu creativo e imaginación.